Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Es profesor de la Universidad Católica de América y ha hecho su propia investigación

Paul Sullins, sacerdote y sociólogo, critica el sesgo de los estudios anti-terapias de conversión

Paul Sullins, sociólogo y sacerdote.
El sacerdote y sociólogo Paul Sullins empezó a escrutar los estudios contrarios a las llamadas terapias reparativas porque encontraba en ellos graves fallos metodológicos y unas conclusiones contrarias a las obtenidas por él mismo como investigador. Foto: captura IFTCC [International Federation for Therapeutic and Counseling Choice].

ReL

A lo largo de las dos últimas décadas se han incrementado las medidas punitivas contra las denominadas "terapias de conversión" para personas que experimentan una atracción no deseada hacia personas de su mismo sexo. La Asociación Americana de Psicología y las principales organizaciones médicas condenan los llamados Ecosieg (en inglés, Sogiece, acrónimos para "esfuerzos de cambio de orientación sexual, identidad o expresión de género") citando estudios que las relacionan con mayores tasas de suicidio. Dichos estudios son citados por los activistas LGTBI para acusar a las terapias de ser coactivas y estar basadas en el "odio". El año pasado, Joe Biden emitió una orden ejecutiva en la que ordenaba a los organismos federales de Estados Unidos que impidieran que los programas financiados con fondos federales ofrecieran terapias de conversión.

Paul Sullins, profesor emérito de investigación sociológica en la Universidad Católica de América, ha revisado las investigaciones más recientes y ampliamente citadas que apoyan las afirmaciones en contra de la terapias de conversión. En un artículo publicado en 2022, El intento de cambiar la orientación sexual no incrementa el suicidio: corrección a una falsa narrativa investigadora, cuestionó la metodología empleada en los influyentes estudios que impulsaron la petición de una prohibición mundial de las terapias de conversión, y sus conclusiones han suscitado rechazo y debate.

Durante una entrevista en el National Catholic Register que le hizo su redactora jefe, Joan Frawley Desmond, el padre Sullins explicó por qué la metodología de los estudios era defectuosa. También se refirió a la "monocultura" dentro del mundo académico que ha permitido que estudios mal realizados y revisados por expertos hayan quedado en gran medida sin respuesta.

Asimismo, señaló signos de esperanza que animan a investigadores como él a seguir aportando investigaciones sólidas y basadas en pruebas que evalúen estos tratamientos y compartan información sobre lo que pueden y no pueden hacer por las personas que buscan ayuda

-¿Cómo es que abordó esta cuestión?

 -El doctor Christopher Rosik me invitó a firmar una carta editorial sobre los defectos de un estudio realizado en 2020 por Blosnich et al., en el que se afirmaba que tenían datos de población que mostraban que las personas que habían pasado por la terapia tenían aproximadamente una tasa de ideación suicida doble y 1,7 veces más tasa de intentos de suicidio que las minorías sexuales que no habían pasado por ella. Los resultados llevaban a la conclusión de que la experiencia de la terapia "puede agravar o crear" estos problemas.

»El Williams Center, el instituto de investigación con sede en Los Ángeles (California) al que pertenecen los autores, pidió la prohibición de la terapia en todo el mundo, y publicó el estudio de Blosnich como justificación de esta directriz.

»A finales de 2020, la Oficina de Igualdad del Reino Unido citó de forma destacada el estudio Blosnich como apoyo a la prohibición de la terapia de conversión en Gran Bretaña.

»En febrero de 2021, la Asociación Americana de Psicología, que anteriormente había aconsejado precaución en la administración de la Ecosieg, publicó una resolución revisada en la que pedía que se prohibiera debido a la "investigación emergente", que incluía cuatro estudios de población que concluían todos que la terapia exacerbaba la ideación suicida. El estudio más sólido era el de Blosnich et al. 

-¿Por qué llamaron su atención las conclusiones de ese estudio?

-No coincidían con mi propia experiencia con personas que luchaban contra la atracción no deseada hacia el mismo sexo o que se habían recuperado de ella. Y el año anterior, el Dr. Rosik y yo habíamos publicado un estudio clínico de 125 hombres que se habían sometido a terapia e informaron de efectos psicológicos muy positivos. Poco más del 2% informó que después de la terapia habían tenido más tendencias suicidas, pero el 22% informó que habían tenido "extremadamente" menos tendencias suicidas después de la terapia: eso es una proporción de 9 a 1 de resultados positivos

Una conferencia sobre las terapias en el Ruth Institute. El profesor Sullins, antiguo pastor episcopaliano casado y con tres hijos (dos de ellos adoptados) se convirtió al catolicismo y fue re-ordenado sacerdote. 

