Es discípulo del católico Nicola Cabibbo, vetado por la Academia sueca
Giorgio Parisi, Nobel de Física: un laicista «ma non troppo» que no ve conflicto entre ciencia y fe
No hay dudas: Giorgio Parisi, Premio Nobel de Física 2021 junto a Syukuro Manabe y Klaus Hasselmann, es un hombre militantemente de izquierdas y laicista, y su galardón ha sido celebrado casi como proprio por los grupos italianos de esas tendencias.
Pero hay mucho más que decir sobre las posiciones intelectuales de Parisi, no tan antirreligiosas como parece, según desgrana Francesco Agnoli en un artículo publicado en Libertà e Persona tras conocerse el premio:
¿Qué piensa de verdad Giorgio Parisi?
Después de varios éxitos deportivos, Italia también ha obtenido el Nobel de Física, otorgado a Giorgio Parisi.
La decisión de la Academia sueca ha entusiasmado a muchos y ha ocasionado también alguna que otra polémica evitable. De hecho, Giorgio Parisi es uno de los firmantes de una carta de hace varios años en la que se oponía a la presencia de Benedicto XVI en la Universidad de la Sapienza de Roma, es decir, en la universidad de la capital fundada por un Papa en el lejano 1303.
El caso Cabibbo
El recuerdo de este hecho ha despertado la alegría de los ateos militantes de la Unión de Ateos y Agnósticos Racionalistas, convencidos de que pueden utilizar este Premio Nobel para sus batallas ideológicas, pero también el resentimiento de muchos católicos que se han preguntado: "¿Por qué al católico Nicola Cabibbo, en 2010, no se le concedió el Nobel y a Giorgio Parisi sí se le ha concedido?".
Intentemos entender cómo están las cosas realmente, recordando en primer lugar que Nicola Cabibbo (1935-2010) fue el maestro de Parisi y de muchos otros grandes físicos italianos.
Cabibbo, católico y presidente de la Academia Pontificia de las Ciencias, no recibió el Nobel debido, quizás, a su proclamada fe católica. Il Corriere della Sera, por ejemplo, publicó el siguiente titular cuando murió: "Ha muerto el físico Cabibbo. Se le negó el Premio Nobel. Fue el 'padre' de las ideas desarrolladas por los dos físicos japoneses premiados con el Nobel, pero el comité del premio lo excluyó".
Nicola Cabibbo (1935-2010), un gran físico católico que murió el año de un gran escándalo: el Premio Nobel se le dio a los japoneses Makoto Kobayashi y Toshihide Maskaw por generalizar una idea suya sobre la mezcla de quarks, y cuya matriz era conocida en la literatura con el nombre de los tres.
Efectivamente, fue un auténtico escándalo, que demuestra que incluso la concesión del Premio Nobel de Física puede estar sujeta a prejuicios e ideología (aunque con mucha menos frecuencia que la concesión del Premio Nobel de Literatura o del Premio Nobel de la Paz, que no suele estar vinculada a méritos reales, sino a la ideología más apreciada por los académicos suecos del momento).
Ha sido el propio Parisi quien, con gran galantería y honestidad, ha declarado nada más recibir el codiciado premio: "El Premio Nobel debería haber recaído también en Nicola Cabibbo; lamento que las decisiones de la Fundación Nobel no hayan ido en esta dirección".
Ciencia y fe, compatibles
Dicho esto, ¿tiene realmente sentido utilizar a Parisi para sacar, de sus convicciones religiosas (no es creyente), conclusiones filosóficas sobre una supuesta incompatibilidad entre ciencia y fe?
Rotundamente no. No solo porque, como hemos visto, su maestro Cabibbo era católico, al igual que el otro premio Nobel italiano vivo, Carlo Rubbia, sino sobre todo porque es el propio Parisi quien tiene muy claro que ciertas posiciones ideológicas son incompatibles con un correcto razonamiento filosófico.
Bastan unas cuantas frases de sus artículos o informes: "No soy religioso, pero nunca he pensado en dar la batalla contra la religión, y menos utilizando mi autoridad como científico para expresarme sobre estos temas. Me parece una locura, sin querer juzgar a las personas que lo hacen:..."; "La ciencia tiene respuestas al mundo en el mundo, pero no explica el porqué del mundo".
En otras palabras, Parisi sabe muy bien que la ciencia no excluye la fe y no pretende explicar el porqué del mundo, sino, y de manera parcial, el cómo.
¿Diseño Inteligente?
Y también sabe que la propia ciencia nos enfrenta hoy a un universo tan extraordinariamente bien pensado que al final, cuando se observan los "parámetros, los números que lo regulan, la impresión es que han sido 'elegidos' de tal manera que permiten la existencia de la vida: así que, a la pregunta de por qué ocurre de este modo, se pueden dar respuestas que van más allá de la ciencia: una posible respuesta es porque hay un proyecto...".
Parisi no utiliza por casualidad las dos palabras, "elegidos" y "proyecto", porque sabe muy bien que ambas se refieren, filosóficamente hablando, a una Inteligencia y una Voluntad trascendentes ("proyecto", por ejemplo, era el término utilizado por Isaac Newton para hablar de la obra de Dios Creador).
Por ello, Parisi afirma que la ciencia no explica el porqué del mundo y se abre a preguntas que "van más allá"; añade que entre las respuestas "posibles", en el sentido de lógicas, está la del Creador.
Otra cosa es que esta no sea la respuesta que Parisi se da a sí mismo, lo cual no justifica a los católicos que critican la concesión del Premio Nobel (no se entiende por qué una injusticia hacia Cabibbo deba pagarse con otra igual y contraria hacia Parisi) y tampoco a los ateos militantes que intentan apoderarse de un científico que puede definirse como "agnóstico" y que no ve ninguna incompatibilidad de principio entre ciencia y fe (de hecho, su razonamiento sugiere todo lo contrario).
Parisi y Pascal
Se podría concluir el razonamiento con una frase del propio Cabibbo: "La ciencia pretende ofrecer una imagen del mundo sin sombras. Esto es cierto, pero al dispersar las sombras una a una, se revelan otras nuevas, de modo que el científico se encuentra perennemente -y en esto no es diferente del literato o del artista- viviendo en el medio, en la zona fronteriza entre la luz y la sombra".
Esta frase se parece de manera increíble a lo que escribió el físico y místico Blaise Pascal hace siglos: "Dios ha puesto suficiente luz en el mundo para los que quieren creer, pero también ha dejado suficientes sombras para los que no quieren hacerlo".
Traducción de Elena Faccia Serrano.