San Patroclo de Troyes, mártir.
Tengo a mi Dios desde mi juventud...
San Patroclo (Parres, Trockel) de Troyes, mártir. 21 de enero y 3 de julio, traslación de las reliquias a Colonia.
La leyenda de este santo está contenida en un documento del que luego hablaremos. Según esta, imperando Aureliano (entre 270-275) vivía en las afueras de Troyes un noble llamado Patroclo. Se había convertido a Cristo y desde ese momento llevaba una intensa vida de oración y ayuno. Un día le ocurrió como a San Antonio Abad (17 de enero), y las Escrituras le interpelaron con su evangélico "Da todo lo que tiene a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo. Luego regresa y sígueme". (Mt 19, 21). Así que, movido por esta exigencia, vendió sus propiedades heredadas en favor de los pobres, viudas y huérfanos para servir a Cristo. Pasaba por aquellos días el emperador Aureliano por Troyes, camino de Sens, cuando le contaron lo ocurrido con Patroclo. Quiso conocerle y le mandó traer a su presencia y le interrogó:
Aureliano: "¿Cuál es tu nombre?"
Patroclo: "Mi nombre es Patroclo".
A: "¿Qué religión sigues, a que dios adoras?".
P: "Adoro al Dios vivo y verdadero, que habita en el cielo y nos mira con gracia mira. Aquel que sabe todo antes de que suceda".
A: "Deja ese sin sentido y adorar a nuestros dioses. Yo puedo darte una vida digna y próspera, y hacer prestigioso tu nombre".
P: "No conozco ningún otro dios que el que ha hecho los cielos y la tierra, y el mar y todo lo que hay en él. Él ha hecho todo visible y lo invisible".
A: "Demuestra que es cierto lo que dices".
P: "Lo que digo es verdadero y creíble, pero también sé que la mentira odia a la verdad".
A: "Te pondré en el fuego hasta que hayas sacrificado a nuestros dioses".
P: "Me ofreceré como sacrificio vivo de alabanza al Dios que me ha elegido para sufrir el martirio por la causa de su nombre".
Entonces Aureliano mandó que fuera encadenado con grilletes y que aplicaran hierros al rojo vivo a su espalda para que apostatase. Como el santo permaneció firme a pesar del tormento, Aureliano mandó le encerraran aislado para darle tiempo a reconsiderar su actitud. Y encadenado lo entregaron a un ciudadano llamado Eloy para que lo custodiara durante tres días. Las Actas dicen que Patroclo oraba con los salmos de la Escrituras, que conocía de memoria. A los tres días Patroclo fue llamado ante Aureliano, que le preguntó:
A: "Vamos, deja tu arrogancia y sacrifica a los dioses".
P: "Sólo el Señor salvará la vida de sus siervos, y quién confía en él no se avergonzará. Si quieres puedo darte un pedazo de mi riqueza, porque eres pobre y yo soy rico".
A: "¿Cómo puedes llamarme pobre, siendo que soy realmente muy rico?".
P: "Hablas de las riquezas terrenas, que son nada comparadas con la fe en nuestro Señor Jesucristo. Tus riquezas te causarán la ruina, porque están en manos de tu padre el diablo".
A: "¿Me abrumas con reproches cuando tengo más que simpatía por ti?".
P: "Tengo a mi Dios desde mi juventud, pero los falsos y supersticiosos nos detestan, mas su esplendor profano tarde o temprano, no les servirá más que de desgracia. Al final padecerán con el diablo y sus tormentos: verán lo que es el dolor para siempre".
A: "Eso que dices nunca se ha visto u oído, pero en mis manos sí que está el aplicarte muchos tormentos".
P: "Tienes poder para hacer daño a mi cuerpo, pero mi alma no la puedes dañar porque está en las manos de Dios solo. Nuestro Señor mismo ha dicho. ‘No temáis a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; temed más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno".
A: "¿Quién tiene ese poder sino nuestros dioses?".
P: "¿Quiénes son tus dioses?".
A: "Apolo es el mejor y verdadero dios, y Diana es la madre de todos los dioses".
P: "Apolo, a quien llamas un dios, era, de acuerdo con nuestros antepasados, pastor de los rebaños del rey Admeto. Tus dioses son totalmente inútiles, adúlteros, lascivos y depredadores; cómplices de toda maldad. Y Diana, a la que mencionas como la madre celestial es el demonio. ¡Oh, qué falta de fe en las personas que adoran lo que es falso, y caen en un culto vano por algo que no conocen, y por lo que está escrito: Al igual que los ídolos deberían ser todos los que los fabrican y los que en ellos confían!".
A: "Realmente no tengo paciencia para seguir escuchando tus palabras sobre Apolo, y la madre de todos los dioses. Si no les das culto te condenaré a muerte".