-Así que volvió a analizar la metodología y los datos recogidos por los cuatro estudios citados por el Instituto Williams. ¿Cuáles fueron sus conclusiones?

-Descubrí que los cuatro estudios comparaban las manifestaciones suicidas a lo largo de la vida en personas que se habían sometido a terapia con las que no. Pero no distinguían entre las tendencias suicidas que las personas expresaban antes de comenzar la terapia y las tendencias que expresaban después del tratamiento. Esa medida, que se denomina "control de la angustia previa", es necesaria para cualquier estudio que pretenda demostrar que las intervenciones causan daños. Estaba disponible para el estudio de Blosnich, pero no la utilizaron.

Por ejemplo, si alguien quisiera demostrar que los abortos provocan depresión en las mujeres que se han sometido a ese procedimiento, primero debería controlar si estaban deprimidas antes de someterse al aborto. Es el mismo argumento.

Mi conclusión fue que la tendencia suicida de las personas después de acudir a terapia era igual o inferior al de las personas de edad comparable que no habían acudido a ella. Lo que hizo que el grupo Ecosieg pareciera más suicida en el estudio de Blosnich fue que expresaron más tendencias sucidas -pensamientos de suicidio e intentos de suicidio- antes de ir a terapia.

Blosnich y compañía culparon de la enfermedad [la tendencia suicida] a lo que es, al menos parcialmente, una cura, y luego pidieron que se prohibiera o restringiera la cura. Es una lógica inversa. Imaginemos un estudio que pidiera la prohibición de los medicamentos contra la hipertensión porque descubriera que la mayoría de las personas que los utilizan padecían anteriormente hipertensión. Un estudio así estaría utilizando la misma lógica perversa que el estudio Blosnich y otros similares. 

-¿Existe una definición formal de las terapias de conversión que los activistas LGBT utilicen cuando piden la prohibición de esta práctica?

-Las personas que realmente participan en los Ecosieg generalmente rechazan el término "terapias de conversión". Ello se debe a que el objetivo principal de la terapia no suele ser cambiar su atracción hacia el mismo sexo, sino vivir de acuerdo con sus convicciones religiosas, o a que están en un matrimonio heterosexual y quieren vivir una vida integrada feliz, tanto si cambia la atracción hacia el mismo sexo como si no. La mayoría de los participantes en las terapias firman que su atracción heterosexual aumenta, pero que la atracción hacia el mismo sexo no desaparece por completo.

»En el estudio que realicé con el Dr. Rosik, el 55% experimentó algún cambio, pero sólo el 14% cambió completamente de homosexual a heterosexual. Dicho esto, casi todos ellos informaron de resultados positivos en la gestión de sus convicciones y compromisos. 

-Usted señala una desconexión entre los investigadores, que tratan de impedir lo que consideran una forma de terapia odiosa y perjudicial, y los pacientes, en su mayoría adultos, que tienen buenas razones para someterse a esta terapia. ¿Ha estudiado el impacto de la terapia en los jóvenes presionados por sus familias para someterse a ella?

-Descubrí que las personas que sometidas a terapia siendo menores -antes de los 18 años- no experimentaban una reducción general de sus tendencias suicidas. Los menores sometidos a terapia en un entorno religioso informaron de peores resultados que los que acudieron a terapia no religiosa.

»Una forma menos crítica de expresión suicida -declarar la intención de suicidarse- fue significativamente mayor tras someterse a terapia siendo menor de edad. Esto puede explicar los relatos, ampliamente difundidos, de personas de minorías sexuales que declaran que la terapia les hizo suicidas. Si se fijan, casi siempre hablan de haber sido obligados a someterse a terapia cuando eran niños. Estos relatos son engañosos en cuanto al beneficio neto de la terapia (pues hay el mismo número de personas suicidas de minorías sexuales que no han sido sometidas a la terapia cuando eran menores), pero deberíamos prestar atención y aprender de la angustia de estas personas.

»En mi opinión, los padres nunca deben obligar a un niño con atracción hacia el mismo sexo que se resiste a someterse a asesoramiento, religioso o de otro tipo. Puede ser más perjudicial que beneficioso. Si esperan unos años hasta que el niño busque ayuda por sí mismo cuando sea un adulto joven, las perspectivas de éxito son mucho mayores.

