San Bonifacio Mártir.
Una hermosa leyenda de martirios, reliquias y un antiguo culto.
San Bonifacio mártir. 14 de mayo, 25 de febrero (con Santa Aglais) y 5 de junio (Iglesias Orientales)
Esta historia que os traigo hoy fue muy conocida en la Edad Media y resistió hasta incluso la época barroca. En América es bastante frecuente las pinturas del santo. Ya se puede comprobar un culto a San Bonifacio desde el siglo IX y pudiera ser que tengan un viso de veracidad, aunque la leyenda los haya enriquecido con datos anecdóticos.
Dicha leyenda dice que Bonifacio era esclavo y amante de Aglae o Aglais, una dama romana noble y riquísima, que por llamar la atención llegó a costear en tres ocasiones grandes festejos y espectáculos públicos en la ciudad. Mientras ella era derrochadora, Bonifacio era comedido y amante de socorrer a los pobres, aunque ninguno era cristiano. Aun así, ella quiso poseer reliquias de algún mártir cristiano, ya que había oido decir que “los que honran a los que sufren por Jesús tendrán una parte en su gloria”. Al no haber persecusiones en Roma en esa época (año 306), ella envió a Bonifacio a Oriente con una buena suma de dinero, a conseguirle reliquias. Este, que ya habría recibido la gracia de la conversión, le responde: “no regresaré sin reliquias de mártires, pero, si no hallara, ¿aceptarías mi propio cuerpo como una de ellas?” Aglais no le haría mucho caso y Bonifacio partió a su misión y en todo el viaje ayunaría, no bebería vino y haría oración.
La Iglesia en aquella época gozaba de paz en Occidente, como dije, pero en Oriente la persecución inaugurada bajo Diocleciano era aún continuada bajo Galerio Maximiano, yera más feroz aún en Cilicia, por causa del gobernador Simplicio. Bonifacio se dirigió a Tarso, directamente a la corte del gobernador, donde se estaba efectuando un juicio contra los cristianos. Al ver esto, Bonifacio clamó: “¡Grande es el Dios de los cristianos! Grande es el Dios de los mártires! ¡Vosotros, siervos de Jesús, rueguen por mí para que yo me una a vosotros en la lucha contra el Diablo!” El gobernador enojado ordenó que fuera arrestado, azotado con varas y que le metieran cañas afiladas y púas bajo las uñas. Luego mandó le vertieran plomo ardiendo por la garganta, tormento que no le causó daño alguno.
Al ver tanta iniquidad del gobernador, el pueblo gritó “¡Grande es el Dios de los cristianos!” por lo que Simplicio, alarmado y temiendo una revuelta, huyó del lugar, pero al día siguiente mandó traer de nuevo a Bonifacio a su presencia y lo condenó a ser metido en una caldera de pez hirviendo de la que, otra vez, salió ileso. Finalmente le condenó a ser decapitado con la misma espda del santo. El cuerpo fue comprado en secreto por los otros siervos que le acompañaban, que lo embalsamaron y lo enviaron a Roma. Aglais salió a su encuentro en la Vía Latina, y acompañó el cortejo con una procesión de antorchas. En esta misma Vía Latina una iglesia para conservar el cuerpo del santo mártir, donde ella se consagró a hacer vida de oración y penitencia por sus pecados, muriendo al cabo de quince años. Fue enterrada junto a su amado Bonifacio.
Las reliquias se perdieron con el tiempo, y la devoción decayó, como para que incluso la iglesia pasara a llamarse "de San Alejo", al trasladarse allí las veneradas reliquias del santo. En 1603 las reliquias de San Bonifacio fueron halladas y depositadas junto a las de San Alejo (17 de julio, 17 de marzo, Iglesia Griega; 26 de febrero; 17 de junio, traslación de las reliquias; 3 de noviembre, calendarios siríaco y maronita).
Hay que decir que Butler no tiene el menor recelo de esta historia y dice que las actas son auténticas a pesar de la floritura impropia de la época del mártir. Pero la mayoría de autoridades en la materia, Bolandistas incluidos, dicen que no es más que una piadosa leyenda, con algún viso de veracidad en cuanto al mártir. En Europa del Norte, forma parte junto a San Mamerto de Vienne (11 de mayo), San Pancracio (12 de mayo) y San Servacio de Maastricht (13 de mayo) y Santa Sofía (15 de mayo), a los llamados “santos de hielo”; ya que los días de mediados de mayo tienden a ser excepcionalmente fríos para la época del año.
