Santa Angadrême, abadesa.
Santa Angadrême de Beauvais, abadesa. 14 de octubre y 27 de junio o domingo más cercano (patrocinio sobre Beauvais).
Angadrême (Angadrisma) fue hija de Robert, conde de Renty, y originaria de Thérouanne (antiguamente de Flandes y hoy de Arras). Su padre era ministro de Justicia de Clotario III. Desconocemos el nombre de su madre, que era prima hermana de San Lamberto de Lyon (14 de abril). Ambos eran buenos cristianos, piadosos y rectos. Angadrême desde niña era hermosa y estaba dotada con grandes cualidades, como la virtud, la sencillez y el amor por los pobres. Fue educada con esmero, para convertirla en una mujer recta, de la que hablan las Sagradas Escrituras. Siendo adolescente comenzó a dirigirse con su obispo, San Omer de Thérouanne (1 de noviembre), el cual la fue inclinando aún más por la senda de la virtud, la renuncia del mundo y el amor por la vida en castidad. Así no es de extrañar que con tan solo 13 años hiciera un voto de virginidad, redoblara sus penitencias y ayunos, en busca de la perla preciosa de la santidad.
Cuando tenía 15 años, su padre, ajeno a este voto, la comprometió con San Ansbert (9 de febrero), hijo del noble señor de Chaussy. La joven quedó sorprendida con este compromiso, y entristeció profundamente, pues atentaba contra su voto de virginidad. Aun así, decidió obedecer a su padre, confiando en la providencia de Dios y aceptó el compromiso. Y resulta que apenas conoció a Ansbert, este le reveló que tampoco quería casarse, y que había aceptado por obedecer a su padre. Apenas comunicaron sus sentimientos, se sintieron aliviados y resolvieron juntos pedir a Dios les diese luz y pusiese su mano para librarles. Y ocurrió una maravilla: en el acto, Angadrême enfermó de lepra, quedando deforme. Los padres de Ansbert, viendo aquello, se negaron al matrimonio, rompiendo el compromiso y quedando los jóvenes libres. Ansbert tomó el estado religioso, llegó a ser canciller del reino y obispo. Angadrême por su parte, confesó a su padre que había consagrado su virginidad y que por ello, Jesucristo no había permitido que fuera tomada por esposa por otro. Pidió a su padre le dejara tomar el velo moástico, para lo cual ambos fueron adonde San Owen de Rouen (24 de agosto). Este accedió a consagrarla, y al momento de pronunciar los votos la joven, la lepra desapareció de su cuerpo, quedando aún más hermosa que antes.
Owen la llevó a un monasterio femenino que había fundado recientemente en su diócesis, para que aprendiera las costumbres religiosas y se adentrara en el servicio de Jesucristo. Pronto se ganó el cariño de las monjas, por su docilidad, caridad, paciencia y otras virtudes. Al poco tiempo, Angadrême fue elegida abadesa por sus hermanas. Aunque se negaba a ello, tuvo que aceptar ante los ruegos de las monjas, que la querían para que las condujese cual pastora. Fue una verdadera madre con las religiosas: siempre atenta a las débiles, las enfermas, pronta a la corrección de las costumbres sin ser áspera. Caritativa y paciente con las faltas de las demás, pero inflexible con las faltas propias. Jamás ordenaba nada sin hacerlo ella antes, no rehuía de los trabajos difíciles y cuando exigía sacrificios y renuncias, ya ella misma los había hecho. Bajo su mandado, la abadía creció y se multiplicó en bienes y en religiosas. No existía la clausura papal, por lo que las monjas atendían una escuela para niñas y un hospital, que igualmente daban buena fama al monasterio.
Angadrême solía visitar las reliquias de los santos mártires de Beauvais, Luciano, Maximiano y Julián (8 de enero), así mismo demostraba gran devoción al santo abad y fundador San Evroult (25 de julio). Cuenta la leyenda que un día en que veneraba sus reliquias en la iglesia de Nuestra Señora, un fuego se desató y nuestra Angadrême tomó las reliquias y con ellas conjuró al fuego que inmediatamente se extinguió. Otros milagros se cuentan, como aquel en el que la santa se dirigía a la iglesia de San Miguel a orar y como era muy oscuro, pidió fuego a un panadero para poner en su farol. Este, molesto con la interrupción, le arrojó unas brasas a sus ropas, y la santa las recogió en el regazo y sin quemarse las colocó en su lámpara. El panadero le pidió perdón al ver el prodigio.
Treinta años gobernó nuestra santa su monasterio, santificándose diariamente y santificando a sus hijas. Cuando se sintió morir llamó a sus hijas y les dijo "A punto de alcanzar a mi Dios y mi juez", yo, su indigna abadesa, os pido perdón por todos los malos ejemplos que os he podido dar. No merezco vuestro perdón, pero tendréis compasión de mí y de mis debilidades". Recibió la comunión y acto seguido, falleció en paz el 14 de octubre del año 695. Fue sepultada en el monasterio, y su tumba fue inmediatamente sitio de milagros para aquellos que la invocaban. Más de una curación se efectuó allí, a los ojos de todos.
Culto y reliquias.
En el siglo IX, ante el miedo que causaban los estragos de los normandos en la región, las reliquias de la santa se trasladaron al interior de la ciudad, a la iglesia de San Miguel. E hicieron bien, pues la abadía fue destruida en 851 (fue reconstruida en 1036 en un sitio cercano). En 1472 la santa demostró su protección sobre la ciudad, cuando Carlos el Temerario y los borgoñones sitiaron Beauvais. A punto de ser tomada la ciudad, los habitantes invocaron a la santa y llevaron las reliquias hasta las murallas. Los borgoñones comenzaron a retirarse y esta victoria fue tomada como un signo de protección, y corrieron todos a la iglesia de San Miguel a dar gracias a Santa Angadrême y procesionaron sus reliquias. El rey Luis XI estableció que todos los años, el 27 de junio se conmemorase esta protección con una procesión solemne de las reliquias de la santa. Esta procesión se prohibió durante la Revolución Francesa y se retomó en 1805. En 1810 se demolió la iglesia de San Miguel para hacer una avenida, y las reliquias se llevaron a la catedral de Beauvais donde se veneran. En 1839 la procesión comenzó a ser solamente civil, sin elemento religioso alguno. En 1885 los católicos la retoman, pero los sacerdotes no forman parte de ella, por cuestiones políticas. A partir de 1890 y hasta 1908 se realizan dos: una civil y otra estrictamente religiosa, con las reliquias de la santa. A partir de 1914 se convierte exclusivamente en una festividad civil. Luego de la II Guerra Mundial se retoma, pero sin participación religiosa. Actualmente se realiza el domingo más cercano al 27 de junio.
Santa Angadrême es patrona Beauvais, se le invocaba contra la lepra y males de la piel.
Fuentes:
-"Vie de les Saints de Beauvais". P. AGATHON SABATIER. Beauvais, 1876.
-"Histoire du Diocèse de Beauvais". P. CHARLES DELETTRE. Beauvais, 1842.
- http://oise.catholique.fr