Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Shirin Musa denuncia cómo el feminismo «mira para otro lado» ante el matrimonio forzado islámico

Shirin Musa.
La activista Shirin Musa denuncia el silencio cómplice del feminismo ante costumbres de la cultura islámica como el matrimonio forzoso.

ReL

Hace escasas semanas, los principales medios de comunicación se hicieron eco de los 59 casos de matrimonios forzados en Cataluña ocurridos en los últimos cuatro años. Se trata de una práctica especialmente extendida en países de mayoría islámica y que cobran cada vez un mayor peso en países y ciudades occidentales europeas, como es el caso de Holanda.

Esta "costumbre", que fundamentalmente obliga a niñas menores de edad a contraer matrimonio con adultos, se encuentra implantada especialmente en el África subsahariana -donde cerca del 40% de mujeres jóvenes se casaron antes de los 18 años- y Asia, continente donde la cifra asciende al 30%.

Por países, aquellos en los que más mujeres de 20 a 24  años se casaron antes de los 15 años son Chad (30%), República Centroafricana (29%), Níger (28%), Bangladesh (22%) y Guinea (19%); y los países en los que se han casado antes de los 18 años son Níger (76%), República Centroafricana (68%), Chad (67%), Bangladesh (59%) y Mali (52%).

Como ya publicamos en Religión en Libertad, ONU Mujeres alertó en 2019 del cómputo total de niñas y adolescentes obligadas a casarse en el mundo: cada día, 34.500 niñas contraen matrimonio antes de cumplir los 18 años y actualmente se estima que un total de 650 millones de mujeres de todo el mundo fueron casadas cuando eran niñas, según UNICEF. 

No son pocos los casos en los que, cuando las menores obligadas a casarse desean retomar su vida y tratan de separarse, son brutalmente asesinadas. Uno de los últimos casos que más repercusión tuvieron en la prensa tuvo lugar el pasado 20 de mayo, cuando las hermanas Urooj y Anisa Abbas, pakistaníes residentes en España, fueron asesinadas con tan solo 21 y 24 años cuando se disponían a tomar esta decisión.

No solo en el Tercer Mundo: también sucede en el corazón de Europa

Entrevistada por Libertad Digital, la activista pakistaní Shirin Musa ha contado una historia, la suya, que es reveladora de esta realidad. También la ha denunciado.

En su caso, esta pakistaní ya tenía concertado el matrimonio con su primo nada más nacer, pero fue "lo suficientemente fuerte para decir que no". También tuvo suerte, pues su familia acabó trasladándose a Holanda cuando ella tenía 6 meses de vida.

Lo que no esperaba era que, superado su Calvario, se encontraría con la misma situación en el corazón de Europa.

"Tengo amigas en Holanda, de mi mismo entorno, que su familia tenía la misma esperanza y muchas de ellas se casaron con las personas que su familia quería", comenta.

En el caso de Europa, y también de España, estos casos se contabilizan únicamente cuando la mujer afectada los denuncia, por eso las cifras son especialmente difíciles de considerar con exactitud.

"Es muy difícil tener los números. Estas cosas suceden dentro de las familias y muchas chicas no se atreven a denunciarlo. No solamente es un matrimonio contra tu voluntad, también si tú quieres separarte y no te dejan. Entonces estás en una situación de cautiverio marital", destaca Shirin.

En España es representativo el caso de Cataluña, donde aún con estas dificultades, se han podido detectar casi seis decenas de enlaces forzosos en los últimos cuatro años.  

El feminismo cómplice del "relativismo cultural"

La que estuvo cerca de ser una víctima más del cautiverio marital islamista es cada vez más consciente de un silencio atronador.

Gran parte del feminismo, dice, prefiere "mirar para otro lado": "Sólo defienden derechos -digamos- de las mujeres autóctonas. Otras feministas están muy obsesionadas con el velo, nos quieren quitar el velo y piensan que eso es lo más importante. Pero hay temas mucho más importantes, como el matrimonio forzado o la mutilación genital".

"De eso se tendría que hablar más. Si no hablas con nosotras, si no defiendes nuestros derechos, también estás incurriendo en una exclusión. Ahora se habla mucho de inclusión, pero si sólo criticas racismo o xenofobia, y no entiendes lo que está sucediendo dentro de nuestras comunidades... Si no defiendes los derechos y libertades de las mujeres dentro de las comunidades inmigrantes, no estás siendo inclusivo", insiste.

En este sentido, la misma activista pakistaní reclama como alternativa que los inmigrantes de segunda o tercera generación deben "hablar bien el idioma para entrar en el mercado de trabajo, estar al corriente de cuáles son las leyes y saber cuáles son las consecuencias si violan los derechos de las mujeres".

"Tenemos que evitar que estén en una burbuja dentro de su propia comunidad y que no tengan suficientes contactos con el resto de la sociedad. Lo que no podemos tolerar nunca es ese relativismo cultural extremo", concluye: "Saber que sucede este tipo de violencia dentro de las comunidades inmigrantes y mirar para otro lado porque creemos que forma parte de su cultura".

Puedes esuchar aquí la entrevista completa de Libertad Digital a Shirin Musa. 

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