San Eliseo, Profeta.
Eliseo, discípulo de Elías y padre de profetas. La leyenda carmelitana le hace uno de los suyos.
Si para el Carmelo, el profeta San Elías (20 de julio, 12 de enero, en la Iglesia Oriental, la ascensión al Paraíso; y 20 de junio, traslación de reliquias a la iglesia de los Santos Apóstoles en Constantinopla) era el fundador directo, lógico fue pensar y enseñar que Eliseo, su discípulo, fuera también su sucesor, y considerado igualmente Padre de los carmelitas. Los hechos de Eliseo los podéis leer en los Libros de Reyes 1 y 2, y como ya está muy visto, no nos detendremos en ello, sino por arriba y para mostrar como a lo sabido ya, se le ha añadido detalles propios del Carmelo.
San Eliseo Profeta, Padre del Carmelo. (14; 20 de junio, traslación de reliquias a la iglesia de los Santos Apóstoles en Constantinopla; 16 de octubre)
Nació Eliseo ("salud de Dios" significa su nombre), según la "Historia Profética", en el año 3097 de la creación del mundo, en Abeumela, de la tierra de Galaad, y era hijo de Saphat, campesino rico de la tribu de Rubén. Su nacimiento fue anunciado con un portento: Un becerro de bronce que se adoraba Gilgal por orden de Jeroboam, bramó fuertemente al momento de nacer Eliseo, por lo cual, uno de los sacerdotes que le daban culto, dijo: "Hoy ha nacido el que será la ruina de los ídolos". Fue educado en el trabajo, la piedad y las buenas costumbres. Fue virgen siempre, ya que no se inclinó nunca por el matrimonio, a pesar de haberle propuesto sus padres buenas jóvenes casaderas. Así, a los 30 años, estando trabajando en las tierras de su padre, le encontró Elías, que bajaba luego de ungir a los reyes de Siria e Israel. Dios le había llamado y Elías tenía que ungirle como profeta y apóstol del Señor; le ungió con óleo y le cubrió con su manto, consagrándolo para Dios. Eliseo se despidió de sus parientes y, en manos de Elías, prometió obediencia, pobreza y castidad a Dios.
Y ambos subieron luego al Monte Carmelo, donde comenzaron una vida de penitencia y oración, esperando Dios les llamara a la predicación. Vivieron doce años entre las cuevas del Carmelo, Eliseo formándose en el espíritu de Elías, aprendiendo la mortificación, los caminos de la oración y el celo por la gloria de Dios que veía en su maestro. Allí recibió el "cíngulo de la pureza" de manos angélicas. Allí recibieron a los demás profetas hijos de Elías, allí oraron en la primera capilla dedicada a la Madre de Dios, aún antes de su nacimiento (recordad, estamos narrando una leyenda), luego de la visión de Elías sobre la nubecilla en el mar. Y no solo su enseñanza, sino el mismo espíritu de Elías, quiso Eliseo recibir para continuar la obra de su Padre y Maestro. Así, en el año 3159 de la Creación, al saber por revelación que en breve Elías sería arrebatado al cielo, le acompañó en la visita que hizo este a los monasterios que había fundado en Gilgal, Betel y Jericó, para despedirse y dejar recomendaciones a sus hijos. Encaminados al Jordán, Elías y Eliseo se separaron de los demás profetas. Allí Eliseo pidió a Elías su doble espíritu. (Como "hijo mayor", le correspondía dos partes de la herencia. Simbolizan, según algunos Padres de la Iglesia, el espíritu de la predicación y el espíritu de la contemplación). La condición fue que si Eliseo lograba ver lo que pasaría, obtendría lo pedido. Y lo logró: Se vio bajar un carro de fuego del cielo que raptó a Elías, y este, al subir al cielo, se arrancó la capa y se la dejó caer a Eliseo, que la estrechó y la conservó como reliquia. Luego de esto, proclamado Eliseo por los demás profetas como superior, comienza su protagonismo (2 Reyes 2. 115)
En el Segundo libro de los Reyes, se leen estos y otros milagros de Eliseo, que pongo aquí, por el sabor carmelitano que les da "Flores del Carmelo", interpretando como una comunidad religiosa, con prior, novicios, procurador, etc., aquel grupo de profetas:
Los principales de la ciudad de Jericó acudieron a Eliseo para exponerle su problema: una fuente mana agua salobre, haciéndola peligrosa. Eliseo hace el milagro y la vuelve dulce (2 Reyes 2. 19-22). Bajando de Betel, pasando por una ciudad de paganos, 42 niños le gritaron "¡calvo, calvo!", y al punto, Eliseo envió dos osos que se los comieron (2 Reyes 2. 23-25). Pasó Eliseo al monte Carmelo donde contó y celebró por primera vez, la Ascensión de Elías al cielo, con sus hermanos.
