San Hipólito. El elocuente.
Heriberto nació en Worms en el año 970, siendo hijo de Hugo y Gräfin, duques de esta ciudad. Estudió en la escuela de la catedral de Worms y en el monasterio benedictino de Gorza y, por su linaje fue nombrado rector de la catedral de Worms. En el 994 fue ordenado sacerdote y nombrado canciller del reino alemán en Italia por el emperador Otón III, del que fue gran amigo, consejero y compañero de sus viajes a Roma. En el 999, con 29 años, estando aún en Roma con el emperador, fue elegido arzobispo
San Hipólito, obispo y mártir. 22 de octubre.
Lo primero que nos llama la atención y nos hace sospechar, es que de este santo se conocen sus obras, o al menos las que le atribuyen, y sin embargo, de su vida lo que nos ha llegado es un batiburrillo de datos contradictorios entre sí, algunos de ellos. No son pocos los Padres de la Iglesia que se refieren a él, como San Jerónimo (30 de septiembre y 9 de mayo, traslación de las reliquias) y San Juan Crisóstomo (27 de enero, traslación de las reliquias a Constantinopla; 30 de enero, Synaxis de los Tres patriarcas: Juan, Gregorio y Basilio; 13 de septiembre, muerte; 13 de noviembre, Iglesia oriental; 15 de diciembre consagración episcopal), que le llama “fuente de luz, testigo fiel, doctor santísimo, y varón lleno de dulzura y caridad”. Y es que sus obras fueron vastas: contra los herejes para probar la verdad de la Santísima Trinidad, homilías con motivo de festividades, tratados sobre la Encarnación y Resurrección de Cristo, un ciclo pascual de dieciséis años, una crónica de la Iglesia desde los orígenes hasta 222, comentarios sobre las Escrituras y los misterios de Cristo, etc., profecías sobre el Anticristo y el fin del mundo a partir de interpretar a los profetas bíblicos (en 1661 se halló en la Biblioteca Vaticana este tratado). Y sin embargo, de él nada.
San Jerónimo dice basarse en sus comentarios a las Escrituras, San Gelasio (21 de noviembre) dice era arzobispo primado de toda Arabia, pero el martirologio pseudojeronimiano le hace obispo de Porto, en la desembocadura del Tíber y cerca de Roma. Focio dice que fue discípulo de San Ireneo de Lyon (28 de junio y 23 de agosto) y de San Clemente de Alejandría (4 y 5 de diciembre), y a su vez, maestro de Orígenes. Eusebio igualmente le hace obispo y además, mártir. Ahogado, según calendarios orientales del siglo VIII, y Baronio lo confirma señalando que él conoció en el Porto, el pozo en el que lo lanzaron y una iglesia en ruidas dedicada a su memoria. Si bien el martirologio le hace padecer el martirio en 235, San Gregorio de Tours le sitúa alcanzando la gloria en 251, imperando Decio. Para poder casar todas estas noticias hay que ponerlo constantemente en Oriente y Occidente al mismo tiempo, como maestro de unos y discípulo de otros.
En el siglo XVI, en las famosas excavaciones romanas, se halló una estatua de mármol de un San Hipólito, obispo, sentado en cátedra y con una estela en la que aparecía el ciclo pascual atribuido al santo. Luego otros documentos arrojaron luz, sobre que allí había habido una iglesia dedicada a la memoria de San Hipólito, aunque algunos creen que fue al mártir romano del 13 de agosto. Para más inri, a 30 de enero aparece un San Hipólito presbítero y mártir, escritor prolífico e igualmente ahogado por causa de Cristo. En resumen, lo más probable es que haya habido un obispo mártir al cual se le ha dado la autoría de varias obras apócrifas y anónimas.
Fuente:
-“Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año”. Agosto. JEAN CROISSET. S.I. Barcelona, 1863.