Y como el santo no terció en ello, dijo Aureliano: "Patroclo es un terrible criminal que nos ha traído desequilibrio y ha ridiculizado a nuestros dioses. Será muertos con la espada para que su boca sea para siempre silenciada. Llevadlo a la orilla del río y allí decapitadlo, y aseguraos de que su cuerpo no se queda en tierra firme". Entonces le llevaron a la orilla del Sena, donde el santo se puso de rodillas y oró: "Señor Jesucristo, no permitas que mi cuerpo descanse en este lugar. Haz triunfar tu Nombre de modo que todos los pueblos te alaben. No permitas que triunfen los que dicen '¿dónde está tu dios?'. Señor, escucha mi oración como escuchaste la de Moisés y Aarón, y líbrame de mis enemigos". Y he aquí que después de su oración, los soldados quedaron ciegos de repente, el río se abrió en dos y Patroclo pudo cruzar rápidamente el río, con el agua a las rodillas. Entonces subió a un cerro donde adoraban a un ídolo y allí oró agradeciendo a Dios por su liberación.
Muchos de los que habían visto el portento se preguntaban si realmente no tendría razón con respecto a Dios o si sería cosa de hechicería lo visto. Entonces una mujer avisó a los soldados y a Eloy sobre donde se escondía Patroclo. Y a la montaña se fueron en su busca. Eloy tomó la delantera y le dijo al santo: "Aunque hayas escapado te encuentras de nuevo en nuestras manos, y nos aseguraremos de que no saldrás de ellas hasta que estés muerto o sacrifiques a nuestros dioses". Patroclo respondió: "Yo no adoro demonios impuros, sino sólo al único Dios verdadero". "Y el Dios del que hablas" – replicó Eloy – "¿de dónde ha nacido o quien lo ha creado?". Patroclo le dijo a su vez: "No hay tiempo suficiente para decir algo acerca del Dios Todopoderoso, creador de todo lo que existe en el cielo o en la tierra. Más tarde envió a su Hijo, Jesucristo, que por nosotros derramó su sangre para salvarnos de la ruina, fue enterrado, pero resucitó después de tres días de entre los muertos, y ascendió a la gloria al cielo. Envió al Espíritu Santo, del que esta llena toda la tierra y al que necesitamos creer. Pero los supersticiosos se aferran a su error impuro y ponen su falso amor en los demonios. Pero así está escrito: 'El que sacrifica a los demonios, va a bajar con ellos en el fuego eterno'". A esto Eloy llamó a los soldados y les dijo airado: "Él pone en ridículo a nuestros dioses, rodead sus pies con grilletes, encadenad sus manos y matadlo a espada".
Al oír la orden, Patroclo puso una rodilla en el suelo y mirando al cielo dijo: "En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu y mi alma. Sé que sufro este dolor por ti". Y fue decapitado el 12 de las calendas de febrero (21 de enero) de 274. Arrojaron la cabeza lejos y el cuerpo fue abandonado, pero dos ancianos a los que Patroclo socorría con limosnas lo custodiaron hasta que el obispo Eusebio y su diácono Liberio lo tomaron, lo envolvieron en lienzos y lo depositaron en una tumba, sobre la que dedicó un altar el mismo obispo. Eusebio, que también sería mártir en la persecución siguiente, quiso ser enterrado en el mismo sepulcro de Patroclo.
Passio, culto y reliquias.
La noticia más antigua que poseemos sobre el culto de San Patroclo proviene de San Gregorio de Tours (17 de noviembre), el cual en su obra "La Gloria de los Mártires" narra que el sepulcro y capilla del santo son fuente constante de portentos, lo cual muestra que allí está enterrado "un amigo de Dios". Pero dice bien claro que aunque se tenía devoción por él, no había ni una historia escrita sobre su vida y martirio. Según Gregorio, un buen día apareció un forastero que traía unas Actas del martirio del santo (mucho más extensas que lo que he resumido aquí). El presbítero que cuidaba la capilla lo transcribió en una noche y le gustó tanto que lo llevó al obispo, el cual tuvo sus recelos sobre aquello, y aunque no halló nada malo en el escrito, no quiso fiarse. Pero he aquí que algunos años más tarde tropas galas invadieron Italia, y de allí se trajeron un documento ¡que era literalmente el mismo que el obispo poseía! Entonces no tuvo recelo alguno y difundieron la "vita" de su santo local.
No hay que ser muy versado en estas lides para comprender que la "passio" no es auténtica y que, es de al menos el siglo VI, escrita, como el mismo Gregorio deja ver, para satisfacer la curiosidad de los fieles y darles un ejemplo a seguir, amén de catequizarles. El argumento, la cantidad de citas bíblicas (que he omitido), los largos sermones y sobre todo, la constante condena de la idolatría, habla de una intencionalidad para con el paganismo que aún pululaba por el mundo franco. Además, hay alguna imprecisión histórica: ni los emperadores hacían de jueces, ni un romano llamaría a Diana "madre de los dioses", pues este papel pertenecía a Juno en la mitología romana.
El 3 de julio de 960 el obispo San Bruno de Colonia (11 de octubre) trasladó solemnemente algunas reliquias del santo a su ciudad episcopal. En 964 otras reliquias se trasladaron a Soest, donde en el siglo XIII se construyó una iglesia dedicada a la memoria del santo. Es patrono de la ciudad de Troyes y su iconografía curiosamente le presenta casi siempre vestido de soldado, aunque no lo fue.
Fuentes:
-"Saint Patroklus" JOSEPH SMITH. Soest, 1964.
-"Vidas de los Santos". Tomo I. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
A 21 de enero además se celebra a Santa Inés, virgen y mártir.