Miguel Ángel Ruiz, nuevo español en el Vaticano, conoce lo que es estar bajo la amenaza yihadista
Miguel Ángel Ruiz Espínola es un salesiano español que ha vivido muchos años en Pakistán y sabe lo que es estar bajo la amenaza yihadista. "El Gobierno de Pakistán nos ha dicho que nuestro colegio es objetivo de Al Qaeda, y que tenemos que comprar un detector de metales", explicaba en 2010 en una entrevista para ReligionEnLibertad.
Allí conoció al entonces nuncio Edgar Peña Parra, un venezolano que era el delegado vaticano en Pakistán, superpotencia musulmana con armas atómicas. Hoy Edgar Parra es sustituto de la Secretaría de Estado en el Vaticano y Miguel Ángel Ruiz ha sido convocado para trabajar en la Secretaría en Roma a partir de septiembre.
El misionero salesiano español fue ordenado sacerdote en el año 2000 en el sur de Filipinas tras cursar los estudios de Teología en Manila. Estuvo dos años con los niños de las selvas de Filipinas, 11 en Pakistán acogiendo jóvenes cristianos perseguidos, tres años en Roma concluyendo Derecho Canónico y 2017 y 2018 los pasó en África. En Kenia conoció "el gueto de pobreza más grande de África", Kibera, con un millón de personas "en condiciones infrahumanas”.
En 2012 fue galardonado por el Gobierno español con la Orden de la Reina Isabel por el trabajo social entre la minoría cristiana de Pakistán. Volvió a España en 2018 y fue párroco de la casa salesiana de Algeciras.
En un mensaje que ha difundido a sus conocidos, Ruiz Espínola agradece la acogida que ha vivido en Algeciras y pide “una oración por este nuevo servicio para que pueda estar a la altura de lo que la Iglesia espera de mí”.
Recuperamos la entrevista que concedió en 2010 en la que habla del yihadismo y la debilidad de Occidente ante el islamismo más radical.
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Miguel Ángel Ruiz, es director del Centro de Formación Profesional Don Bosco en Lahore desde 2005. En su internado viven jóvenes cristianos llegados de zonas rurales, donde les acuchillaron por no querer convertirse al Islam. Los jóvenes se han cambiado el nombre y no pueden volver a sus pueblos. El colegio está en un barrio habitado por 50.000 cristianos, una de las mayores colonias cristianas del país, y eso atrae a los islamistas más violentos.
–¿Por qué es usted misionero?
– A los 9 años, en el colegio salesiano San José de Guadalajara, yo les decía a los mayores que quería ser "torero, astronauta o misionero en Asia". Me atraía China, aunque no sabía ni localizarla en el mapa, me parecía el sitio más lejano posible. A los 12 años entré en el seminario menor salesiano y desde el primer día les dije que quería ser misionero. Por eso creo en las vocaciones infantiles.
–¿Cómo es el Islam en Pakistán?
– La misma palabra significa "La tierra de los espiritualmente puros". Tienen normas de pureza que en otros países musulmanes no existen. Por ejemplo, un musulmán no puede beber en el mismo vaso, o cántaro o cubo del pozo que un cristiano, o quedaría contaminado. Vemos a musulmanes romper la vajilla que cristianos han usado. Es un país sunita, como Arabia, pero los saudíes están financiando en Pakistán el extremismo wahabí, el que gobierna Arabia. Los saudíes dedican más dinero a financiar el wahabismo en el país de lo que Occidente dedica a ayuda al desarrollo.
– Hay quien dice que Cáritas no debería ayudar a las víctimas de las inundaciones en Pakistán, ya que tratan tan mal a los cristiano.
– Excusas para no ayudar hay muchas. Por ejemplo, ¿Pakistán tiene dinero para el programa nuclear y no para ayudar a su gente? ¿Por qué ellos nunca han colaborado en otros desastres? Pero da igual: los cristianos debemos ayudar a quien lo necesite. Si pones límites, la fe cristiana pierde su universalidad. Aunque nos maten, nosotros rezamos por los que nos persiguen. Perdonar a nuestros enemigos es el elemento más identificativo de nuestra fe. Ojo, sin renunciar a la justicia, porque sin justicia no habrá paz en la sociedad. El perdón cristiano no es algo tonto ni cursi.
–¿Cuándo ha pasado más miedo como misionero?
–Durante la crisis de las caricaturas danesas sobre Mahoma. Se convocó una marcha islamista para después del rezo del viernes en la mezquita, una manifestación que iba a pasar por nuestro colegio. Lo vaciamos, enviamos a los chicos a sus casas, y dije a nuestros tres guardias de seguridad que no se dejasen ver, para no dar excusas a la violencia. Los fundamentalistas están tan locos que alguno de ellos podía autolesionarse de un disparo en la pierna para echarnos la culpa y tener una excusa para asaltar el colegio. Amigos musulmanes me invitaron a esconderme en su casa, pero mi deber era quedarme en el colegio. Ese día pasé miedo.
