Mike Adams, autor de «Cartas a un joven progresista», iba a jubilarse y cobrar 500.000 dólares
Columnista profamilia, cristiano converso, antiguo ateo hedonista... ¿de verdad se ha suicidado?
En ReligionEnLibertad nos gusta contar historias edificantes de conversión y superación, especialmente si terminan bien. Pero la historia del profesor Mike Adams, aunque tiene muchos aspectos edificantes, no termina bien: lo encontraron muerto el 23 de julio en su casa en Wilmington (Carolina del Norte). El 27 de julio la oficina del sheriff del contado de New Hanover declaró que el profesor se había suicidado con un sólo disparo de pistola en la cabeza. Tenía 55 años.
Era converso a la fe cristiana. Antes era ateo y hedonista. Se convirtió en el año 2000, con 35 años, cuando visitó una cárcel de Ecuador en la que vio horrores. Explica que se fijó entonces en una gran estatua de la Virgen y entendió de golpe que tenía que haber una Autoridad Moral sobrenatural, buena, que se indignase ante el verdadero mal. Explicamos su conversión con detalle más adelante en este artículo.
Articulista satírico, tenía muchos enemigos
Era profesor de sociología y criminología y un articulista conservador, provida, profamilia, amigo de la sátira y de pluma ácida. Por eso tenía muchos enemigos, especialmente en su muy progresista Universidad de North Carolina Wilmington, a la que ya había derrotado varias veces en tribunales, especialmente en su largo juicio de 2006 a 2013 sobre libertad de expresión y derecho a la privacidad.
"A ellos no les importa insistir en batallas perdidas judicialmente contra la libertad de expresión, lo hacen con el dinero de tus impuestos", denunciaba. Le acosaban judicialmente una y otra vez y lo hacían para amedrentarlo y agobiarlo, pero finalmente el tribunal de apelaciones en 2013 le dio la razón y obligó a la universidad a pagar costas, admitirle como profesor titular y pagarle 7 años de sueldo.
En un proceso legal posterior se pactó que Mike Adams este 1 de agosto se jubilaría de la universidad, donde era prácticamente el único profesor conservador, y recibiría 500.000 dólares a repartir en los próximos 5 años. Por eso muchos se han extrañado: cuatro días antes de jubilarse con dinero y libertad, ¿se suicida?
"Era veraz y divertido, irritante para el establishment"
"Mike era una irritación continua para la clase dominante cultural; el establishment académico odia ser retado, especialmente por alguien veraz y divertido", ha declarado Jennifer Roback Morse, presidenta del think-tank profamilia Ruth Institute, ella misma también una conversa.
"Su oposición firme al aborto, el feminismo, el activismo LGBTQ y el movimiento trans hacían de él un blanco habitual del establishment, porque les hacía parecer ridículos, algo que los ideólogos sin alegría simplemente no pueden soportar", añade Morse.
La prensa ha difundido comentarios de gente que le conocía y consideran que en los últimos días se encontraba inquieto y "bajo mucho estrés". "El estrés venía de la persecución. En otro contexto, esto lo llamaríamos acoso laboral", denuncia Roback Morse. "Los totalitarios académicos ya se han cobrado otra cabellera conservadora. Un hombre valiente nos ha dejado prematuramente. Una voz elocuente ha sido acallada", añade.
¿Deprimido un luchador incansable?
La depresión es una enfermedad que puede golpear a cualquiera, a los combativos igual que a los melancólicos. Pero desde luego, Mike Adams demostró durante décadas que no se achantaba sino que se crecía bajo presión.
Sin cónyuge ni hijos, disfrutaba siendo un comunicador ágil y tratando con los alumnos, que le ponían siempre buenas puntuaciones. Decía que era feliz cuando veía cambiar a mejor a un estudiante, fuera un ateo haciéndose cristiano, un comunista pasando a ser defensor de la libertad, un relativista aprendiendo a razonar o simplemente un chico internetero superficial empezando a leer libros. Defendía el poder de la verdad para cambiar el mundo.
