Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Santoral hoy: 13 de julio. Santas Maura y Brígida de Beauvais, vírgenes y mártires.

Relicario de las santas.
Relicario de las santas.

Una leyenda romántica, dos vírgenes y un cefalóforo.

Ramón Rabre

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Santas Maura y Brígida de Beauvais, vírgenes y mártires. 13 de julio y 30 de enero (traslación de las reliquias).

Su leyenda, sin trazas de fiabilidad alguna, cuenta que nacieron a inicios del siglo V, y eran hermanas gemelas, hijas de Ella y Pantilomena, reyes de Escocia y Northumberland. Pantilomena murió al dar a luz a las niñas, que fueron bautizadas enseguida. En el momento de recibir las aguas bautismales, Maura abrió la boca para decir que su madre estaba en el cielo, y a Brígida se le vio rodeada de una luz deslumbrante. Ella se trasladó con sus hijas a Edinborough (la actual Edimburgo), donde tenía un castillo y dio un ama de cría a sus hijas. Aunque solo de un pecho salía leche, las dos niñas mamaban del mismo a la vez, sin que se agotara.

Cuando tenían trece años, murió el rey Ella, y el trono pasó a su hijo, el príncipe San Espian (15 de enero), el cual quiso compartir la corona con sus hermanas. Estas, que habían hecho voto de virginidad, solo querían vivir para Cristo, y para ello renunciaron a compromisos con excelentes príncipes que su padre había arreglado antes de morir. Contagiado con ellas, Espian dejó el gobierno y los tres huyeron en un barco hacia el continente, con el deseo de visitar Roma y Jerusalén. Embarcaron en Edimburgo y navegaron hacia Bretaña. Varios portentos ocurrieron en la travesía, como que el rostro de Maura resplandecía tanto que no necesitaban velas por las noches, y que un joven la pretendió y quedó ciego al contemplar su radiante luz.

Ya en tierra, descansaron en una posada y mientras dormían un bandido se metió en la habitación de las niñas para robarles y violarlas, pero vio entre ellas a un ángel que con ornamentos sacerdotales, agitaba un incensario sobre las chicas, protegiéndolas. De Bretaña pasaron a Roma, donde veneraron las tumbas de los santos Apóstoles y de los más insignes mártires. Allí se les unió un joven llamado Urcisino, con el que se fueron a Jerusalén, donde vivieron un tiempo, venerando los Santos Lugares y atendiendo a peregrinos y enfermos.

A los tres años regresaron por Marsella. Al desembarcar en esta ciudad, Urcisino se rompió una pierna, pero Maura la vendó con su velo y al instante el joven quedó sano. Al poco tiempo Urcisino enfermó de fiebres y al salir de estas por milagro de Brígida, tuvo una visión donde veía tres ángeles con palmas y coronas en las manos, que anunciaban el pronto martirio de los tres hermanos. Los cuatro pasaron a Angers, donde se alojaron con una viuda llamada Aldegundis, que acababa de perder a su hijo. Maura tuvo pena de la mujer y le resucitó al joven muerto. Tanto agradecieron el milagro la madre y el hijo, que se unieron a la santa compañía y juntos fueron a Tours, a venerar la tumba de San Martín. Pasando por Fierbois, Maura revivió a un joven llamado Joel, hijo de un noble llamado Geroncio, que había muerto por una flecha envenenada. Además, le profetizó que en veinte y dos años sería mártir.

Llegando a Balagny, territorio de Beauvais, todo el grupo fue atacado por una horda de bárbaros que los masacraron. Espian se puso ante sus hermanas para protegerlas para que huyeran, al tiempo que rezaba el paternoster, pero le cortaron la cabeza antes de terminarlo. Entonces tomó su cabeza y se fue donde las hermanas, la puso a los pies de Maura y la cabeza dijo "libera nos a malo", y las hermanas respondieron "amén". Las dos princesas, Aldegundis y su hijo Juan, fueron decapitados. Solo se libró Urcisino, que se había apartado del grupo, a causa de una premonición sobre que pronto se cumpliría la visión que había tenido. Al hallar los cadáveres, informó a los aldeanos de Balagny de lo que había ocurrido, y los mártires fueron enterrados con devoción.

En 654 la reina Santa Bathilde (30 de enero) ordenó trasladas las reliquias al monasterio de Chelles, pero a mitad de camino, las dos novillas blancas que transportaban las reliquias se negaron a caminar al pasar frente a la iglesia de Nogent, donde fueron depositadas con gran júbilo por parte de los pobladores de la ciudad. Gran culto y devoción tuvieron los mártires, sobre todo Maura, durante siglos. En 1185 Urbano III autorizó la elevación de las reliquias, otorgó numerosas indulgencias y concedió privilegios económicos y espirituales al santuario de Nogent-les-Vierges.

Especialmente piadosa era la peregrinación el domingo de las Octavas de la Ascensión y de San Juan Bautista. El culto prácticamente se suscribe a la diócesis de Beauvais, en Fierbois, cerca de la célebre iglesia de Santa Catalina hay una iglesia dedicada a la memoria de Santa Maura, en el sitio donde la tradición pone estuvo la casa de Geroncio y Joel, que sería levantada por el mismo Geroncio en acción de gracias al conocer el martirio. Pero es un templo muy posterior que data lo menos del siglo XIII.

La leyenda tiene demasiadas imprecisiones como para ser tomada en cuenta. Para comenzar, no existe un rey de Northumberland de nombre Ella sino en el siglo IX, y nunca hubo un rey de Escocia en el temprano siglo V. Luego está que los tres santos son desconocidos en todos los martirologios escoceses anteriores al siglo XII. Para colmo, San Gregorio de Tours (17 de noviembre) en su "Gloria de los Confesores" narra una historia completamente diferente de Maura y Brígida. Según él, un hombre halló una vela ardiendo con luz sobrenatural en medio de unas zarzas, excavó y halló los dos cuerpos. Al día siguiente aparecieron al obispo y le revelaron su nombre y martirio. Y estas reliquias se veneraron durante todo el Medievo en una iglesia dedicada a su memoria en Tours.

Los Bollandistas incluyen la leyenda en su recopilación de santos, pero advierten que no le dan credibilidad alguna.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo VII. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD.

Ver también "Santos Cefalóforos"

A 13 de julio además se celebra a
Santa Sara, abadesa carmelita.
San Anacleto, papa.
La Defensión de Santa Trófima sobre Minori.

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