»El amor desordenado no puede restaurarse mediante el miedo, sino sólo mediante un amor mayor y mejor ordenado. Puesto que la atracción homosexual suele estar asociada con tensiones en el afecto percibido de los padres, los padres de un niño con atracción hacia el mismo sexo harían mejor en aprender a querer y acoger a su hijo de formas que puedan ayudar a todos a relajarse y a crecer en su amor mutuo de formas positivas. Recomiendo el libro de Joseph Nicolosi (1947-2017) Una guía para padres sobre cómo prevenir la homosexualidad, o el libro de Bryan Shen The un-affirmed core

'Camino abierto', un documental de Marta Sanz Lovaine que plantea, mediante la opinión de expertos y el testimonio personal, la posibilidad de dejar de experimentar atracción por el mismo sexo y las consecuencias de abordar la disforia de género con tratamiento hormonal o quirúrgico. 

-Algunos expertos también señalan otro problema: los investigadores sobre las terapias que reclutan a personas a través de redes LGBT tienen menos probabilidades de llegar a personas de comunidades religiosas, lo que crea un grupo de encuestados menos diverso y sesga los resultados.

-Este sesgo corrompe casi toda la investigación en este campo. El problema es que si la terapia tiene éxito, la persona saldrá del armario identificándose como heterosexual, no como homosexual, y muchas personas atraídas por personas del mismo sexo tampoco se identifican como "homosexuales" porque no quieren que se les defina por su sexualidad. Así que fijarse sólo en las personas que actualmente se identifican como LGBT es seleccionar sólo a personas menos religiosas en quienes la terapia fracasó.

»En palabras de un investigador, este enfoque es como evaluar el efecto de una terapia matrimonial encuestando únicamente a personas que posteriormente se divorciaron. 

'El deseo de Dios', otro documental de Marta Sanz Lovaine donde aborda la cuestión de los homosexuales que se reconocen católicos recabando testimonios y opiniones de expertos de diversas tendencias.

-Los investigadores que respaldan su trabajo sostienen que la aceptación y promoción acrítica de estos estudios defectuosos demuestra que los expertos que los revisan forman parte de una "monocultura" influida por prejuicios políticos y culturales.

-Cuando presento un estudio que no defiende explícitamente los objetivos del activismo gay, la mayoría de las revistas estadounidenses lo tachan de "heteronormativo" y lo rechazan antes de enviarlo a la revisión por pares. Lo mismo puede decirse de un estudio sobre el aborto que demuestre que perjudica a las mujeres o que apoye la idea de que la familia natural es mejor para los niños que los padres solteros o divorciados.

»La Asociación Americana de Psicología, que gestiona la mayoría de las revistas psicológicas de Estados Unidos, cuenta con un comité formado por activistas LGBT que censura activamente lo que considera un sesgo "heterosexista".

»Pero el mundo es muy grande: mi estudio fue publicado por una revista canadiense de gran calidad, y en Europa hay una gran variedad de revistas dispuestas a publicar puntos de vista diferentes. 

-¿Cómo ha respondido Blosnich a sus críticas?

-Blosnich intenta defender la idea de que las asociaciones persistentes pueden ser causales, rechazando el principio de que una causa no puede ser posterior en el tiempo a un efecto. Yo he replicado que eso es como decir que el cáncer de pulmón causa el tabaquismo. En toda la historia de la ciencia desde Aristóteles, que enunció por primera vez los principios de la causalidad eficiente, nadie ha negado nunca que una causa deba preceder a su efecto. Ni siquiera el escéptico David Hume, que pensaba que la causalidad era totalmente psicológica.

»Sin embargo, los académicos activistas homosexuales de hoy en día tienen que afirmar lo que yo llamo la falacia de la asociación, base de toda su teoría de que los mayores índices de problemas psicológicos entre las personas homosexuales se deben al estrés social y no a traumas infantiles o factores de desarrollo. Si exigimos que la causa preceda al efecto, entonces lo más probable es que la mayor tasa de intentos de suicidio entre las minorías sexuales (más de cuatro veces superior a la de las personas heterosexuales) esté más relacionada con la mayor tasa de abusos sexuales que sufren en la infancia (también más de cuatro veces superior a la de las personas heterosexuales) que con una discriminación social persistente. 

-Su estudio de 2022 no abordó el debate, diferente pero relacionado, sobre el modelo de "atención afirmativa" para tratar a los jóvenes con disforia de género, y sobre si los bloqueadores de la pubertad y las cirugías irreversibles previenen o reducen las tasas de suicidio entre esta población. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian ese debate y el debate sobre las terapias de conversión?

