Benjamín King se forma como sacerdote de la familia religiosa del Miles Christi
Del rancho a «guiar almas»: un camino huyendo de Dios lleno de dinero y fiestas... hasta un retiro
Benjamín King es hermano del Instituto Religioso Miles Christi donde se preparara para ser sacerdote en una historia de idas y venidas en su relación con Dios y la llamada que le había hecho para entregarle su vida. Su rancho de Texas, la universidad, la vida de fiesta, noches, coches deportivos, dinero y reconocimiento… Todo fue un proceso que le acabó convenciendo de por qué era infeliz si Dios no era el centro. Al fin lo comprendió, fue a un retiro y se convenció de que debía ser religioso. Ahora estudia en Roma, en la Universidad de la Santa Cruz gracias a una beca de CARF (Centro Académico Romano Fundación).
“Mi vocación es un recorrido que pasa por tener lo que un joven puede desear, a retirarse al rancho tejano de mis padres para al final entregarme a Dios”. Así define el propio Benjamín su propia vocación, aunque este proceso se alargó muchos años.
Este estadounidense proviene de una familia católica practicante por lo que vivía la fe tanto en su hogar como en el colegio. “Ese ambiente católico, la fe vivida en familia y la actividad en la parroquia, me proporcionaron unos principios que, gracias a Dios, nunca perdí, aunque a veces me alejé del buen camino, reconoce.
En Secundaria recuerda querer romper con la tradición de sus hermanos mayores y decidió ir a un colegio público, porque tenía unos amigos que también iban allí, pero su madre le puso como condición el participar en el grupo juvenil de la parroquia y, algunos retiros para jóvenes.
“Justamente fue uno de estos retiros donde recibí la primera gracia, digamos notable, que me hizo pensar en la vocación. Lamentablemente, el entusiasmo y el fervor del momento cedieron a las distracciones de los deportes, amigos, las fiestas, y yo no quería renunciar a nada”, explica Benjamín.
El siguiente paso fue su “huida” de Dios por lo que su vida se convirtió en lo que él denomina una “montaña rusa”. Por un lado veía una llamada de Dios pero por otro se dejaba arrastrar por los deseos del mundo, algo que “nunca produce felicidad”.
“Mi vida transcurría de esta forma: por una parte, intentaba ignorar lo que había visto y sentido en aquellos retiros y, al mismo tiempo quería convencerme de que mi felicidad estaba en las cosas, los placeres, etc. Quería mostrarme a mí mismo y a Dios que yo no estaba para aquello que Él había puesto en mi corazón”, relata este futuro sacerdote.
Por eso decidió orientar su vida alejando a Dios del centro poniendo –cuenta Benjamín- “toda mi atención en divertirme, en pasarlo bien, siempre pensando que podría mantenerme en un punto medio, es decir, llevar una vida más o menos digamos católica, pero sin seguir el camino que Dios mismo tenía pensado para mí”.
Todo lo que supuestamente debía hacerle feliz
Fue a la Universidad y en cuatro años estudió agricultura y economía. Tras cuatro años de “fiestas y una vida muy mundana” recibió el título. Poco después, señala que comenzó “a trabajar en otro estado, Carolina del Sur, en temas de inversiones y de seguros. En aquella época llegué a tener todo lo que un joven podría desear: dinero, un coche deportivo, amigos, viajes, salíamos todas las noches, jugaba al golf… todo lo que el mundo dice que te va a hacer feliz y que te va a llenar”.
Pero no era así. De aquellos momentos recuerda que “terminada la fiesta, me venían momentos oscuros donde me daba cuenta de la contradicción que vivía y de la tristeza: no era feliz. A pesar de que el Señor me había bendecido con todo, no terminaba de llenarme”.
El reencuentro con Dios
“Sabía que Dios tenía algún plan para mí, que me llamaba, pero tenía miedo y no quería abandonarme en Él. En fin, me puse las pilas y recordando algo de mi formación católica, pensé en los ejercicios espirituales de San Ignacio, un camino para ver lo que Dios tenía pensado para mí”, afirma este candidato de Miles Christi.
A Benjamín le parecía una locura dejar todo por un mes para hacer un retiro, pero estaba decidido. “Pero antes de irme a estos ejercicios espirituales, empecé a rezar, a asistir a misa diaria y providencialmente encontré en un fórum católico online unos retiros de un fin de semana según el método de los ejercicios de San Ignacio con la congregación de Miles Christi. Busqué información y organizaban un retiro en Virginia muy cerca a la casa de mis padres. Era todo perfecto”, relata
Terminó el retiro convencido de que tal vez tenía vocación. Entonces, hizo el propósito de renunciar a su trabajo y volver a la casa de sus padres en el campo para así discernir su vocación alejado de todo y también sería más libre para seguir lo que Dios le pedía.
Benjamín King, en el centro de la imagen junto a sus compañeros de Miles Christi
Así fue como regresó al rancho tejano de su padre ayudándole con los caballos y el resto de animales. Fue un tiempo de discernimiento. “Pasó más o menos un año. Intentaba convencerme de que lo que había visto en el retiro no era nada. Mientras tanto, el sacerdote que había predicado aquellos ejercicios mantenía contacto conmigo e, incluso, me envió un libro para leer, cosa que me ayudó un mucho”.
Al final Dios pudo más y Benjamín se rindió a la evidencia. “Fui a visitar la casa de formación de Miles Christi en Michigan, y allí lo vi todo claro. En un par de días, sentí con claridad la renuncia que el Señor me pedía, y que era realmente como un intercambio: yo tenía que dejar todo para recibir todo”, confiesa.
De hecho, vio ya sin ninguna duda que Dios le quería allí, precisamente en un carisma “donde tenemos como misión la santificación de los laicos, particularmente los jóvenes” por lo que “iba a tener la oportunidad de guiar y ayudar a muchas almas, a muchos jóvenes a la verdadera felicidad.
Benjamín entró a formar parte de Miles Christi en 2013 y empezó su formación en la comunidad de Michigan y después en su casa madre en Argentina. Ahora se encuentra en Roma, estudiando en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, con una beca de CARF.
“Yo lo veo como cuando llegué a la casa madre de mi congregación en Argentina, pero de la Iglesia Universal. Venimos a Roma para poder recibir una formación integral, católica, en toda su belleza y riqueza, cultural, artística e histórica, todo… es mucho más que los libros. No hay duda que gracias a nuestros benefactores, puedo ser un religioso más completo, si se puede decir así, más católico”, concluye.