Al separarse de su pareja sintió el impulso de rezar y eso cambió su vida
Nació en una familia atea, unas viejecitas rezaban por ella... y se bautizará durante esta Pascua
Josephine Eckerl, originaria de París, pero que reside en Bretaña, en Guer (Morbihan), es uno de los 4.200 adultos que se van a bautizar en Francia esta Pascua de 2019. En la región de Bretaña y Rennes son unos 320 adultos. Un 60% de los catecúmenos franceses adultos tienen, como Josephine, entre 18 y 35 años.
"Nací en una familia totalmente atea", explica. "Mi madre estaba bautizada, y creo que siempre mantuvo una discreta conexión con la Virgen María. Pero, francamente, yo no recibí ninguna educación religiosa. Supe de la existencia de Moisés en sexto curso sólo porque figuraba en el programa de mi universidad pública. Aparte de eso, la religión era un área que me era totalmente ajena".
Unas ancianitas bretonas con sus rosarios: "rezamos por ti"
Como adulta, entró a trabajar como cuidadora y animadora en Ehpad, el servicio público de albergues para personas ancianas dependientes.
Allí conoció "ancianas bretonas muy creyentes", que, con el rosario en la mano, le decían de vez en cuando que oraban por ella. "Eso a la vez me gustaba y me inquietaba, pero en realidad no entendía lo que significaba", explica sonriendo en un reportaje en Le Telegramme.
Josephine dio a luz a su hijita Juliet con 20 años. Un par de años después se separó del padre de la niña. "Esa separación ha hecho tambalearse muchas cosas. Fue difícil. Pensé, casi como un reflejo, que solo podía hacer una cosa: rezar. ¿Pero cómo orar si no sabes rezar? Bueno, pues yo aprendí", explica.
Autodidacta... con las oraciones clásicas
Sin bautizar, sin formador, autodidacta, aprendió a rezar el Padrenuestro, el Ave María, el Gloria al Padre, y más adelante, el rosario. Adquirió por su cuenta el hábito de rezar cada día. "Eso me dio una fuerza increíble. Ahora ya no vivía con miedo, vivía en el instante presente, con confianza".
Rezando experimentó lo que ella llama una "apertura de su corazón". Lo compara con las redes sociales: "Recibí una invitación de amistad, la de Jesús. ¡Hizo tambalear en mí muchas ideas preconcebidas!"
Empezó a leer los Evangelios, a intentar entenderlos mejor. Ella antes pensaba que la Iglesia era "demasiado estricta, con demasiadas reglas". Pero ahora, al sentirse creyente, al admitir que algo había cambiado en su interior, "descubrí una libertad real".
"¿Y un adulto puede bautizarse?"
Josephine pensó en bautizar a la niña, pero comentándolo con un sacerdote le preguntó, de pasada, si un adulto puede bautizarse. "Me lo explicó todo, sin proselitismo, sin forzarme, solo respondiendo a mis preguntas. La Iglesia me dejó venir".
Durante 2 años Josephine ha ido experimentando una "transformación silenciosa", saboreando grandes y pequeños signos que alentaban su conversión. Ha ido aprendiendo más sobre la fe. Y esta Pascua será bautizada, en una ceremonia a la que vendrá su familia, que no pone objeciones.
No será la Vigilia Pascual, sino otro día con un horario más asequible. "Le pedimos al obispo una exención para celebrar mi bautismo y el de mi hija al mismo tiempo, una tarde". Josephine quería que sus queridos residentes ancianos de los hogares Ehpad pudieran asistir. Admite que las ancianas bretonas con su rosario son las que iniciaron su camino hacia la fe.