-Se parecen en que solo se acepta un escaso conjunto de opiniones, y cualquier cosa fuera de eso se denuncia con vehemencia, incluso si lo primero es claramente absurdo, como con los hallazgos de Blosnich et al. Una respuesta a mi estudio alega que no debería haberse publicado aunque fuese cierto. Si alguien se atreve a sugerir que no debemos meter prisa a los niños para que tomen bloqueadores de la pubertad, esa persona es atacada como "transfóbica". Su trabajo queda anulado y menoscabado.

»Pero lo que me da esperanzas en ambas cuestiones es que hay indicios de que quizá nos estemos alejando de algunos de los peores daños. Dentro del monopolio gay, hay una fractura entre los homosexuales y los trans. Algunas lesbianas radicales se oponen sabiamente a la ortodoxia de género alegando que perjudica a las mujeres que nacieron como mujeres. Los obispos católicos estadounidenses acaban de dar a conocer una firme declaración en la que proclaman que la cirugía transgénero es contraria a la ley moral.

»En la actualidad, varias legislaturas estatales han prohibido las prohibiciones de las terapias de conversión y han prohibido las cirugías y/o la terapia hormonal para los menores de 18 años que afirman padecer disforia de género. Inglaterra, Francia, Suecia, Finlandia y Noruega han puesto freno a los bloqueadores de la pubertad y a la cirugía para niños, en favor del asesoramiento y la paciencia.

»Estos países no son bastiones del conservadurismo de derechas. Pero lo que tienen en común es un sistema de medicina socializada que lleva registros y por el que el público paga una cantidad considerable de dinero.

»Se necesitan datos de millones de personas para tener una buena muestra que permita analizar el impacto de los bloqueador de la pubertad en el pequeño número de personas transexuales.

»Una demanda judicial también ha impulsado cambios en el Reino Unido, donde se ha cerrado la principal clínica del país para tratar a jóvenes con disforia de género.

»En Estados Unidos, estamos ante el inicio de un movimiento similar, con una adolescente de California, que anteriormente se identificaba como trans y se sometió a una doble mastectomía cuando era menor de edad, demandando al terapeuta que, según ella, la animó a someterse a esa operación sin tener debidamente en cuenta otras formas de atención menos invasivas. 

-Un crítico de su estudio advirtió que podría alimentar a los legisladores que apoyan las terapias. Ese argumento apunta a la militarización de la investigación social, que se ha utilizado para justificar tratamientos controvertidos para menores, restricciones a los derechos de los padres, desafíos legales a la libertad religiosa de la atención sanitaria católica e incluso propuestas de cambios en la disciplina y la ética sexual de la Iglesia. Al mismo tiempo, un sociólogo como usted también puede sentirse presionado para producir resultados que coincidan con sus creencias religiosas. ¿Qué opina?

-Lo que mis convicciones católicas me presionan a hacer, por encima de todo, como científico, es buscar y declarar la verdad. Me hice católico [era episcopaliano] porque estaba dispuesto a buscar verdades que no coincidían con mis creencias de entonces.

»Me inspira el pensamiento del cardenal Newman, que escribió que la fe y la razón nunca pueden contradecirse, pero a menudo pueden parecer contradictorias. El papel de la ciencia, en tales casos, es explorar la aparente contradicción con la suficiente profundidad para descubrir, si es posible, la unidad subyacente del pensamiento, lo que la encíclica Fides et Ratio llama el "horizonte sapiencial" del descubrimiento empírico que bordea las verdades eternas.

»En la situación actual, como usted señala, se nos bombardea con una avalancha de descubrimientos falsos y políticamente motivados, de modo que incluso la afirmación de verdades amables y firmemente respaldadas, por ejemplo que los niños se crían mejor al cuidado de su propia madre y padre, o que la gente puede dejar la vida homosexual (y lo hace), encuentra una objeción vociferante. Si pudieran rebatir estas ideas con la razón y las pruebas, lo harían. Pero cuando no pueden, intentan censurar la investigación o desacreditar a los autores. Cuando intentan censurar o desacreditar mi trabajo, me lo tomo como un cumplido, porque significa que no tienen argumentos para refutarlo.

»La mayoría de los descubrimientos empíricos apoyan firmemente las creencias o políticas católicas, pero de vez en cuando encuentro uno que parece no hacerlo. No tengo reparo en informar de esos hallazgos, porque sólo explorándolos más a fondo podemos entender lo que realmente pueden significar y cómo encajan en el universo del conocimiento. Y comprender qué significan realmente las cosas y cómo encajan en el universo del conocimiento es lo que debe hacer un científico católico, o cualquier científico honesto.

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