Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

La firma de Rosario Marín, madre de un niño Down, aparece en los billetes de dólar

Era inmigrante pobre, conoció a su marido en Acción Católica y acabó siendo la Tesorera de EEUU

Era inmigrante pobre, conoció a su marido en Acción Católica y acabó siendo la Tesorera de EEUU
Para Rosario Marín, sus mayores éxitos son sus hijos y su marido

ReL

De ser considerada retrasada mental, a firmar los billetes de dólar de Estados Unidos. La historia de Rosario Marín, católica practicante, es un claro ejemplo de superación, y de que con tesón se puede llegar muy lejos.

Mexicana de nacimiento, Rosario llegó a Estados Unidos siendo muy joven. Su familia contaba con muy pocos recursos, y además ella apenas sabía inglés. Según cuenta a Nunu para su Blog de Los Ángeles, no se dio cuenta de lo pobre que era porque no conocía otra cosa. “Durante mi infancia nunca me faltó amor, apoyo o alegría”, asegura.

Excelencia académica oculta
Su dificultad con el inglés le dio problemas al principio. Al realizar un test de inteligencia, respondió bien tan solo a 27 de las 100 preguntas. Enseguida se la catalogó como retrasada mental, y fue enviada a una clase especial. “Consideraron que yo no era lo suficientemente inteligente”, explica Rosario.

Rosario decidió esforzarse por aprender el idioma y estudiar en la clase que le correspondía realmente. Para aprender inglés, escuchaba canciones en la radio y repetía las palabras. Poco a poco fue llegando más alto y estudiando más duro. Al final, se graduó con honores obteniendo la 20 mejor nota de su clase de 500 estudiantes.


Rosario Marín en la actualidad. Reportaje fotográfico: Nunu, Blog de Los Ángeles.

Un tropiezo y una ayuda
Después de aprender inglés a marchas forzadas, y de haber terminado el instituto, su amor por el estudio le llevó a trabajar en un banco de día y a estudiar en la universidad pública por la noche. Pero no paró allí, se casó y tuvo su primer hijo, Erik.

En aquel momento, Rosario estudiaba un máster, sin embargo, tuvo que dejarlo. A su hijo Erik le diagnosticaron Síndrome de Down. También dejó de trabajar y vendió su casa, todo para poder cuidar a Erik. Rosario se hundió. “Quería que el mundo se acabara. Estaba desesperada, confundida, enojada y aterrorizada”, recuerda. “La fuerza que yo no tenía, la encontré en mi madre, así como en el amor y la sabiduría de mi esposo. Podría decirse que Dios me tomó de la mano”.

Una carrera política exitosa
Rosario se levantó con más fuerza que nunca. Dejó definitivamente su trabajo en la banca y comenzó a dar charlas de ayuda a otros padres con hijos discapacitados. Fundó “Fuerza”, una asociación de apoyo a padres latinos con hijos Síndrome de Down. Su tenacidad le llevó a trabajar en los asuntos públicos de su ciudad. Y, mas tarde, en 1996 se convirtió en jefa del departamento de servicios sociales.


Rosario Marín durante una charla ante 20.000 personas en la universidad de CSULA siendo Tesorera

Este comienzo en la su carrera política la llevaría a ser la 41 tesorera de los Estados Unidos. Pese al éxito político y empresarial, Rosario recalca en una entrevista para Blog de los Angeles que sus mayores éxitos han sido su matrimonio y sus tres hijos. “Todos los títulos del mundo, todos los cargos, son temporales, pero la familia es para siempre”, asegura.

Reproducimos la entrevista íntegra por su interés:

Entrevista a Rosario Marín

-Rosario, ¿Cuál crees tú que fue la motivación que te inspiró para que una niña en tu situación saliera adelante como lo hiciste?
-Está claro que fue un cúmulo de cosas las que me ayudaron a llegar hasta donde llegué… Las palabras de aliento de mi abuela que me decía “cuando te vaya muy bien, todo el mérito será tuyo”, o a mis tías cuando me aseguraban “qué inteligente eres” o “verás qué lejos llegas…”. Poco a poco y sin yo saberlo, que ellas me valoraran tanto me ayudó a crecer una fuerte autoestima.

-¿Cuáles son tus recuerdos más queridos de tu infancia en México? 
-Nací en el seno de una familia extraordinariamente humilde pero, como no conocía otra cosa, no sentí entonces que extrañara nada. Durante mi infancia nunca me faltó amor, apoyo o alegría. Me sentía muy especial, por ejemplo, si mi mamá un viernes me invitaba a ir con ella al horno de la esquina. Eso quería decir que íbamos a comer pozole y quesadillas a la casa de nuestra vecina, quien las vendía ahí mismo.

