«Nunca he trabajado en un puesto público», recuerda
Eduardo Verástegui se reconoce «activista» y no político: ser artista ayuda a la causas que combate
Las declaraciones de Hugo Eric Flores, presidente del partido Encuentro Social y diputado en el Congreso mexicano, afirmando que estaban en conversaciones con Eduardo Verástegui para incluir su nombre en una futura candidatura, pusieron al productor y actor en un primer plano por razones poco habituales en él.
Hugo Eric Flores Cervantes es cristiano evangélico.
Pero Verástegui parece desmentir que vaya a dar un salto a la política, a tenor de sus manifestaciones a Nación 321: "El ambiente político no es mi ambiente, nunca he trabajado en un puesto público", afirmó (ver abajo el vídeo), aunque sí se reconoció como "activista" y admitió que se aprovecha ("en el buen sentido") de su condición de artista para "llegar a todos los ambientes" en "bien de las causas" por las que lucha.
Se sigue definiendo, ante todo, como actor, "pero un actor que busca contar historias con contenido positivo, rescatando los valores fundamentales que hoy en día se están perdiendo en nuestra sociedad, sobre todo en la juventud". Su faceta como productor en Metanoia Films, con sus socios Alejandro Gomez Monteverde y Leo Severino, le permite además mantener su independencia y poder hacer papeles de los que sentirse orgulloso. Seleccionan los proyectos "con lupa" para un objetivo: "Que te vayas del cine inspirado a amar más y a juzgar menos, a perdonar más y a quejarnos menos".
"Soy activista en todo lo que hago", insiste Eduardo: entre esas tareas, las de su fundación provida, Manto de Guadalupe, o un "programa de valores destinado a los jóvenes e México para que se conviertan en los héroes que México necesita".
¿Cómo, se pregunta? "Haciendo lo que es correcto: desde la transparencia, desde la ética, desde los valores, desde Dios, desde el amor, desde el respeto. ¿Quieres cambiar a México? Cambia tú y conviértete en la mejor versión de tu persona. Si tu deseo de cambiar es legítimo, alguien de al lado se va a contagiar".
En algo sí afirma Verástegui que coincide con la vocación política, al menos la que los políticos deberían sentir: el deseo de servir. "Vengo del ambiente artístico y me gusta servir. ¿Y qué es o debería ser un político? Un servidor también. Todos estamos llamados a servir, cada quien desde su trinchera": en su caso, "el arte tiene el potencial de tocar el corazón de la persona y cambiar su manera de pensar: cómo vive, cómo sueña, cómo se comporta".
Esa influencia del artista en ámbitos distintos al propio ha sido aprovechado por el productor de Bella o Little Boy para abogar ante Donald Trump (por carta) y su vicepresidente, Mike Pence (personalmente) por los dreamers, como se conoce a los cientos de miles de inmigrantes ilegales que podrían ser expulsados próximamente de Estados Unidos.
Eduardo Verástegui, en una recepción junto al vicepresidente norteamericano Mike Pence, ex gobernador de Indiana, uno de los políticos estadounidenses con mejor trayectoria provida, pro-familia y a favor de la libertad religiosa.
"Me ha tocado convivir con personas que piensan que los mexicanos somos una amenaza a la democracia del país, piensan que somos una maldición, pero cuando conocen realmente al mexicano, su esencia, se dan cuenta de que somos una bendición. México es una bendición para el mundo entero", afirma Verástegui, quien augura que los dreamers pueden encontrarse dentro de unas semanas con alguna sorpresa.
Preguntado por las críticas que recibe desde algunos sectores por razón de su compromiso católico, Eduardo fue muy claro ante Nación 321: "Yo hago las cosas por convicción, [las cosas] en las que creo. No me considero una persona buena, sino una persona imperfecta que busca hacer cosas buenas. A mí me funciona la oración, me funciona rezar, me funciona pedirle a Dios que me ayude a hacer cosas buenas. Voy a misa todos los días, pero no porque sea una buena persona, sino porque necesito a Dios en mi vida, necesito una disciplina, lectura espiritual todos los días, rosario todos los días".