No era fácil de amedrentar. Según un artículo de 2010 de Terrell Clemmons, "era la persona equivocada para intimidar". Adams le dijo una vez: "debería estar terriblemente asustado por la forma en que me enfrento a los extremistas musulmanes radicales. Debería inquietarme por mi vida, debería inquietarme por mi trabajo. Pero no me asustan esas cosas. Peor aún: lo disfruto".
Llevaba desde 2002 escribiendo columnas conservadoras populares y desmantelando mantras absurdos del establishment liberal más alocado, especialmente el académico, siempre acompañado de amenazadas y aullidos indignados. Lo consideraba fácil, pescar en un barril: "me acusan de inventarme cosas, pero no puedo, no estoy tan loco, ya no me meto drogas", decía. En su juventud atea sí lo había hecho.
Mike Adams era popular entre muchos alumnos, y en los cursos de verano que impartía, por su estilo ágil y humorístico, y su testimonio de fortaleza ante las presiones
Aullidos contra tuits
Un ejemplo del nivel del "debate" se pudo ver hace pocas semanas. Él publicó un tuit que decía: "No hay que cerrar las universidades; cerremos las carreras no esenciales. Como Estudios de la Mujer". Efectivamente, es una carrera tan poco esencial que en España, por ejemplo, que es un país lleno de universidades públicas y privadas, no existe en ninguna (aunque la UAB acaba de inventar una de "Estudios de Género").
Pues bien, su némesis, la UNCW respondió muy indignada: "estos comentarios pueden estar protegidos [por la libertad de expresión] pero eso no es excusa para su vileza. Nos mantendremos firmes contra esa y otras expresiones de odio".
Este mismo mes, un manifiesto firmado por 267 estudiantes de criminología de todo el país (incluyendo algunos profesores) pedían a la universidad que lo despidiese fuese como fuese, por "su retórica en Twitter y su columna en la que acosa, amenaza y extiende discurso de odio contra estudiantes y profesores".
¿Cuál era el ejemplo más grave que encontraron? Que en 2016 escribió una columna titulada "Una jihad queer musulmana", sobre una antigua alumna de la UNCW, en la que escribió (para escándalo de los firmantes): "sus declaraciones de ser una 'musulmana queer' son probablemente parte de un acto diseñado para encajar en tantas categorías de víctima como sea humanamente posible".
Otra frase que escandalizó a los firmantes era provida: "las estadísticas demuestran que diez de cada diez bebés negros abortados iban desarmados".
Y otra que les molestó especialmente: "Cuando escribáis a la universidad pidiendo que me despidan no os olvidéis de dejarme una dirección de correo para que os pueda enviar una caja de salva-slips".
Extraña que un hombre que aguantó durante décadas una presión constante con buen ánimo se suicidara finalmente cuando faltaban 4 días para retirarse a escribir tranquilamente con medio millón de dólares apalabrados. ¿Entre 267 estudiosos de criminología quizá alguno pudo diseñar algo que pudiera confundirse con un suicidio?
Deja muchos alumnos y discípulos, que le seguían en redes, en encuentros provida, en campamentos de verano de formación a los que acudía como profesor...
Deja también sus columnas y sus 3 libros:
- Bienvenido a la torre de marfil de Babel: confesiones de un profesor universitario conservador (2004)
- Las feministas dicen las cosas más raras: un profesor políticamente incorrecto planta cara a las "womyn" en el campus (2007)
- Cartas a un joven progresista: cómo evitar malgastar tu tiempo protestando por cosas que no entiendes (2013)
Su conversión: la cárcel y la Virgen
De niño, Mike Adams iba a una iglesia baptista en Texas. Su madre era cristiana pero su padre era ateo. Lo bautizaron a los 10 años, pero a él no le interesaba la religión, sólo las chicas y el fútbol (soccer, el balompié). En la universidad estudió psicología, y leyendo a Freud y Skinner un día anunció que era agnóstico.