»Con el tiempo, entendí que mi madre nos llevaba de uno en uno porque no podía pagar lo de todos a la vez… Así que supongo que esa era nuestra versión de salir a un restaurante. De hecho, ahora que lo pienso, ¡nunca salí de niña a ningún restaurante en México! Sólo a probar ese delicioso pozole.

-¿Y los recuerdos de tu juventud al llegar a Los Ángeles? 
-Llegué a Huntington Park, California, a los catorce años. En mis años de high school no me quedó otra que ajustarme al nuevo mundo y fue un gran aprendizaje. Mis recuerdos más queridos son aquellos que pasé en el grupo joven de la iglesia de San Matías en Acción Católica, así como en los Encounters of Youth Promotion. 

»Siempre fui un miembro muy activo en ambas. Conocí al amor de mi vida, quien es hoy mi esposo, en esos encuentros y la vida nos ha bendecido con grandes amistades que hicimos allí entonces y aún al día de hoy conservamos.


Rosario acompañada de su marido Alex

-¿Qué fue lo más valioso que aprendiste de tus papás, mexicanos inmigrantes en California? 
-
Diría que estos fueron los regalos más preciados que ellos me dieron: mi mamá, la fe; mi papá, la ética de trabajo. No recuerdo un solo día en el que mi papá faltara al trabajo, así estuviera enfermo o se estuviera cayendo el cielo. Salía de casa a las cinco de la mañana y regresaba a las seis de la tarde.

»Siempre me decía: “Si llegas al trabajo en punto, ya vas tarde”. También me recordaba que él era el primero en llegar y el último en irse. Así que de mi padre aprendí a trabajar muy duro. Mi mamá siempre me recordaba que, aunque la noche fuera muy larga y oscura, al final siempre salía el sol. Ese pensamiento me ha salvado en los momentos más difíciles de mi vida.

-¿Qué te enamoró de tu esposo? 
-
Me enamoré de él en el mismo momento en que le escuché hablar en una ceremonia de nuestros Encuentros de Acción Católica. Su forma de comportarse, su elocuencia y su sabiduría iba mucho más allá de su edad. El entonces tenía veinte años y yo diecinueve y supe inmediatamente que me casaría con él.Efectivamente, cuatro años después nos casamos.

-Lleváis casados casi cuarenta ya… ¿Cuál crees tú que sea el secreto para que un matrimonio funcione todo una vida? 
-No hay ningún secreto, es sólo cuestión de echarle ganas. El matrimonio es cuestión de dar y dar… Alex es increíblemente generoso y en los treinta y siete años que llevamos juntos creo que él siempre cedió más que yo. Pero esas pocas veces que él no lo hizo, lo hice yo con tranquilidad y en silencio.



»El compromiso de mantener un matrimonio unido se hace a diario. Yo elijo amarle cada día y cada cinco años, hacemos una ceremonia para renovar nuestros votos.

-El nacimiento de Erik cambió por completo tu vida… ¿Cómo recuerdas el momento en el que supiste que tu hijo tenía síndrome de down? 
-
Averiguar al nacer mi primer hijo que tenía síndrome de down, es simplemente la cosa más dolorosa que he vivido en mi vida. Quería morirme. Quería que él muriera conmigo. Quería que el mundo se acabara. Estaba desesperada, confundida, enojada y aterrorizada. La fuerza que yo no tenía, la encontré en mi madre, así como en el amor y la sabiduría de mi esposo. Podría decirse que Dios me tomó de la mano.

-Y cambió tu vida por completo… 
-
Quién me lo iba a decir a mí…. Trabajaba en banca en aquel entonces y a eso soñaba con dedicarme. Pero la llegada de mi hijo cambio el rumbo de mi vida para ayudar a las personas en mis circunstancias o en las de mi hijo y con ello, terminé dedicada al public service (sevicio público).

-Perder a tu segundo bebé fue quizá lo que te marcó del todo en la que fue seguramente la etapa más dura de tu entrada a la madurez… ¿Qué pasaba por tu cabeza? ¿Cuánto tardaste en recobrar fuerzas y cómo lo lograste? 
-
Cuando durante mi segundo embarazo perdí a mi bebé víctima del síndrome de Turner, me quedé devastada. Sólo alcanzaba a pensar, “Dios, ¿por qué me castigas así?” Entré en una profunda depresión. Tuve entonces la suerte de conocer a un psicólogo que me dijo: “Tú no elegiste nada de esto, pero puedes elegir cómo lidiar con ello. Tú decides”, dijo. “Puedes hundirte o puedes nadar”, así que decidí que aprendería a nadar.

