San Guillermo de Malavalle, "el Grande".
Noble y pecador, penitente y eremita, monje y abad. Cuando la gracia de Cristo triunfa.
San Guillermo de Malavalle, "el Grande", penitente, fundador. 23 de octubre (agustinos) y 10 de febrero.
Hay que dividir esta "vida" en dos partes: una histórica, posterior a cuando Guillermo se hace conocido, y una legendaria, que intenta explicar su vida anterior. Según Butler los primeros datos sobre Guillermo los recogió su amigo y discípulo Alberto, de boca del mismo Guillermo, aunque es probable que solo haya escrito después de muerto el santo y sin contarle nada este, pues solo recoge datos desde 1153, cuando Guillermo se hizo famoso, callando datos anteriores que han tenido que llenarse con datos tomados erróneamente de las "vitae" de otros santos del mismo nombre.
La historia:
Lo primero, históricamente hablando, que de Guillermo se sabe es que en 1153 se estableció en un islote de la Toscana, llamado Lupocavio. Allí hizo una ermita y se dedicó a la contemplación y a la penitencia. Uno más de tantos eremitas que hubo. Pronto se le juntaron compañeros para imitar su vida, pero como sus penitencias y oración eran casi inimitables, el fervor de estos compañeros decayó, y Guillermo los dejó, para volver a vivir solo en Monte Prunio. Allí volvió a tener discípulos, pero estos resultaron ser unos malandrines pedigüeños de limosnas a los peregrinos que le visitaban, así que cuando los reprendió, estos lo echaron a palos. Regresó a Lupocavio, donde sus antiguos compañeros, ya cenobitas, no le admitieron. Y se fue entonces a un valle desértico, cerca de Castigline, Siena, conocido como Maleval, o "valle malo" donde nadie se atrevía a meterse, por las leyendas de diablos y espíritus que rondaban por allí.
Estamos ya en 1155. En Malavalle, como se conoce normalmente en español, Guillermo se metió en un hueco excavado en la tierra, una madriguera a saber de que animal, hasta que siendo visitado por el señor de Burian, este mandó a unos sirvientes le hicieran una celdita. En 1156 llegó a él quien sería su discípulo, amigo y biógrafo, como dije: Alberto, quien narra que Guillermo vivía de raíces, hierbas y frutos salvajes, en completa soledad, salvo por los molestos insectos, víboras o fierecillas que moraban por esas zonas. Solo comía un trozo de pan tres veces a la semana, no bebía vino sino diluido en agua. Levaba constantemente un cilicio, dormía en el suelo.
Estando para morir, Alberto le pidió no le dejara solo, y Guillermo le profetizó que en breve tendría un compañero, y aún serían más. Y se cumplió, pues ese mismo día, estando a la puerta de la celda, vio llegar un hombre que venía buscando el abandono del mundo, la penitencia y la oración, bajo el ejemplo y enseñanzas de el famoso Guillermo: Era Rainaldo, un médico. Alberto, temeroso de que la muerte inminente de Guillermo le hiciera abandonar, le pidió le curase, y si no lo lograba, hiciera sus votos a Dios inmediatamente. Y fue lo segundo lo que sucedió: San Guillermo le dio su bendición, le aceptó como discipulo, para inmediatamente morir en brazos de Alberto y en presencia de un sacerdote de Castigline, que le visitaba y le dio la comunión. Era el 10 de febrero de 1157.
Ya solos, Alberto y Rainaldo comenzaron a vivir las enseñanzas de Guillermo, que el primero de ellos había ido escribiendo, elaborando una sencilla Regla, aprobada en 1211 por Inocencio III. Y dieron comienzo a la Orden de los Guillermitas, que tuvo conventos en Italia, Francia o España. Eran monjes simples, duchos en la agricultura, innovaron muchísimo en esta labor, llevando sus enseñanzas a los pueblos durante las guerras, enfermedades y hambrunas. Se les considera inventores del sistema de regadío. Fueron absorbidos por los Ermitaños de San Agustín. San Guillermo fue canonizado bastante rápido, el 8 de mayo de 1202, por Inocencio III, aunque antes de los 20 años de su muerte Alejandro III había aprobado su culto. Hubo un monasterio sobre la tumba de San Guillermo, del que se conserva aún una ermita. Perdido el monasterio, sus reliquias serían trasladadas a la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Malavalle.