Encontrando a una viuda de un "hijo de los profetas", no monje, que eran castos, sino terciario (os lo juro, este libro dice eso), esta le salió al paso y le contó su angustia: por las deudas, sus hijos serían vendidos. No teniendo otra cosa, Eliseo le mandó llenar la alcuza de aceite y rellenar con ese poco todas las tinajas que pudiera, y que lo usase para saldar su deuda. (2 Reyes 4. 1-7).
A la sunamita que le hospedó, le prometió descendencia, cuando ya había perdido la esperanza. Y a los tres años, el niño murió de una insolación, y la sunamita, esperanzada, se fue al Carmelo, donde acudían los fieles a oír la predicación de Eliseo. Viendola llegar, Eliseo mandó su novicio Giezi, pero ella insistió en verle a él. Eliseo consintió, mandando antes a Giezi con su propio báculo. Este fue por el camino presumiendo de que iba a obrar un milagro con la reliquia del báculo de Eliseo. Llegados a casa de la sunamita, Giezi no pudo resucitar al niño, pero al llegar Eliseo, se puso en oración, se tendió sobre el niño extendiendo los brazos, quedando en forma de cruz (la cruz, fuente de vida) y este despertó. (2 Reyes 4. 8-37).
Estando en el convento de Gilgal, vino el cocinero a decirle que no tenía nada que dar de comer a los hermanos, a lo que Eliseo le respondió que las hierbas silvestres abundaban, y aún debían dar gracias a Dios por ellas, que las daba sin que las cultivaran. Fue el cocinero al campo, recogió todo tipo de hierbas y las echó a guisar. Entre ellas, las había venenosas y fueron reconocidas por los religiosos, que avisaron a Eliseo, aunque por obediencia estaban dispuestos a comerlas. Eliseo, viendo el hambre y la obediencia de los hermanos, echó un poco de harina en el guiso, que quedó de deleitoso sabor y sin peligro de veneno. En este mismo convento multiplicó un pan que le dio al hermano Procurador un bienhechor. Y eran más de cien hermanos. (2 Reyes 4. 38-44).
En la fundación del convento del Jordán era tanta la pobreza que vivían los religiosos, que el hacha que usaban era prestada. Al caérsele al agua a uno de los hermanos, Eliseo la hizo flotar lanzando un palo al agua (2 Reyes 6. 1-7).
Naamán, general sirio enfermo de lepra, sabiendo de lo taumaturgo que era Eliseo fue a verlo a Samaría, cargado de oro, plata y ropajes, pensando comprar la salud. Eliseo le mandó se bañara siete veces en el Jordán, y este, rezongando, aconsejado por sus sirvientes, lo hizo finalmente, quedando sano. Eliseo, en virtud de la santa pobreza, se negó a aceptar regalo alguno por el don de Dios, pareciéndole cosa aborrecible. Naamán se marchaba cuando el novicio
Giezi le pareció mal no aceptar los regalos, cuando vendrían bien a los monasterios, y le pidió una parte del regalo, en nombre de Eliseo, para unos hermanos recién llegados. Naamán le dio plata y vestidos. Eliseo, al saberlo, por revelación divina, le echó de la Orden y le maldijo con la lepra que le había quitado a Naamán (2 Reyes 5).
