Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

San Caralampio, presbitero y mártir.

Imagen venerada en Comitán de Domínguez.
Imagen venerada en Comitán de Domínguez.

Tormentos sin fin, leyenda sin base y culto popular.

Ramón Rabre

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San Caralampio, presbitero y mártir. 10 de febrero.

Las actas martiriales narran que en el tiempos del emperador Severo había un sacerdote cristiano de nombre Caralampio que enseñaba la doctrina de Cristo y despreciaba a los dioses romanos. Enterados de esto, los romanos hicieron comparecer a Caralampio e intentaron que renunciara a su fe cristiana y adorara a los dioses con sacrificios. Ante la negativa de san Caralampio ordenaron que le azotaran con garfios de hierro, dándose vuelta Caralampio agradeció a sus verdugos el haberle renovado el cuerpo y el espíritu con los azotes. Los verdugos sorprendidos vieron que a pesar de haberle azotado, la piel de Caralampio permanecía intacta y que al golpearle se sentía tan dura como el hierro. Los dos verdugos, de nombre Porfirio y Bapto, ante esto decidieron convertirse al cristianismo y posteriormente también murieron mártires. El capitán Lucio indignado por la torpeza de los verdugos pensó que se trataba de artes de magia del anciano y el mismo decidió asestar contra él un golpe, pero al momento sus manos se separaron de los codos quedando totalmente inútiles. El presidente Luciano al ver esto muy molesto se levantó de su silla y escupió el rostro de Caralampio, y al momento se le torció la cabeza. Ante tales signos todos tuvieron miedo y pidieron perdón a san Caralampio el cual oró por sus captores y todos quedaron sanos y decidieron posteriormente bautizarse. Caralampio seguía obrando milagros curando enfermos y resucitando muertos.

Ante las noticias de lo sucedido con Caralampio el emperador hizo que trecientos soldados le apresaran y le llevaran a Antioquía. Al llegar los soldados apresaron al santo y le clavaron clavos por todo el cuerpo y lo ataron de las largas barbas y le hicieron que caminase de esa forma. dice la leyenda que pasó un caballo el cual le habló a los soldados, amonestándolos por llevar de esa forma a Caralampio y no reconocer que con él estaba Dios. A pesar de este prodigio los soldados continuaron en su camino. Se narra que el mismo demonio tomó forma de un viejo y se presentó ante el César para acusar a Caralampio de ser un mago. El César ordenó que Caralampio fue quemado vivo y a fuego lento, la concubina del emperador tomó un manojo de ceniza caliente y la arrojó en la cabeza del santo. Pero al ser llevado san Caralampio ante las llamas estas se apagaron al instante y los verdugos se desmayaron; ante todo esto el emprador hizo traer a un hombre que se encontraba poseído y ordenó a Caralampio que lo curase. El demonio al verse frente a Caralampio pidió perdón a este, y a la orden del santo el hombre quedo liberado. De la misma manera hicieron traer el cadáver de un joven que tenía tres días de muerto y Caralampio lo resucitó al instante, haciendo que el César reconociera lo grande que era el Dios de los cristianos. Desgraciadamente el emperador fue aconsejado por un tal Crispo que se deshiciera de Caralampio con el pretexto de que no era más que un poderoso mago, por lo que intentaron una vez más obligar a Caralampio a sacrificar a los dioses y ante la negativa de este le hicieron andar sobre teas encendidas pero no dañaron en absoluto al santo sino al contrario dañaron a setenta soldados.

Ante estos portentos san Caralampio logró la conversión de la hija del emperador santa Galena y ante esto el emperador lo condenó a morir decapitado, pero estando a punto de recibir el golpe en el cuello se abrieron los cielos y se escuchó una voz que decía: “Ven Caralampio, amigo mío, que has padecido tanto por mi nombre: ven y pídeme lo que quieras, que yo lo concederé”. San Caralampio agradeció a Dios por tal gracia y le pidió que donde depositasen sus reliquias o celebrasen su memoria, no hubiese hambre, ni peste, ni aire contagioso y que en cualquier lugar en donde se conservase la memoria de su martirio, librara Dios a los cristianos y a los animales de todo mal. La voz le respondió: “Hágase como lo has pedido, mi generoso atleta”, y al momento sin que el cuello de san Caralampio fuera tocado por la espada murió al instante, a la edad de 113 años.

El culto a San Caralampio en especial movido por su leyenda tuvo gran fuerza durante los siglos XVIII y XIX. En Portugal y Galicia se le venera en algunos sitios. En México, específicamente en la población de Comitán de Domínguez, Chiapas, existe actualmente un fuerte culto por este santo, ya que se cuenta que en el siglo XIX llegó un soldado algunos dicen que proveniente de Cuba, otros que de Guatemala, que traía consigo una novena de san Caralampio y que un hombre de nombre Raymundo Solís que habitaba en el barrio en el que actualmente se levanta el templo del santo se la compró. Mandó a hacer una imagen a Guatemala que fuera similar a la de la novena. Siendo el pueblo atacado por una terrible peste, toda la gente se moría. A excepción de la casa del señor Raymundo todas las casas habían sido infectadas, y ante esto coincidieron que se debía a la intercesión de San Caralampio por lo que el pueblo entero decidió llevar en procesión la imagen del santo prometiéndole celebrar su fiesta anualmente con lo que al poco tiempo cesó la peste en Comitán y de esta forma inició su culto.


Fuente:
Lic. André Efrén Ordóñez.

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