Y esto es la historia, y todo bien. Es cierto que existió Guillermo Duque de Aquitania "el Trovador", pero murió 50 años que San Guillermo, y cuando se elaboró la leyenda, el otrora ducado independiente de Aquitania había sido absorbido por el reino de Francia. Pero un santo fundador no podía tener un pasado desconocido, por lo que había que dotarle de una vida edificante ya fuera en obras, palabras, milagros. Y fue lo que hizo, entre otros, el monje Teodobaldo. Se tomaron vidas de santos del mismo nombre, o leyendas comunes a diferentes santos y se elaboró una "vida" anterior a la escrita por Alberto. Y es lo que toca ahora:
La leyenda:
Ni siquiera hay uniformidad, pues a base de añadir datos casi parecen vidas diferentes las que del santo se conocen. Los Bolandistas lo pusieron "a caldo", negando validez a todas, y salvando únicamente los escritos de Alberto, y aún con anotaciones, como verdaderos. La leyenda dice que Guillermo era duque de Aquitania (aquí copiaron de San Guillermo de Aquitania, 28 de mayo, del que se dice lo mismo), y conde de Poitiers. Llevaba una vida disoluta, alejado de la fe cristiana, siendo mal gobernante y enemigo de la paz y las buenas costumbres. Llegó a tomar por la fuerza a la mujer de su hermano y hacerla su concubina. En 1130 murió el papa Honorio II y una mayoría cardenales eligieron fraudulentamente al antipapa Anacleto II, y una minoría, que incluso le abandonaría, eligió a Inocencio II. Mientras Anacleto se hacía consagrar solemnemente, Inocencio hubo de huir a Francia, donde le apoyaban la mayoría de los príncipes cristianos. Se convocó un Concilio en Francia, donde la voz cantante la llevó San Bernardo de Claraval (20 de agosto), que se decantó oficialmente por Inocencio II. Todos los príncipes y nobles franceses apoyaron a San Bernardo, menos el duque de Aquitania, supuestamente nuestro Guillermo, que apoyaba a Anacleto. San Bernardo se reunió con él en Poitiers, siendo imposible convencerle.
Guillermo, libre de obediencia al que Francia consideraba papa, desterró obispos fieles a la Iglesia, se incautó bienes eclesiásticos, expulsó monjes... vamos, un desaguisado. San Bernardo volvió a reunirse con Guillermo, pero este, erre que erre, se negó a restituir nada a la Iglesia, ni a admitir a los obispos o religiosos expulsados. Incluso prohibió a San Bernardo entrar a cualquiera de las iglesias de sus territorios. Pero este, ni caso, se dirigió a la catedral a cantar misa. Guillermo le siguió y entró en el momento en que San Bernardo elevaba el Sacramento. Y se produjo el milagro: un rayo de gracia tocó el corazón de Guillermo, que cayó a los pies de San Bernardo, arrepentido de su impiedad y maldades. Y ya la historia pondría en su sitio a Anacleto a Inocencio, nosotros seguimos con la leyenda de San Guillermo.
Arrepentido pues, quiso buscar dirección espiritual, y se acercó a un ermitaño que vivía cerca de su castillo, pero este espantado al ver llegar a semejante déspota, no quiso saber de él, ni le creyó su arrepentimiento. Y se fue adonde otro eremita que, conociendo la verdad por una revelación, le dijo que vendiera todos sus bienes alos pobres, fundiera su armadura y forjara un vestido de cadenas y con esto puesto y descalzo, fuera pedir perdón al papa. Y así hizo, se quedó desnudo y un herrero le hizo un vestido de cadenas, y descalzo se fue a Roma. El papa le recibió, pero no le creyó su arrepentimiento, diciéndole "aunque Dios puede hacer hijos de Abraham de las piedras [Mt. 3, 9], no tengo razón para creer que convierta a lobos en ovejas". Así que le pidió tiempo y pruebas, enviándole de peregrinación a Jerusalén, a escuchar el juicio del Patriarca jerosolimitano. Pero este era hijo de un exfuncionario de Guillermo, que las había pasado duras, así que le exigió más penitencia.