-Llegaste a ser la primera inmigrante, hombre o mujer, en llegar a ser Tesorero de los Estados Unidos… ¿Qué sentiste cuando te ofrecieron un cargo de tal magnitud? 
-
Nunca jamás en mi vida hubiera imaginado que un día cualquiera recibiría una llamada del equipo de un presidente de los Estados Unidos para pedirme que considerara el puesto de Treasurer of the United States (Tesorera de los Estados Unidos). Era surrealista, no podía creerlo.


Uno de los billetes firmados por Rosario

-¿Qué pasaba por tu corazón el día que juraste tu cargo en la Casa Blanca? 
-
En el momento de la investidura, recuerdo mirar a la audiencia que me estaba viendo y específicamente, ver a mi mamá y mi papá, que estaban sentados en la primera fila: una modista y un conserje siendo testigos de cómo su hija tomaba y aceptaba tamaña responsabilidad en el país más poderoso del mundo. 

»Me sentí muy orgullosa de ellos. Su amor y sus sacrificios habían merecido la pena de una manera que ni ellos podrían haber imaginado. Le agradecí a Dios que, en su Infinita sabiduría, me hubiera ido mostrando el camino para llegar hasta allí.

-¿Es difícil tener una carrera política como mujer en un mundo de hombres? 
-
Es difícil en sí superar cualquier evento traumático o ser el primero en algo, en alcanzar algo que nadie bajo tus mismas circunstancias logró antes… Se necesitan agallas y fuerzas, pero también gente que te anime a seguir adelante. Les agradezco a cada una de esas personas las oportunidades que me brindaron en el camino que me sirvieron como peldaños para llegar a la cima.

-¿Cómo definirías esta locura de ciudad en la que vivimos, tan distinta a todas, la ciudad de Los Ángeles? 
-
L.A., incluyendo las ochenta y siete ciudades que la conforman, es una réplica impresionante del mundo en el que vivimos. Su gente, con su infinita diversidad, nos enriquece a todos. Desde luego supone una mezcla difícil a veces, pero prefiero poner los ojos en las increíbles contribuciones que hacemos cada uno de nosotros. 

»Ya sea la comida, la cultura, la religión, el arte o incluso los deportes, no tienes que salir de esta ciudad de Los Angeles para conocer el mundo, tenemos de todo en esta bendita tierra llamada California y, específicamente, en L.A.

-Si no vivieras aquí… ¿Dónde te gustaría vivir? 
-
Definitivamente aquí, pero viajaría sin descanso por todos los rincones de la tierra.

-¿En qué andas en estos momentos de tu vida a nivel profesional? 
-
Doy conferencias internacionales como inspirational speaker y, como consecuencia de ello, viajo mucho. También soy consultora de empresas y, lo más importante, soy abuela de Robert Alejandro, mi nieto de dos años.



-¿Qué me puedes contar de tu amistad con Doña Columba Bush? Dos mexicanas en la Casa Blanca… 
-
Columba Bush es una mujer verdaderamente increíble. Tuve el placer de conocerla mientras ejercí como Tesorera de los Estados Unidos y la admiré profundamente desde el primer momento que la conocí. Fui testigo en primera fila del amor que hay entre ella y su esposo, Jeb Bush; de cómo fueron enfrentando juntos las dificultades que afrontaron con su hija Nicole.

»Me encantó ver, no sólo el amor que se profesan, sino también la hermosa familia que crearon y el cariño y orgullo que sienten por sus dos hijos. Sé bien cuánto Columba aprecia a sus suegros, la Señora Barbara Bush, que en paz descanse, y al presidente, y cuánto le aprecia a ella toda la familia.

-De todos tus logros, ¿de cuál estás más orgullosa y por qué? 
-
Mi logro más importante en la vida han sido mis tres hijos y mi matrimonio…. Todos los títulos del mundo, todos los cargos, son temporales, pero la familia es para siempre. Permanecer juntos, ser gente de verdad, auténticos, y vivir una vida con significado y con trascendencia, es algo que uno decide día a día… Pero el premio de tener una familia fuerte y unida es algo que todos los que te rodean lo sienten.

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