–¿Tres guardias de seguridad?
–Vamos a contratar un cuarto. Y el Gobierno de Pakistán nos ha dicho que nuestro colegio es objetivo de Al Qaeda, y que tenemos que comprar un detector de metales.
–¿Y su momento más triste?
–La matanza de la aldea de Gojra el año pasado [en 2009], cuando destruyeron 50 casas de cristianos y cuatro niños murieron quemados. Esa violencia sin sentido me hace sufrir mucho más que los desastres naturales o las inundaciones. Te puede hacer perder la fe en el ser humano. Como el padre Gabriel en la película "La Misión", que no quiere usar las armas, no concibo un mundo donde no haya sitio para el amor, que la violencia sea el único camino. Lo peor de Gojra es que nadie hizo nada. Luego vienes a España y ves que te multan con mil euros por cortar un árbol, pero que no se defiende la vida humana.
–¿Hay que dialogar con el islam?
–Es necesario dialogar pero, ¿quién es el interlocutor? ¿Y qué autoridad tiene? El respetadísimo Gran Muftí de la Universidad de Al-Azhar, en El Cairo, que es una referencia para todo el Islam, decretó que vestir hiyab no era una obligación islámica, que era sólo algo cultural y opcional. Las estudiantes de su propia universidad, favorables al velo, protestaron y lo desautorizaron. Al Islam le pasa como al protestantismo, que no tiene autoridad central, así que solo puedes hablar con personas concretas que te acepten como eres.
–¿Qué han hecho las embajadas en el caso de Asia Bibi?
–El nuncio me dijo que la mañana en que salió el caso, diez embajadores distintos le llamaron para expresar su apoyo, pero sólo a nivel personal. Sus países y gobiernos no han hecho nada hasta ahora. Solo conozco un caso en que países europeos se movieran por ayudar a un cristiano. Fue el año pasado [en 2009], el caso de un afgano converso al catolicismo en Europa, que al visitar Afganistán para reunirse con sus hijas fue detenido y le querían ejecutar por apóstata. Italia protestó y le dio asilo y en Alemania Ángela Merkel llamó a consultas al embajador pakistaní.
–¿Pakistán es distinto?
– Pakistán es distinto, es una potencia nuclear. Los islamistas allí sólo respetan a los americanos, Europa les parece débil, porque no tiene religión. Ningún país se ha movilizado para acabar con la Ley de Blasfemia pakistaní. El General Musharraf la intentó quitar en 2002, debatirla en el congreso. La alianza de partidos musulmanes, del norte del país, donde hay 25.000 madrasas, le amenazó con sacar un millón de estudiantes a las calles si tocaba esa ley. Allí, con un millón de estudiantes derrocas al Gobierno. Un día explotó una madrasa porque estaban manipulando explosivos: tenían un arsenal en el edificio, enseñaban a usarlo. En Occidente nadie se enteró. ¿Nos imaginamos el escándalo mundial si en un seminario católico encontrasen explosivos? En Pakistán los islamistas controlan el Bajo Tribunal y la enseñanza. Yo creo que si el Gobierno tomase control de las escuelas, en diez años cambiaba todo a mejor. Además, el Gobierno necesita ayuda de Estados Unidos, siempre mira lo que hace América, para ver si consiente, si deja hacer. Europa y la ONU pueden hacer poco para cambiar las cosas, pero Estados Unidos puede hacer más.
–¿Existe el islam moderado?
– Omán, Abu Dhabi, los países del Golfo son un paraíso en comparación: las mujeres visten allí como quieren y puedes llevar una cruz en el cuello. Musharraf, admirador de Attaturk y del sistema modernizador de Turquía, hablaba de potenciar un «islam ilustrado». Yo solo pido a Occidente que no tenga miedo: los islamistas huelen el miedo y acuden allí a derramar sangre. Atacaron a España porque la vieron débil, no porque tuviese tropas en Irak. Creo que el uso de la razón es lo único que cambiará al islam por dentro.
» Otra cosa que puede hacer Occidente es evitar que se infiltren los fundamentalistas mediante la inmigración. Cuando los atentados del metro de Londres, Tony Blair se quejó a Pakistán porque "exportaba" terroristas. El General Musharraf le dijo: "cuide usted de su jardín antes de quejarse; en Inglaterra ustedes permiten y financian asociaciones que en Pakistán están prohibidas". Y es verdad. Si los fundamentalistas usan las leyes occidentales contra nosotros, ¡cambiemos las leyes! No se detendrán si agachamos la cabeza.