Nueve años vivió Guillermo en una celda sin techo, cerca de la residencia del Patriarca, con su vestido de cadenas y un manto de pelo, ayunando a pan y agua,y con una piedra como almohada. Al cabo de este tiempo, sus familiares, informados por unos marineros, fueron a buscarle para llevarle de nuevo a casa, para que gobernara, ya de otra manera, con justicia y caridad. Se dejó convencer, y camino de casa, pasó por Lucca, que estaba en guerra. Sabiendo quien era, los lucanos le pusieron al frente de sus ejércitos, prometiéndole bienes y riquezas. Pero Dios tenía otros planes, así que antes de entrar en batalla, le dejó ciego (y esto lo metieron aquí, sacándolo de la leyenda del soldado eremita San Guillermo de Mariemont, 16 de octubre). Arrepentido, prometió volver a la penitencia si sanaba, cosa que pasó, así que volvió a Jerusalén. En el viaje de regreso la nave fue atacada por los sarracenos, pero al verle tan pobrey penitente le dejaron en paz. Dos años vivió en Jerusalén, pero intranquilo, porque sus familiares sabían donde estaba, así que desapareció en la noche y se fue de peregrino a Santiago de Compostela. Al regresar, se quedó en Italia, donde ya sabemos estuvo de eremita. Otra leyenda (copiada de San Guillermo Firmatus, 24 de abril) dice que dominaba los animales, pues unas fieras le atacaron y él hizo se devorasen entre ellos. También predicaba a los pájaros y incluso expulsó un dragón que asolaba las cosechas aterrorizando a los campesinos de Castigline.
Y aquí la leyenda entronca con la historia que vimos anteriormente: Lupocavio, Monte Prunio, Malvalle, etc. Se le llama "el Grande", porque su vida (su leyenda, vamos) inspiró a muchos ermitaños y se le consideraba uno de los modelos y padre de los penitentes. Es patrono de los herreros, armeros, hojalateros y trabajadores del plomo.
Fuentes:
-"Iconografía del arte colonial". Volumen I, Parte 2. Fundación Tarea, 1992.
-"Diccionario universal de Historia y de Geografía". Tomo III. Francisco de Paula Mellado. Madrid, 1847.
-"Historia de los agustinos recoletos: Desde los orígenes hasta el siglo XIX". Ángel Martínez Cuesta. Editorial Augustinus, 1995.
-"Liturgia Agustiniana de las Horas". Roma, 2010.
Hay que dividir esta "vida" en dos partes: una histórica, posterior a cuando Guillermo se hace conocido, y una legendaria, que intenta explicar su vida anterior. Según Butler los primeros datos sobre Guillermo los recogió su amigo y discípulo Alberto, de boca del mismo Guillermo, aunque es probable que solo haya escrito después de muerto el santo y sin contarle nada este, pues solo recoge datos desde 1153, cuando Guillermo se hizo famoso, callando datos anteriores que han tenido que llenarse con datos tomados erróneamente de las "vitae" de otros santos del mismo nombre.
La historia:
Lo primero, históricamente hablando, que de Guillermo se sabe es que en 1153 se estableció en un islote de la Toscana, llamado Lupocavio. Allí hizo una ermita y se dedicó a la contemplación y a la penitencia. Uno más de tantos eremitas que hubo. Pronto se le juntaron compañeros para imitar su vida, pero como sus penitencias y oración eran casi inimitables, el fervor de estos compañeros decayó, y Guillermo los dejó, para volver a vivir solo en Monte Prunio. Allí volvió a tener discípulos, pero estos resultaron ser unos malandrines pedigüeños de limosnas a los peregrinos que le visitaban, así que cuando los reprendió, estos lo echaron a palos. Regresó a Lupocavio, donde sus antiguos compañeros, ya cenobitas, no le admitieron. Y se fue entonces a un valle desértico, cerca de Castigline, Siena, conocido como Maleval, o "valle malo" donde nadie se atrevía a meterse, por las leyendas de diablos y espíritus que rondaban por allí.
Estamos ya en 1155. En Malavalle, como se conoce normalmente en español, Guillermo se metió en un hueco excavado en la tierra, una madriguera a saber de que animal, hasta que siendo visitado por el señor de Burian, este mandó a unos sirvientes le hicieran una celdita. En 1156 llegó a él quien sería su discípulo, amigo y biógrafo, como dije: Alberto, quien narra que Guillermo vivía de raíces, hierbas y frutos salvajes, en completa soledad, salvo por los molestos insectos, víboras o fierecillas que moraban por esas zonas. Solo comía un trozo de pan tres veces a la semana, no bebía vino sino diluido en agua. Levaba constantemente un cilicio, dormía en el suelo.
