San Vulmar de Hautmont, abad.
Perdió la mujer, encontró a Cristo.
San Vulmar de Hautmont, abad. 20 de julio.
Nació en 620 en Silviac, una pequeña ciudad cercana a Boulogne. Fue hijo de los nobles Walmert y Doda. Estaba casado con una noble dama llamada Osterhildis, pero en 642 el rey Sigeberto III anuló su matrimonio, porque su mujer había estado comprometida antes y no había sido válido su matrimonio. Vulmar, entonces, se fue al monasterio benedictino de Hautmont, donde pidió el hábito como hermano lego, sin revelar su linaje noble ni su alcurnia. El primer trabajo que le encomendaron fue cortar leña, trabajo en el que se esforzó sobresaliendo pronto entre los demás monjes.
Al poco tiempo el abad notó que era un monje con cultura y conocimientos, por lo cual le concedió la ordenación sacerdotal, y que pasara a ser monje de coro. Pronto las historias sobre su prudencia, predicación, caridad y santidad sobrepasaron el monasterio, atrayendo a muchos jóvenes a tomar el hábito. Vulmar, que no deseaba ser reconocido para nada, huyó una noche y e dirigió Eecke, Flandes, donde se instaló en un árbol hueco, como los santos dendritas. Allí un agricultor acomodado le llevaba, por caridad, algo de comida y bebida cada tres días. Luego de un tiempo, regresó a su tierra natal Con el tiempo, regresó a su tierra natal, donde un noble de Samer se impresionó de su constancia en la oración y penitencia, que le donó la mitad de sus tierras para que fundase un monasterio. Así que fundó un monasterio en femenino, que encomendó a su sobrina la Beata Erembertis (21 de julio). Luego fundó un monasterio masculino, del que fue abad y que luego tomaría su nombre: St-Vulmaire.
Varias leyendas, como no podía ser de otro modo, se cuentan de Vulmar. En una ocasión estaba junto a sus once monjes orando en el coro cuando sintieron un ruido. "¡Se roban el caballo!" (tenían uno solo), gritó un monje, mientras algunos corrían a atrapar al ladrón. "¡Alto!" – los detuvo Vulmar – "quedáos en vuestro sitial". Y dijo al hermano lector: "Vamos, hermano, lea, que lo primero es escuchar la palabra de Dios". Terminado el oficio algunos monjes fueron al establo y efectivamente, se habían llevado el caballo. Vulmar les dijo: "No os preocupéis, el caballo volverá. Dios sabe que lo necesitamos". Los monjes no quedaron contentos con aquello, pero obedecieron y no dijeron una palabra más. A la mañana siguiente vieron venir un jinete ¡en su caballo! Se apeó en el monasterio y soltó el caballo como si fuera un demonio, y eso mismo dijo: "Os devuelvo vuestro caballo, que parece poseído por el diablo. Toda la noche no ha hecho sino torcer el camino para regresar aquí". Los monjes querían entregar al ladrón al amo del lugar para que le castigase, pero Vulmar oyó el arrepentimiento del joven y en lugar de castigarlo, mandó buscar comida en la cocina para él. Y además, mandó que al caballo le dieran una ración extra de avena por su fidelidad.
Vulmar murió el 20 de julio de 697. En 974 sus reliquias se trasladaron a Gante.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo VIII. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD.
A 20 de julio además se celebra a San Elías, Padre del Carmelo.