Diana fue liberada hace apenas tres meses y su experiencia puede ayudar a muchos
Estuvo 453 días secuestrada y sobrevivió apoyada en Dios: este es su consejo ante el confinamiento
El 27 de septiembre de 2018 la vida de Diana cambió. Esta mujer de 41 años iba en su coche junto a sus tres hijos cuando fue interceptada por unos delincuentes que luego la vendieron a los guerrilleros del ELN, dejando solos en el coche a los niños.
Era un jueves y salía de misa cuando ocurrió este secuestro que se alargó durante 453 días hasta que finalmente fue liberada el 24 de diciembre de 2019. “Me aferré de Dios. Lloraba y oraba mucho. Estaba muy pegadita de Dios. Les enseñé a los secuestradores a leer y a escribir. Orábamos. Había cierta convivencia y de las cosas malas también salieron las cosas buenas”, relata a Aciprensa esta madre de familia.
Con apenas unos meses para recuperarse de esta terrible experiencia, la pandemia del coronavirus está cambiando la vida del mundo entero, también la de Diana, pues numerosos países están obligando a las familias a vivir confinadas en sus hogares sin poder salir.
Y ella con la experiencia de haber vivido confinada debido a este secuestro y haberlo superado gracias a la fe ha querido compartir esta experiencia que basada desde su encuentro con Dios puede ayudar a muchos en este tiempo de cuarentena obligada por el coronavirus.
Este es el mensaje de ánimo realizado por Diana María Toro Vélez:
"Un saludo en el Señor Jesús de Nazaret.
Me llamo Diana y quiero compartir con ustedes una experiencia de vida que nunca creí que me fuera a suceder, pero con la ayuda de Dios y de la Santísima Virgen María, salí victoriosa para la gloria de Él.
Fui secuestrada por un grupo guerrillero 453 días. Separada de mis tres hijos: uno de 3 años, otro de 4 y una niña de 14 años. Separada de mi esposo, de mis padres, de mis hermanos, de mis familiares, parientes y amigos.
Fueron 453 días de angustia, de dolor, de tristeza, de desesperación. 453 días de vivir en plena selva, durmiendo bajo una carpa, sobre palos, en medio de serpientes, alacranes, zancudos y muchos más animales.
Comiendo loro, pasta, plátano cocinado y en ocasiones arroz solo, bañándome día por medio y cambiándome de ropa cada 8 días porque solo tenía 2 sudaderas y 2 buzos ya que hacía poco sol allí para secar la ropa.
Fueron días muy duros sin saber absolutamente nada de mi familia, solo con la certeza de que Dios estaba conmigo llenándome de su fuerza y fortaleza a diario y creyendo firmemente que sí yo amanecía bien, mi familia también lo iba a estar.
Y Dios me sacó de aquella situación tan difícil. Vi que su gloria y su misericordia son inmensas.
Hoy quiero decirles a aquellas personas que en estos momentos se sienten solos o desesperados por la situación que en Colombia y en el mundo entero estamos viviendo, que Dios está con nosotros, que Él nunca nos ha dejado solos, ahora menos.
Somos privilegiados por Él, miremos a nuestro alrededor: tenemos una casa, una cama donde dormir cómodos, la despensa llena de comida, estamos con nuestra familia y si alguno no está a nuestro lado al menos tenemos la posibilidad de comunicarnos con ellos y saber que están bien.
Dejemos de mirar por un momento hacia adelante y miramos hacia atrás. ¡Cuántas personas en este momento están luchando contra una enfermedad! ¡Cuántas personas no tienen que comer! ¡Cuántas personas mueren solas sin nadie a su lado! ¡Cuántas personas no tienen un techo donde dormir esta noche!
Los invito a que valoremos todo lo que tenemos a nuestro alrededor, valoremos a nuestros seres queridos, hagámosles saber cuánto los queremos, cuán importante son para nosotros.
Recemos el Rosario, oremos en familia. El poder de la oración es inmenso.
Disfrutemos al máximo de cada momento con nuestros seres queridos, como si fueran el último. Yo con la ayuda de Dios fui capaz de sobrellevar 453 días lejos de toda mi familia. Les aseguro que, también juntos y con la ayuda de Dios, saldremos victoriosos de esta situación.
Recuerden, después de la tormenta, no importa su intensidad, las aguas recobran su calma y tranquilidad.
Termino con esta cita bíblica del salmo 46 que me ayudó mucho en mi cautiverio y siempre lo tengo presente. Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, nuestra ayuda en momentos de angustia. Dios nos bendiga a todos".