Estando para morir, Alberto le pidió no le dejara solo, y Guillermo le profetizó que en breve tendría un compañero, y aún serían más. Y se cumplió, pues ese mismo día, estando a la puerta de la celda, vio llegar un hombre que venía buscando el abandono del mundo, la penitencia y la oración, bajo el ejemplo y enseñanzas de el famoso Guillermo: Era Rainaldo, un médico. Alberto, temeroso de que la muerte inminente de Guillermo le hiciera abandonar, le pidió le curase, y si no lo lograba, hiciera sus votos a Dios inmediatamente. Y fue lo segundo lo que sucedió: San Guillermo le dio su bendición, le aceptó como discipulo, para inmediatamente morir en brazos de Alberto y en presencia de un sacerdote de Castigline, que le visitaba y le dio la comunión. Era el 10 de febrero de 1157.
Ya solos, Alberto y Rainaldo comenzaron a vivir las enseñanzas de Guillermo, que el primero de ellos había ido escribiendo, elaborando una sencilla Regla, aprobada en 1211 por Inocencio III. Y dieron comienzo a la Orden de los Guillermitas, que tuvo conventos en Italia, Francia o España. Eran monjes simples, duchos en la agricultura, innovaron muchísimo en esta labor, llevando sus enseñanzas a los pueblos durante las guerras, enfermedades y hambrunas. Se les considera inventores del sistema de regadío. Fueron absorbidos por los Ermitaños de San Agustín. San Guillermo fue canonizado bastante rápido, el 8 de mayo de 1202, por Inocencio III, aunque antes de los 20 años de su muerte Alejandro III había aprobado su culto. Hubo un monasterio sobre la tumba de San Guillermo, del que se conserva aún una ermita. Perdido el monasterio, sus reliquias serían trasladadas a la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Malavalle.
Y esto es la historia, y todo bien. Es cierto que existió Guillermo Duque de Aquitania "el Trovador", pero murió 50 años que San Guillermo, y cuando se elaboró la leyenda, el otrora ducado independiente de Aquitania había sido absorbido por el reino de Francia. Pero un santo fundador no podía tener un pasado desconocido, por lo que había que dotarle de una vida edificante ya fuera en obras, palabras, milagros. Y fue lo que hizo, entre otros, el monje Teodobaldo. Se tomaron vidas de santos del mismo nombre, o leyendas comunes a diferentes santos y se elaboró una "vida" anterior a la escrita por Alberto. Y es lo que toca ahora:
La leyenda:
Ni siquiera hay uniformidad, pues a base de añadir datos casi parecen vidas diferentes las que del santo se conocen. Los Bolandistas lo pusieron "a caldo", negando validez a todas, y salvando únicamente los escritos de Alberto, y aún con anotaciones, como verdaderos. La leyenda dice que Guillermo era duque de Aquitania (aquí copiaron de San Guillermo de Aquitania, 28 de mayo, del que se dice lo mismo), y conde de Poitiers. Llevaba una vida disoluta, alejado de la fe cristiana, siendo mal gobernante y enemigo de la paz y las buenas costumbres. Llegó a tomar por la fuerza a la mujer de su hermano y hacerla su concubina. En 1130 murió el papa Honorio II y una mayoría cardenales eligieron fraudulentamente al antipapa Anacleto II, y una minoría, que incluso le abandonaría, eligió a Inocencio II. Mientras Anacleto se hacía consagrar solemnemente, Inocencio hubo de huir a Francia, donde le apoyaban la mayoría de los príncipes cristianos. Se convocó un Concilio en Francia, donde la voz cantante la llevó San Bernardo de Claraval (20 de agosto), que se decantó oficialmente por Inocencio II. Todos los príncipes y nobles franceses apoyaron a San Bernardo, menos el duque de Aquitania, supuestamente nuestro Guillermo, que apoyaba a Anacleto. San Bernardo se reunió con él en Poitiers, siendo imposible convencerle.
