Mario cuenta que al ver el amor de sus padres hacia él fue intrigado a la parroquia
Adicto a la cocaína, delincuente y con ideas suicidas: la conversión de sus padres provocó la suya
Mario empezó a los 14 años una vida que le llevó al borde del suicidio. Empezó a tomar drogas y acabó teniendo un grave problema con el consumo de cocaína y el tráfico de drogas. Fue detenido varias veces y sus problemas no hacían más que aumentar. Pero cuando todo parecía perdido una luz se iluminó frente a él. Sus padres conocieron el Camino Neocatecumenal, y el amor con el que le trataban pese a ser un delincuente llamó la atención de este joven, que decidió ir a aquella parroquia a ver qué hacían allí.
Mario es ahora un hombre nuevo, está casado con Amelia, ambos pertenecen también a esta realidad eclesial y tras años sin poder tener hijos en un viaje a Tierra Santa delante del Santísimo les salió la palabra de la promesa a Zacarías de que tendría un hijo. Ella está ahora embarazada.
El cobijo de las drogas
En su testimonio que relata a Mater Mundi TV, Mario explica que al inicio de su adolescencia empezó “a rechazar todo tipo de autoridad, y a cambiar mi pensamiento, en ese momento pensaba que la iglesia era algo que me impedía ser libre, como no quería eso pues me cobijaba en las drogas, una manera de llenar ese vacío”.
Pero esto era únicamente el principio, pues su vida iría a mucho peor. Recuerda que “con 19 años empiezo a tener problemas con las drogas bastante serios, con la cocaína con todo tipo de sustancias, empiezo a traficar también con mis amigos y empecé a tener problemas con la justicia y me detienen dos o tres veces. Me estaba convirtiéndome en esclavo de sustancias, de mí mismo y de los demás”.
La idea del suicidio
Esta vida por la que apuesta le hace, sin embargo, completamente infeliz y le deja un vacío que no logra llenar con nada. De hecho, confiesa que “no tenía ganas de vivir, y me planteé el suicidarme porque mi vida no tenía ningún sentido”.
Sin embargo, algo se transformó a su alrededor. Mario cuenta que sus padres no sabían qué hacer, pero entonces conocieron una realidad de la Iglesia, el Camino Neocatecumenal, “en la que vivían su fe de una manera un poco más intensa y eso les daba la capacidad de amarme en este sufrimiento y en esta forma de ser que yo tenía, porque respondía con violencia y robaba en casa”.
Mario, en una foto con su padre
El cambio en sus padres
Ante esta situación, un día su madre se le acercó y le dijo: “Hijo mío, no te das cuenta de que todo que te está pasando a lo mejor es porque te has alejado de Dios”. Él le contestó: “¿Y Dios, cuando me estaba alejando dónde estaba? ¿Por qué no me impedía alejarme?”. Pero ella respondió: “porque la libertad que te da Dios es la auténtica y la verdadera”.
Según explica Mario, una de las primeras cosas que le hizo no seguir con su planteamiento del suicidio y que en cierto modo le fue acercando a Dios fue la actitud de sus padres con él en esos momentos: “Empiezo a ver que mis padres me devuelven un amor que yo no reconozco como humano, pero yo pienso que hay un amor que es todavía más fuerte, que es Dios, que es el que me estaba rescatando e impidiendo que hiciera algo que no me convenía”.
Su visita a la parroquia que le cambiaría la vida
Intrigado y sorprendido por el cambio en sus padres decidió acercarse a la parroquia de la Inmaculada de Alcorcón. “Hablé con un sacerdote que comenzó a hablarme de Dios de una manera completamente diferente a como yo nunca había escuchado. Y me doy cuenta claramente que Dios existe, que verdaderamente ha estado haciendo cosas en mi vida y ha permitido ciertos sufrimientos para que esté diciendo esto hoy. Algunos de mis amigos murieron de sobredosis o en accidente de tráfico y otros están en la cárcel”, relata.
El regalo de una esposa y un hijo: el fruto de la oración
Mario asegura que se sintió salvado pues vio “como el Señor te ha rescatado de todo esto solamente porque has creído que te ama como eres y para mí ha sido lo más grande, porque esto también me ha permitido amar a mi mujer. Yo le pedí a Dios que me diera a alguien que me ayudara en mi vida a salir adelante y a encontrarme con Él y me puso a mi mujer después de orarle mucho tiempo”.
“Mi conversión también es fruto de la oración de mis padres, que rezaron todos los días durante nueve o diez años en los que yo estuve viviendo con estos problemas. Oraban porque no podían hacer otra cosa. Me ofrecieron apoyo psicológico, ir al psiquiatra o a un centro de desintoxicación: Pero yo ni quería ni me servía. Solamente Dios fue el que tuvo poder para sacarme de las drogas. Y descubrí que verdaderamente Dios está presente y está actuando en la vida. No es un Dios que está arriba mirándote cómo te estás aquí muriendo en tu sufrimiento y angustia, sino que está pendiente de ti y está actuando en ti, para ti y contigo. Y esto para mí ha sido muy importante: descubrir que Dios está siempre conmigo y comprobarlo en el sufrimiento con mi mujer cuando no venían los niños”, afirma este joven.
Además, Mario afirma que “nuestro hijo es fruto también de la oración. Nos invitaron hace dos años en navidades a ir a Belén y en Tierra Santa, orando ante el Santísimo el Señor nos mostró con una palabra del evangelio que seríamos padres. La lectura que nos salió abriendo la biblia era la promesa de Dios a Zacarías de que tendría un hijo y nos lo tomamos como una promesa que el Señor nos hacía diciéndonos que había escuchado nuestra plegaria. Nosotros habíamos sufrido porque no venían los hijos. Y lo único que puedo decir es que el Señor cumple, hace lo que dice”.