San Alejandro de Jerusalén, obispo y mártir.
San Alejandro de Jerusalén, obispo y mártir. 18 de marzo, 29 de mayo y 12 de diciembre (Iglesias Griegas).
Sobre Alejandro se conoce poco, pues los escritores fueron más prolíficos con su antecesor San Narciso (29 de octubre). Se sabe que fue estudiante de la célebre escuela cristiana de Alejandría, dirigida por San Panteno (7 de julio). Padeció por Cristo en Capadocia, bajo Severo, sobre el año 204, pues Eusebio en su “Historia Eclesiástica” recoge una carta suya, enviada desde la prisión a los cristianos de Antioquía, con motivo de la ordenación episcopal de San Asclepíades (18 de octubre).
Al morir Severo, y comenzar el imperio de Lucio Septimio “Caracalla” la persecución cesó y Alejandro fue liberado luego de varios años en la cárcel. Luego de retomar su sede, en 212 viajó a Jerusalén para venerar el sepulcro del Señor. Estando allí, halló a Narciso, que tenía ya casi cien años y no podía con el peso de tan importante iglesia. La leyenda dice que entrando en la ciudad, se oyó una voz del cielo que dijo: “Recibid como vuestro obispo al que Dios mismo os ha destinado”. Así que conociendo personalmente a Alejandro y sabiendo de sus sufrimientos por Cristo le eligió como sucesor suyo. El clero y el pueblo jerosolimitano acogieron favorablemente esta decisión y retuvieron a Alejandro en Jerusalén. Un Concilio de Palestina aprobó el traslado y la existencia de los dos obispos en Jerusalén. Más que sucesor, fue obispo junto con Narciso, pues ambos coinciden en la misma fecha. Teniendo 116 años Narciso murió. Los estudiosos concluyen que este ir obispos de un lado a otro no era de uso en la Iglesia, y que la sede se conservaba hasta la muerte. Sería tal vez el primer caso de un “obispo emérito” y un “obispo auxiliar”.
De su vida se sabe, además, de la polémica que tuvo con San Demetrio de Alejandría (10 de octubre) a causa de la ordenación sacerdotal de Orígenes. Demetrio era amigo de Orígenes, pero se enfadó cuando Alejandro le permitió predicar en las iglesias y luego le ordenó presbítero sin contar con él, que era su obispo. También consta que dotó a la sede jerosolimitana de una biblioteca con buenos manuscritos que Eusebio conoció y utilizó para sus escritos. En 249 subió Decio al trono y nuevamente se desató la persecución. Alejandro fue detenido, juzgado y condenado a morir en las fieras, pero una vez que le arrojaron a estas, los animales le respetaron. Fue sacado del circo y para evitar su influencia sobre el pueblo, lo enviaron encadenado a Cesarea, donde murió en la cárcel. Por eso es considerado mártir, y con justicia.
Fuente:
-"Las Verdaderas Actas de los Mártires". Tomo I. TEODORICO RUINART. Madrid, 1776.