Guillermo, libre de obediencia al que Francia consideraba papa, desterró obispos fieles a la Iglesia, se incautó bienes eclesiásticos, expulsó monjes... vamos, un desaguisado. San Bernardo volvió a reunirse con Guillermo, pero este, erre que erre, se negó a restituir nada a la Iglesia, ni a admitir a los obispos o religiosos expulsados. Incluso prohibió a San Bernardo entrar a cualquiera de las iglesias de sus territorios. Pero este, ni caso, se dirigió a la catedral a cantar misa. Guillermo le siguió y entró en el momento en que San Bernardo elevaba el Sacramento. Y se produjo el milagro: un rayo de gracia tocó el corazón de Guillermo, que cayó a los pies de San Bernardo, arrepentido de su impiedad y maldades. Y ya la historia pondría en su sitio a Anacleto a Inocencio, nosotros seguimos con la leyenda de San Guillermo.
Arrepentido pues, quiso buscar dirección espiritual, y se acercó a un ermitaño que vivía cerca de su castillo, pero este espantado al ver llegar a semejante déspota, no quiso saber de él, ni le creyó su arrepentimiento. Y se fue adonde otro eremita que, conociendo la verdad por una revelación, le dijo que vendiera todos sus bienes alos pobres, fundiera su armadura y forjara un vestido de cadenas y con esto puesto y descalzo, fuera pedir perdón al papa. Y así hizo, se quedó desnudo y un herrero le hizo un vestido de cadenas, y descalzo se fue a Roma. El papa le recibió, pero no le creyó su arrepentimiento, diciéndole "aunque Dios puede hacer hijos de Abraham de las piedras [Mt. 3, 9], no tengo razón para creer que convierta a lobos en ovejas". Así que le pidió tiempo y pruebas, enviándole de peregrinación a Jerusalén, a escuchar el juicio del Patriarca jerosolimitano. Pero este era hijo de un exfuncionario de Guillermo, que las había pasado duras, así que le exigió más penitencia.
Nueve años vivió Guillermo en una celda sin techo, cerca de la residencia del Patriarca, con su vestido de cadenas y un manto de pelo, ayunando a pan y agua,y con una piedra como almohada. Al cabo de este tiempo, sus familiares, informados por unos marineros, fueron a buscarle para llevarle de nuevo a casa, para que gobernara, ya de otra manera, con justicia y caridad. Se dejó convencer, y camino de casa, pasó por Lucca, que estaba en guerra. Sabiendo quien era, los lucanos le pusieron al frente de sus ejércitos, prometiéndole bienes y riquezas. Pero Dios tenía otros planes, así que antes de entrar en batalla, le dejó ciego (y esto lo metieron aquí, sacándolo de la leyenda del soldado eremita San Guillermo de Mariemont, 16 de octubre). Arrepentido, prometió volver a la penitencia si sanaba, cosa que pasó, así que volvió a Jerusalén. En el viaje de regreso la nave fue atacada por los sarracenos, pero al verle tan pobrey penitente le dejaron en paz. Dos años vivió en Jerusalén, pero intranquilo, porque sus familiares sabían donde estaba, así que desapareció en la noche y se fue de peregrino a Santiago de Compostela. Al regresar, se quedó en Italia, donde ya sabemos estuvo de eremita. Otra leyenda (copiada de San Guillermo Firmatus, 24 de abril) dice que dominaba los animales, pues unas fieras le atacaron y él hizo se devorasen entre ellos. También predicaba a los pájaros y incluso expulsó un dragón que asolaba las cosechas aterrorizando a los campesinos de Castigline.
Y aquí la leyenda entronca con la historia que vimos anteriormente: Lupocavio, Monte Prunio, Malvalle, etc. Se le llama "el Grande", porque su vida (su leyenda, vamos) inspiró a muchos ermitaños y se le consideraba uno de los modelos y padre de los penitentes. Es patrono de los herreros, armeros, hojalateros y trabajadores del plomo.
Fuentes:
-"Iconografía del arte colonial". Volumen I, Parte 2. Fundación Tarea, 1992.
-"Diccionario universal de Historia y de Geografía". Tomo III. Francisco de Paula Mellado. Madrid, 1847.
-"Historia de los agustinos recoletos: Desde los orígenes hasta el siglo XIX". Ángel Martínez Cuesta. Editorial Augustinus, 1995.
-"Liturgia Agustiniana de las Horas". Roma, 2010.
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