Leema Rose transmite esperanza entre las ruinas de la guerra civil de Sudán del sur
La monja que enseña a futuros médicos en medio de la guerra: «Dios está en lo bueno y en lo malo»
Entre las ruinas de la ciudad de Wau, en Sudán del Sur, un país azotado por la guerra, se levanta el Instituto Católico de Salud de Wau. En él, una monja de las Servidoras del Espíritu Santo llamada Leema Rose, natural de la India, sigue formando a nuevos médicos pese al peligro de violencia, constante según informa Global Sisters Report.
Este centro es uno de los proyectos clave de Solidarity for South Sudan (www.solidarityssudan.org), un proyecto de colaboración humanitaria entre la Iglesia católica y el Estado de Sudán del Sur. Trabaja a las órdenes de la Conferencia Episcopal de Sudán. En el instituto, Leema se encarga de supervisar la sección de enfermería y cuidados obstétricos.
La ciudad de Wau se sitúa al oeste del país
“Aunque los sudaneses son muy resistentes, la guerra causa cada vez más problemas”, explica Leema. Las oleadas de refugiados llegan a la catedral de Wau totalmente devastadas por la guerra. Decenas de miles de personas siguen llegando a día de hoy ocupando el templo.
Cuatro años de guerra civil
Los cuatro años de guerra civil a los que se ha visto sometido Sudán del Sur han dejado al país sin hospitales ni servicios básicos. “El problema real es el ambiente de guerra que reina en el campus”, apunta Leema.
Algunos estudiantes no quieren mezclarse con otros por ser de distinto clan y se cruzan miradas furtivas, otros vienen destrozados por la experiencia de la guerra. “Desde el instituto procuramos mantener una cultura del encuentro, de la unidad frente a la división que ha creado la guerra civil".
Según Leema por este clima constante de conflicto es difícil promover la cultura de la vida y la solidaridad. Muy pocos estudiantes están acostumbrados a contar sus traumas pese a que el personal del instituto está siempre disponible para ellos.
"Hace poco contratamos a un profesional para ayudar a los estudiantes a aguantar esta situación, y hemos notado muchas mejoras", explica Leema. Muchos vienen deprimidos, aunque en general mantienen la esperanza en su país.
"Es impresionante que un estudiante acuda a clase un día después de la muerte de su padre", cuenta Leema. "Pero de alguna manera, esto está matando sus sentimientos, su capacidad de sentir".
Capilla del campus del instituto
Levantarse frente al fracaso
Otras misioneras han intentado mejorar el país. Leema comenta el caso de Veronika Terezia, una monja eslovaca que murió asesinada por varios soldados tras poner en marcha un hospital mental que tuvo que cerrar. Los salesianos han procurado también trabajar en las ruinas de Malakal, al noreste del país, sin éxito.
Malakal ha sido uno de los focos de conflicto más brutales durante la guerra civil sursudanesa
Por otro lado, la misión salesiana de Gumbo albergó en 2016 a 4.000 refugiados sudaneses. Gracias a sus esfuerzos, se ha creado una alternativa de huida en un país donde no había nada.
La virtud de la esperanza
Pese a todo esto, Leema aún ve esperanza entre la desolación: “He aprendido que da igual que estés en una situación buena o mala, Dios está ahí siempre”.
"Me siento feliz, y más amada por Dios que nunca", dice Leema. "Pero no olvido que a mi alrededor hay sufrimiento y muerte, y eso también me afecta". Como servidoras de Dios nos preguntamos, ¿qué puedo hacer para que el prójimo viva mejor? Este es el esfuerzo al que siempre nos dedicamos”, ha apuntado Leema.