Santa Ida de Toggenburg, reclusa.
Santa Ida de Toggenburg, reclusa.
De esposa desgraciada de un hombre, a esposa feliz de Cristo.
Santa Ida de Toggenburg, reclusa. 3 de noviembre.
Vivió en el siglo XII, se casó muy joven con el conde de Toggenburg, del que enviudó, volviéndose a casar y enviudando por segunda vez. Luego de esto, decidió hacer vida de reclusa, emparedada en una pequeña celda junto a la pared exterior del monasterio de Fischingen (por eso a veces aparece como Ida de Fischingen), donde se dedicó a la oración y la penitencia, hasta que murió rodeada de veneración por los fieles y fue enterrada en la iglesia del monasterio, lo cual equivale a comenzar a ser venerada, pero sin embargo, no constan ni beatificación ni canonización oficiales. Esto es lo que se sabe realmente, como historia, o sea, casi nada, como una reclusa más.
Lo demás, pertenece a la leyenda que se urdió mucho tiempo después, casi 3 siglos después de su muerte: Al no darle hijos a Enrique, su primer marido (y único según la leyenda), este sospechó que Ida practicaba la brujería y que era adultera. A esto se le suma que apenas cumplido un año de matrimonio, un cuervo le había robado su anillo de bodas, cuando lo tenía en la ventana mientras se arreglaba el cabello. Un cazador lo encontró en el nido del pájaro, lo llevó al castillo y fue acusado de robo y castigado; sospechando el conde, que fuera este hombre el “amante” de Ida, le colgó por los pies y el hombre, en su angustia, “confesó” que ella le había dado el anillo en prenda de amor; de nada le valió, porque el conde le mato de un flechazo en el pecho.
Luego de esto, Enrique lanzó a Ida por la ventana dentro de un tonel, pero ella sobrevivió al caer al barranco, donde se le apareció un ciervo con fuego en las astas, que le guió hasta una cueva, donde haría vida de ermitaña. Enrique, arrepentido, comenzó una vida de penitencia y peregrinaciones. Al cabo de 17 años, estando de caza, persiguió un hermoso ciervo, que se refugió en una cueva. Enrique le siguió, e Ida le salió al paso, mandándole se marchara de allí, que era tierra sagrada. Se reconocieron, lloraron juntos, pues ella ya lo había perdonado. El le pregunta que puede hacer para resarcirle y ella le pide le lleve un rosario, y un sacerdote que le diga misa y le de la comunión. Hecho esto, cada vez que se celebraba la eucaristía, acudían los animales para oírla con devoción. Luego Ida sería llevada por el sacerdote al monasterio de Fischingen, etc., etc., como vimos al inicio.
Por ello se le representa con el ciervo, vestida de monja. A veces dentro de la celda y le acompaña el cuervo con el anillo en el pico. Es patrona contra los animales salvajes, la esterilidad de las mujeres, los dolores de cabeza y los mareos (tal vez por los tumbos que dio dentro del tonel).