Fuentes:
-"Acta Sanctorum, Mayo, volumen III.
-"Vidas de los Santos". Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
Esta historia que os traigo hoy fue muy conocida en la Edad Media y resistió hasta incluso la época barroca. En América es bastante frecuente las pinturas del santo. Ya se puede comprobar un culto a San Bonifacio desde el siglo IX y pudiera ser que tengan un viso de veracidad, aunque la leyenda los haya enriquecido con datos anecdóticos.
Dicha leyenda dice que Bonifacio era esclavo y amante de Aglae o Aglais, una dama romana noble y riquísima, que por llamar la atención llegó a costear en tres ocasiones grandes festejos y espectáculos públicos en la ciudad. Mientras ella era derrochadora, Bonifacio era comedido y amante de socorrer a los pobres, aunque ninguno era cristiano. Aun así, ella quiso poseer reliquias de algún mártir cristiano, ya que había oido decir que “los que honran a los que sufren por Jesús tendrán una parte en su gloria”. Al no haber persecusiones en Roma en esa época (año 306), ella envió a Bonifacio a Oriente con una buena suma de dinero, a conseguirle reliquias. Este, que ya habría recibido la gracia de la conversión, le responde: “no regresaré sin reliquias de mártires, pero, si no hallara, ¿aceptarías mi propio cuerpo como una de ellas?” Aglais no le haría mucho caso y Bonifacio partió a su misión y en todo el viaje ayunaría, no bebería vino y haría oración.
La Iglesia en aquella época gozaba de paz en Occidente, como dije, pero en Oriente la persecución inaugurada bajo Diocleciano era aún continuada bajo Galerio Maximiano, yera más feroz aún en Cilicia, por causa del gobernador Simplicio. Bonifacio se dirigió a Tarso, directamente a la corte del gobernador, donde se estaba efectuando un juicio contra los cristianos. Al ver esto, Bonifacio clamó: “¡Grande es el Dios de los cristianos! Grande es el Dios de los mártires! ¡Vosotros, siervos de Jesús, rueguen por mí para que yo me una a vosotros en la lucha contra el Diablo!” El gobernador enojado ordenó que fuera arrestado, azotado con varas y que le metieran cañas afiladas y púas bajo las uñas. Luego mandó le vertieran plomo ardiendo por la garganta, tormento que no le causó daño alguno.
Al ver tanta iniquidad del gobernador, el pueblo gritó “¡Grande es el Dios de los cristianos!” por lo que Simplicio, alarmado y temiendo una revuelta, huyó del lugar, pero al día siguiente mandó traer de nuevo a Bonifacio a su presencia y lo condenó a ser metido en una caldera de pez hirviendo de la que, otra vez, salió ileso. Finalmente le condenó a ser decapitado con la misma espda del santo. El cuerpo fue comprado en secreto por los otros siervos que le acompañaban, que lo embalsamaron y lo enviaron a Roma. Aglais salió a su encuentro en la Vía Latina, y acompañó el cortejo con una procesión de antorchas. En esta misma Vía Latina una iglesia para conservar el cuerpo del santo mártir, donde ella se consagró a hacer vida de oración y penitencia por sus pecados, muriendo al cabo de quince años. Fue enterrada junto a su amado Bonifacio.
Las reliquias se perdieron con el tiempo, y la devoción decayó, como para que incluso la iglesia pasara a llamarse "de San Alejo", al trasladarse allí las veneradas reliquias del santo. En 1603 las reliquias de San Bonifacio fueron halladas y depositadas junto a las de San Alejo (17 de julio, 17 de marzo, Iglesia Griega; 26 de febrero; 17 de junio, traslación de las reliquias; 3 de noviembre, calendarios siríaco y maronita).
Hay que decir que Butler no tiene el menor recelo de esta historia y dice que las actas son auténticas a pesar de la floritura impropia de la época del mártir. Pero la mayoría de autoridades en la materia, Bolandistas incluidos, dicen que no es más que una piadosa leyenda, con algún viso de veracidad en cuanto al mártir. En Europa del Norte, forma parte junto a San Mamerto de Vienne (11 de mayo), San Pancracio (12 de mayo) y San Servacio de Maastricht (13 de mayo) y Santa Sofía (15 de mayo), a los llamados “santos de hielo”; ya que los días de mediados de mayo tienden a ser excepcionalmente fríos para la época del año.
Fuentes:
-"Acta Sanctorum, Mayo, volumen III.
-"Vidas de los Santos". Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
Comentarios