Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Santa Estrella, no; Santa Eustelle, sí

Una estrella luminosa, un ejemplo de conversión y de perseverancia en la fe de Cristo.

Ramón Rabre

Vidriera de la basílica de San Eutropio. Saintes.
Vidriera de la basílica de San Eutropio. Saintes.

Santa Eustelle, virgen ¿y mártir? 11 de mayo.
Estamos en el siglo III, cuando la Galia tiene un gobernador, que algunos autores llaman rey, no dando a entender fuera un rey independiente, sino en nombre de Roma. Este rey o gobernador tenía una hija bella en el cuerpo y el alma, llamada Eustelle, que significa “bien adornada”. La latinización a Stella (de donde pasó a Estrella en castellano) fue una recreación del escritor Frederic Mistral en el siglo XIX, cuando Eustelle pasó a ser patrona de un movimiento literario interesado en rescatar la literatura y lengua occitanas.

Y volviendo al siglo III. Llegando San Eutropio a la región, al comenzar a predicar el Evangelio, muy pronto Eustelle se convirtió a la fe cristiana, a pesar de que conocía el disgusto que daría a su padre, pero puedo más la gracia de Dios que los temores. Cambió de hábitos y costumbres, se volvió más mansa y obediente, más caritativa y dejó a otras jóvenes no cristianas que tenía como amigas, por el peligro que le suponían. Comenzó a orar más a menudo, a dejar los vestidos ricos y la pompa de su corte. Así pues, su padre conoció que se había convertido al cristianismo y la conminó a dejar esa nueva fe, pero Eustelle le respondió que antes prefería morir. Su padre le ofreció regalos, un ventajoso matrimonio y riquezas, pero ella permaneció firme en lugar de abandonar a Cristo y, antes bien, le predicó sobre la verdad de la fe, la vanidad del mundo, la supremacía de Jesucristo por encima de todas los ídolos y de sabidurías humanas.

De los halagos, el padre pasó a las amenazas y castigos, ante las cuales, Eustelle se mantuvo más firme aún. Entonces su padre la echó del palacio, a pesar de los ruegos de esclavos y cortesanos, que le pedían recapacitara. Eustelle aceptó gozosamente, dispuesta a padecer por Jesucristo y salió de casa, y se dirigió adonde Eutropio, que la recibió con gozo, aunque advirtiéndole de la persecución contra los cristianos por parte del imperio. Eustelle se retiró a una cabaña, donde recibía a Eutropio que le hablaba de las cosas del cielo y las excelencias de la consagración virginal a Dios, al que Eustelle determinó dedicar su vida como virgen consagrada. Aquí hay un largo discurso de tono moralista que no forma parte de la vida de San Eutropio, es solo un discurso de quien escribe el libro, haciendo patente el concepto de historia que hay en las hagiografías: los hechos tienen que estar al servicio de la formación, la apología, la fe. Es por eso que las vidas de santos adolecen muchas veces de verosimilitud, porque su historia está supeditada a la enseñanza y la predicación.

Sabiendo esto el padre de Eustelle, mandó asesinar a Eutropio, quien lo supo antes por una revelación divina. Así pues, los sicarios primero le apedrearon mientras estaba de rodillas, perdonándoles. Finalmente murió de un golpe en la cabeza. Eustelle y otros cristianos enterraron su cuerpo con gran veneración. Contaba el padre de Eustelle con que esto haría temer a su hija y que esta volvería a casa renunciando a la fe cristiana, pero no fue así: ella se mantuvo firme, si bien ya no nos dice más sobre ella la vida de San Eutropio. Lo más probable es que esta santa de nombre Eustelle sea una santa posterior, devota de San Eutropio, o una eremita de la zona, benefactora de la Iglesia y que con el tiempo se le haya asignado una vida relacionada con el santo.

Si Eustelle fue mártir o no, o si su propio padre, estilo Dióscoro-Bárbara, le quitaría la vida no lo sabemos. El Breviario de Saintes la pone como mártir a 11 de mayo, recogiendo la memoria "de la bienaventurada Eustelle, bautizada por San Eutropio, cuyo padre la mandó arrojar a la arena". Y como mártir aparece representada en algunas ocasiones. Añade que fue enterrada en la misma tumba de Eutropio, desde donde fueron trasladados al construirse la basílica de San Eutropio. O sea, que la da por mártir, aunque no consta en ningún otro sitio o leyenda. En 1845, en un reconocimiento de las reliquias de San Eutropio, se halló otro cráneo, de una persona joven, entre los 18 y 25 años, que se supuso fuera el de Eustelle, pero hay que reconocer que a esta conclusión se llegó a partir de la leyenda de que ella habría sido enterrada junto al santo obispo.

Todavía mantiene devoción en Saintes, donde hay una capilla y una fuente curativa, llamada “fuente de Santa Eustelle”. Allí acuden los fieles todavía, y las jóvenes que buscan marido cumplen con el rito de lanzar dos alfileres al aire, si caen en forma de cruz, es buen presagio, lo encontrarán pronto. Esta fuente se cree es el sitio donde se retiró, y que la fuente sería usada por ella y Eutropio, pero las excavaciones han descubierto que posiblemente sea una fuente anexa al anfiteatro de la ciudad, que está a unos metros del sitio y por tanto, muy anterior al siglo III. Y si no lo fuera, de todos modos sería poco probable que alguien que busca retiro lo haga precisamente junto a un anfiteatro, con todo el jaleo que allí habría. Aún así, la devoción es constante y varios milagros están documentados. Por ejemplo, en 1645, un sordomudo sanó al instante y, quince días más tarde, se repitió lo mismo con dos jóvenes a los que su madre llevó a la fuente, inspirada por el primer milagro.


Fuentes:

-"Dix mille saints: dictionnaire hagiographique". A. SIGIER. 1991.
-"France historique et monumentale". ABEL HUGO. 1837.
-"Les vies de tous les Saints de France". Tomo I. M. CH. BARTHELEMY. Versalles 1863.
-http://preguntasantoral.blogspot.com.es/

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