Verástegui concluye deseando una convergencia con personas que piensen diferente, pero puedan trabajar juntas para "acabar con la pobreza extrema" y hacer de México "un mejor lugar".
Hugo Eric Flores Cervantes es cristiano evangélico.
Pero Verástegui parece desmentir que vaya a dar un salto a la política, a tenor de sus manifestaciones a Nación 321: "El ambiente político no es mi ambiente, nunca he trabajado en un puesto público", afirmó (ver abajo el vídeo), aunque sí se reconoció como "activista" y admitió que se aprovecha ("en el buen sentido") de su condición de artista para "llegar a todos los ambientes" en "bien de las causas" por las que lucha.
Se sigue definiendo, ante todo, como actor, "pero un actor que busca contar historias con contenido positivo, rescatando los valores fundamentales que hoy en día se están perdiendo en nuestra sociedad, sobre todo en la juventud". Su faceta como productor en Metanoia Films, con sus socios Alejandro Gomez Monteverde y Leo Severino, le permite además mantener su independencia y poder hacer papeles de los que sentirse orgulloso. Seleccionan los proyectos "con lupa" para un objetivo: "Que te vayas del cine inspirado a amar más y a juzgar menos, a perdonar más y a quejarnos menos".
"Soy activista en todo lo que hago", insiste Eduardo: entre esas tareas, las de su fundación provida, Manto de Guadalupe, o un "programa de valores destinado a los jóvenes e México para que se conviertan en los héroes que México necesita".
¿Cómo, se pregunta? "Haciendo lo que es correcto: desde la transparencia, desde la ética, desde los valores, desde Dios, desde el amor, desde el respeto. ¿Quieres cambiar a México? Cambia tú y conviértete en la mejor versión de tu persona. Si tu deseo de cambiar es legítimo, alguien de al lado se va a contagiar".
En algo sí afirma Verástegui que coincide con la vocación política, al menos la que los políticos deberían sentir: el deseo de servir. "Vengo del ambiente artístico y me gusta servir. ¿Y qué es o debería ser un político? Un servidor también. Todos estamos llamados a servir, cada quien desde su trinchera": en su caso, "el arte tiene el potencial de tocar el corazón de la persona y cambiar su manera de pensar: cómo vive, cómo sueña, cómo se comporta".
Esa influencia del artista en ámbitos distintos al propio ha sido aprovechado por el productor de Bella o Little Boy para abogar ante Donald Trump (por carta) y su vicepresidente, Mike Pence (personalmente) por los dreamers, como se conoce a los cientos de miles de inmigrantes ilegales que podrían ser expulsados próximamente de Estados Unidos.
Eduardo Verástegui, en una recepción junto al vicepresidente norteamericano Mike Pence, ex gobernador de Indiana, uno de los políticos estadounidenses con mejor trayectoria provida, pro-familia y a favor de la libertad religiosa.
"Me ha tocado convivir con personas que piensan que los mexicanos somos una amenaza a la democracia del país, piensan que somos una maldición, pero cuando conocen realmente al mexicano, su esencia, se dan cuenta de que somos una bendición. México es una bendición para el mundo entero", afirma Verástegui, quien augura que los dreamers pueden encontrarse dentro de unas semanas con alguna sorpresa.
Preguntado por las críticas que recibe desde algunos sectores por razón de su compromiso católico, Eduardo fue muy claro ante Nación 321: "Yo hago las cosas por convicción, [las cosas] en las que creo. No me considero una persona buena, sino una persona imperfecta que busca hacer cosas buenas. A mí me funciona la oración, me funciona rezar, me funciona pedirle a Dios que me ayude a hacer cosas buenas. Voy a misa todos los días, pero no porque sea una buena persona, sino porque necesito a Dios en mi vida, necesito una disciplina, lectura espiritual todos los días, rosario todos los días".
Verástegui concluye deseando una convergencia con personas que piensen diferente, pero puedan trabajar juntas para "acabar con la pobreza extrema" y hacer de México "un mejor lugar".
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