San Hunfrid de Thérouanne, obispo.
El obispo defensor.
San Hunfrid de Thérouanne, obispo. 8 de marzo y 13 de abril (traslación de las reliquias).
Nació en una familia de pocos recursos, la cual, viendo que era un niño bueno e inteligente, lo entregaron como donado a la prestigiosa abadía benedictina de Prüm. Era esto bastante frecuente, pues los monjes cambiaban servicios por educación. Luego los donados, al llegar a la juventud, podían o no, profesar como monjes de coro, seguir como donados o volver al mundo. Lo primero fue lo que hizo nuestro santo, con agrado de la comunidad, pues era un religioso obediente, caritativo y con muchas luces para el estudio. Fue ordenado presbítero y en 856 nombrado, con su sorpresa, obispo de Thérouanne, con el beneplácito del monarca Carlos el Calvo.
Durante su gobierno, la sede y tierras adyacentes fueron asoladas una y otra vez por los vikingos, siendo Hunfrid un gran consuelo para el pueblo. Organizó defensas y contraataques en el mar, creó reservas de comida y enseres, hizo la caridad, visitaba a los heridos y consolaba a los que quedaban vivos. Sobre 860 pidió al papa San Nicolás I (13 de noviembre) que le buscara sucesor y le permitiera regresar a la soledad de su celda en Prüm, pero el papa no quiso oir hablar de ello, por la gran labor que hacía como obispo. En 862 extendió a toda su diócesis la solemnidad de la Asunción, misterio del que era muy devoto. Fue también un obispo reformador de monasterios y del clero, por ellos tomó el cargo de dirigir un tiempo la abadía de St-Bertin, hasta que reformó la vida de los monjes. Organizó varios sínodos diocesanos para tratar temas relacionados con la predicación, la liturgia, y la lucha contra los pecados públicos del clero y el pueblo. En 864 fue apartado de la sede por Carlos el Calvo, cosa de la que se alegró Hunfrid sobremanera, a causa de cuestiones políticas en las que Hunfrid no estuvo de acuerdo con el monarca y no calló.
El santo prelado volvió a su monasterio, a rezar y trabajar como un monje más. Allí entró en la vida el 8 de marzo 871. El 13 de abril de 1008, sus reliquias fueron trasladadas a la catedral de Santa María de Thérouanne, donde se veneraron hasta el siglo XVI, cuando la cabeza fue llevada a St-Omer y el cuerpo a Ypres. La causa fue la destrucción de la ciudad a manos de Carlos V. Y aún en 1563, los herejes quemaron los huesos, salvándose solo a día de hoy la cabeza, en St-Omer.
A 8 de marzo además se celebra a
San Juan de Dios, religioso fundador.
San Félix de Dunwich, obispo.