Nueve años después, años que pasó enfrascado en una vida hedonista, le dijo a un amigo que era ateo. Terrell Clemmons dice que su vida era una mezcla loca de sexo, drogas y rock&roll. Ganaba algo de dinero tocando la guitarra y mantenía un ritmo frenético a golpe de anfetaminas. Pero se doctoró en criminología y logró que la UNCW le contratara como profesor no titular.
En 1996 empezó su cambio. Visitó una cárcel rural horrible en Ecuador. Se olía la comida podrida la cocina, en el suelo había una capa de mugre que se enganchaba al zapato. Vio a unos tipos apalizando con una porra a un preso. Unos guardias presumían ante él de que a veces dejaban salir a algún convicto -un violador, por ejemplo- y le disparaban camuflándolo de intento de fuga.
Habló con un preso que tenía una Biblia y unas estampas de Jesús. "Las estampas de Jesús son distintas en las prisiones sudamericanas, puedes ver dolor, la corona de espinas, sangre", dijo, desde su sensibilidad de ateo ex-baptista. Era el padre de dos niños. Su crimen podía resolverse con unos meses de pena, pero llevaba 2 años encerrado sólo esperando el juicio. Pero aquel preso tenía paz interior, tenía fe en que todo iría bien. El interno le dio un fuerte apretón de manos. "Este hombre es más feliz que yo", pensó Mike al salir.
"Había una imagen de la Virgen María sobre una colina y miré la estatua y supe que yo estaba equivocado. Me enfurecía lo que había pasado. Fue un entender súbitamente la ley moral, y un reconocimiento inmediato de que hay una Autoridad Moral absoluta, ahí fuera, y que el relativismo cultural no tiene sentido. Inmediatamente cuando volví a la Universidad North Carolina Wilmington, supe que mis colegas notarían que algo había cambiado", explicó en un vídeo con la Alliance Defending Freedom.
"Este retrasado se ha leído la Biblia, y yo no"
Tres horas le habían convencido: existe el bien y el mal, y él hacía muchas cosas que estaban mal. Tenía que cambiar de vida. Pero ¿hacerse cristiano? Él había sido un ateo declarado y activista, y todo su entorno en la universidad le miraría mal. Le daba vergüenza. No se atrevía a dar pasos espirituales.
El 30 de diciembre de 1999 visitó a un preso con retraso mental en el corredor de la muerte, John Paul Penry, violador y asesino que iba a ser ejecutado, cuyo caso estudiaba Mike. Penry le citó la Biblia (Juan 3, 16: "tanto amó Dios al mundo que entregó a su único Hijo...") y de hecho se la había leído entera. Mike, el intelectual, reflexionó: "este hombre retrasado, con coeficiente intelectual 50, se ha leído toda la Biblia y la puede citar. Yo no la he leído, y este tipo retrasado sí".
Pocas noches después. entró en una librería justo antes de que cerraran, compró una Biblia, libros de C.S.Lewis (el autor de Mero Cristianismo y Crónicas de Narnia) y de Chuck Colson (el autor de "Cómo debemos vivir ahora"). Colson conocía bien, además, el mundo de la prisión. Sus lecturas le convencieron: la Biblia, la cultura cristiana y sus pensadores, tenían respuestas serias y verdaderas, y él antes, simplemente, no las había examinado con seriedad.
Después una amiga le comentó que pensaba volver a la iglesia y le preguntó si la acompañaría. Él dijo que sí: se confirmó el cambio. Desde el año 2000 fue cristiano.
Quizá si lo hubiera sido a escondidas y muy callado le habrían dejado tranquilo, pero era un analista y un comunicador y no podía dejar de criticar lo que veía que era malo y dañaba a la gente y a la sociedad. Tenía una voz potente de profeta. Pronto empezaría la feroz persecución en la misma universidad que antes le había aplaudido y reconocido varios premios de "Mejor Profesor del Año".