Fe, humildad y familia, el camino al oro olímpico de Katie Ledecky: «Un modelo», dice su exdirectora
Para millones de personas, Katie Ledecky es "solo" una estrella. El mundo la conoce tal y como la presenta el portal oficial de los Juegos Olímpicos, a pocas horas de comenzar este 26 de julio: siete oros olímpicos, 21 títulos de campeona del mundo, ganó su primer oro con solo 15 años en Londres y en 2012 se convirtió en campeona olímpica en todas las distancias de natación. "Una de las mejores nadadoras de todos los tiempos", sentencia Olympics.
Pero tras sus abundantes títulos, se encuentra una vida fraguada a la luz de la fe, la familia, la caridad y la entrega a quienes hicieron de ella "un modelo a seguir". Aunque no es raro escucharla hablar de su fe, no es frecuente que las antiguas profesoras de una olímpica, como la niña Ledecky nacida en Washington DC en 1997, se pronuncien al respecto y lo corroboren.
Rosemaron Rynn, religiosa y exdirectora del Little Flower School de Bethesda cuando estudió Ledecky, ha sido entrevistada al respecto y afirma con conocimiento de causa que "no solo es una atleta maravillosa, también es un modelo a seguir" como joven católica.
"Se ha convertido en una persona maravillosa gracias a sus maravillosos padres, su vida familiar y también al hecho de que se mantiene cerca de Dios", subraya Rynn.
La exdirectora de Ledecky cuenta que la fe le fue profundamente inculcada por su familia. En concreto habla de su madre, que frecuentaba ayudando a preparar el altar y la iglesia para las celebraciones. "Katie solía ayudar a su madre de vez en cuando en ello, y sé por las historias que he leído sobre ella que sigue diciendo que su fe es muy importante", agrega.
La religiosa conoce bien el hábito de oración de Ledecky de rezar antes de cada prueba deportiva, y se muestra convencida de que, por ello, "el Señor la ha bendecido".
La misma Ledecky ha admitido en otras ocasiones lo que supone la fe en su vida deportiva, como cuando en 2016 declaró al National Catholic Register: "Rezar me ayuda a concentrarme y dejar ir las cosas que no importan en ese momento. Me da paz saber que estoy en buenas manos". También habló de su devoción mariana, ensalzando el "papel sagrado" de María en la fe, así como "una fe fuerte y humildad de las que podemos aprender".
La hermana Rosemaron también menciona como la humildad marcó a Ledecky desde su infancia, pues "nunca difundió que fuera tan buena. De hecho, nos sorprendió mucho cuando nos enteramos de que iba a participar en los Juegos Olímpicos. Llegaba por la mañana antes de que empezaran las clases, con el pelo mojado porque había estado nadando antes de empezar… Pero nunca presumía de nada. Era verdaderamente humilde", remarca.
Cuando Ledecky accedió a la secundaria, la directora del centro Stone Ridge School of the Sacred Heart, Catherine Karrels, también observó desde el primer momento una marcada humildad en la joven.
Recuerda que el equipo de natación de la escuela estaba integrada por estudiantes "de todos los niveles", desde el de Katie como atleta olímpica hasta el de quien sabía nadar a duras penas. Y una de las cosas que Karrels admiraba de ella es "lo incluyente que era, celebrando a los demás alumnos y todo lo que eran capaces de lograr", sin dar nada por sentado para su nivel.
Katie Ledecky junto a su directora, Catherine Karrels, en su graduación de la escuela secundaria en 2015.
Tampoco parecía tener especial afecto por los focos, sino más en "preocuparse por los demás", de lo que daba muestras cuando con pocos años ya acostumbraba a servir como voluntaria con su profesora, preparando comida a personas sin hogar en el comedor social Shepherd's Table o ayudando a dirigir apostolados escolares, entre otras dedicaciones.
"Katie se preocupa profundamente por los demás y está muy centrada en la comunidad y la familia. Creo que mucho de eso proviene de su fe, ya que ve la dignidad en todos los que la rodean. Todas estas cosas encajan con una vida de fe que se basa en valores sólidos que provienen de su familia y que también se mostraron en su educación en Stone Ridge", remarca.
Directoras y profesores de ambos centros reconocen cómo la joven, pese a alcanzar la cima del mundo en el ámbito deportivo, no se olvida ni de sus orígenes ni de su fe, visitando con frecuencia sus colegios y apoyando a los alumnos.
"Ella viene con frecuencia a hablar con el alumnado. Cuando lo hace, quiere que sea de forma muy informal. Le gusta volver y ponerse en contacto con sus profesores y entrenadores, recorrer los pasillos y ver cómo les va a todos. Creo que también sabe lo mucho que nos gusta que las jóvenes [alumnas] puedan verla y conocerla, porque es una gran inspiración y un gran modelo a seguir en muchos sentidos", agrega Karrels. La exdirectora viajará a París esta semana para estar al tanto de los resultados en las pruebas que participará su exalumna, 200, 400, 800 y 1500 metros, buscando revalidar su récord y obtener nuevas medallas.
La exdirectora se muestra emocionada de poder ver competir a Katie. También a Erin Gemmell y Phoebe Bacon, exalumnas del mismo centro y que también participarán en las olimpiadas de París.
"Esperamos que cuando regresen de los juegos, podamos encontrar un momento para que vengan al campus y cuenten sus historias a nuestros estudiantes, y para celebrar nuevamente todo lo que han logrado y todas las lecciones que aprendieron", concluye la directora Catherine Karrels.