En la guerra de Siria e Israel, Eliseo salvó varias veces al rey israelita de las emboscadas que le tendían los sirios. El rey sirio se dirigió a Dotán, rodenado el pueblo, para eliminar a Eliseo. Este se puso en oración y, aunque invisibles, se hicieron presente multitud de ángeles y potencias celestiales de parte de Dios, y es de pensar que el mismo San Elías estaría allí comandando al ejército del cielo. Eliseo hizo que quedaran ciegos y engañando a los sirios, les llevó a pleno corazón de Samaría, donde al recobrar la vista, los israelitas quisieron matarlos, pero el santo se negó, pidiendo compasión para ellos. Y los sirios se fueron confundidos y dejaron de hacer la guerra (2 Reyes 6. 8-23).
Otros hechos y milagros hizo Eliseo que ya podéis leer en los citados libros bíblicos. Con estos bastan. Y volvamos a la historia salpicada de leyenda. 52 años vivió Eliseo frente a la Orden, entre reyes rebeldes, padeciendo no poder vivir la soledad del Carmelo, recordando los días felices junto a su amado Padre Elías. Al fin, el santo profeta pudo dedicarse un tiempo a cultivar las virtudes de sus hijos, con su predicación, su ejemplo. Les visitaba y les recibía, exhortándoles a ser fieles a Dios, perseverantes en la predicación de la Palabra y orantes. A los 10 años de reinado de Joás, Eliseo se sintió morir y antes de hacerlo, profetizó al rey que finalmente vencería a los sirios. El 14 de junio del año 3204 de la Creación, 849 antes de Cristo, con 113 años, Eliseo murió entre sus amados hijos, que desde todos los conventos habían venido a acompañarle y venerar sus reliquias.
Aún después de muerto, su cuerpo continuó haciendo milagros. A un muerto lo echaron en su sepultura los amigos, al huir de unos moabitas, y el muerto resucitó al tocar las reliquias del santo. San Jerónimo (30 de septiembre y 9 de mayo), declara que el sepulcro de San Eliseo era venerado y los milagros frecuentes. En este sepulcro fueron sepultados también el profeta San Abdías (19 de noviembre) y el gran San Juan Bautista (24 de junio, Natividad; 24 de febrero, Primera Invención de la Cabeza; 29 de agosto, Degollación y Segunda Invención de la Cabeza; 25 de mayo, Tercera Invención de la Cabeza; 23 de septiembre, Imposición del nombre). En el siglo IV, Juliano el Apóstata profanó el sepulcro y quemó las reliquias, pero unos monjes lograron salvar unos pocos huesos y se fueron con ellos a Alejandría, desde donde pasó la supuesta cabeza de San Eliseo a la basílica de San Apolinar de Rávena. Otras reliquias fueron trasladadas a la iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla.
El culto a San Eliseo, siempre asociado a San Elías, tomó día propio a partir del siglo XV, y su memoria se comenzó a celebrar el 14 de junio, día en que los martirologios unánimemente señalan su deposición. Los Santos Padres y Doctores hablan bastante de Eliseo, como prefiguración de Cristo. Y los carmelitas Daniel de la Virgen María en sus obras "Speculum Carmelitanum" y "Vinea Carmeli"; o Francisco de Santa María en su "Historia Profética" le adornan y le ponen virtudes, hechos y discursos. Su memoria fue celebrada por los carmelitas descalzos hasta la reforma postconciliar, en que fue suprimido del propio. Los de la Antigua Observancia le conservan aún como "Padre Nuestro", aunque en un grado menor que a San Elías.
Su iconografía es abundante en los temas histórico-legendarios del Carmelo, generalmente se le pone junto a San Elías. En el tema pictórico de la "vinea carmeli", Eliseo aparece junto a Elías en la raíz del árbol: Elías planta la viña, y Eliseo la riega y hace fructificar. Otros atributos son la paloma bicéfala (el doble espíritu), la jarra o regadera, por lo dicho anteriormente, y claro, el hábito marrón y la capa blanca. Es frecuente ver su imagen en antiguos retablos junto a Elías y la Virgen.
Fuente:
-"Flores del Carmelo". FR. JOSÉ DE SANTA TERESA. Madrid, 1678.