Sábado, 02 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Corbin Bernsen, de «La Ley de los Ángeles», llora el aborto que aceptó: «Fue el peor día de mi vida»

C.L. / ReL

Creada por Stephen Bochco y Terry Louise Fisher, La Ley de Los Ángeles (L.A. Law en la versión original, Se hará justicia en algunos países iberoamericanos) fue una de las series televisivas de mayor éxito durante sus años de emisión, entre 1986 y 1994, y ganó hasta 15 Emmys.

Uno de sus actores protagonistas fue Corbin Bernsen (dos veces nominado a los Emmy) en el papel de uno de los socios del bufete, Arnie Becker, un abogado con grandes dosis de cinismo, menos sensible a los dramas humanos que tenía entre manos que a los beneficios derivados de su victoria ante los tribunales.



El personaje Becker era en La Ley de Los Ángeles el encargado de los divorcios, pero nunca habría tenido como cliente al Bernsen real, casado desde 1988 con la actriz inglesa Amanda Pays (para ella en segundas nupcias): casi treinta años de matrimonio muy poco habituales en Hollywood.

Cornie y Amanda tienen cuatro hijos, pero el pasado 1 de marzo el actor, californiano de 62 años, desveló entre sollozos la existencia de un quinto al que abortaron.

Una dura confesión
Fue en Proclaim 17, una convención internacional de medios cristianos que se celebraba en Orlando (Florida) y a la que acudió en su calidad de presidente y fundador de Home Theater Films, una productora de películas familiares.

"Dije que iba a ser sincero, y voy a ser sincero: Dios me ha recordado una historia que voy a compartir con ustedes y me asusta, porque voy a compartirla con ustedes y nunca antes la había hecho pública", comenzó, según recoge Christian Post.

“Mi esposa y yo habíamos tenido a nuestro primer hijo. Estábamos locamente enamorados, como seguimos hoy, y La ley de Los Ángeles estaba siendo un éxito, así que decidimos tener otro hijo. Ella acababa de dejar su carrera como actriz y se quería dedicar a su familia. Se quedó embarazada de nuevo y supimos que era un chico. Le llamamos Henry. Preparamos su habitación y comenzamos a disponer para él las cosas que habían servido para su hermano”, explicó.
 
Pero en la revisión médica del último trimestre recibieron un mazazo del doctor: “Tenemos un problema. El líquido amniótico no se está formando y los riñones del bebé están desapareciendo”. Les citó para un par de días después y las noticias eran todavía peores: “Yo no soy Dios y no se lo puedo garantizar”, les dijo, “pero hay un 99,9% de posibilidades de que el niño muera antes de nacer y hay además un peligro para tu salud, Amanda”.
 
Le pidieron consejo y fue claro: “Interrumpid el embarazo”.
 
"El peor día de nuestra vida"

“Volvimos a casa”, continuó Corbin, “y pensamos en ese 0,1% de posibilidades. En aquella época yo aún no había nacido a la fe ni pensaba en Dios. No entraban en juego consideraciones religiosas”.

Y rememoró: “Me encuentro sentado junto a mi mujer y sopeso desesperadamente la situación. ¿Cómo podríamos hacerlo? Es lo peor que hemos tenido que hacer jamás. ¿Qué decisión tan terrible tenemos que tomar? Entonces miro a mi mujer y le digo: ‘No quiero perderte’”.
 
Conteniendo las lágrimas, Brensen siguió con el relato: “Así que tomamos esa decisión [choice], lo hicimos, en lo que ha sido el peor día de mi vida. ‘Interrumpimos el embarazo’. ¿Véis? No hay que utilizar palabras como ‘aborto’, porque ellos tienen otras palabras bonitas para que parezca que todo está ok. Pero fue el peor día de nuestra vida”.
 
Corbin explicó luego que Amanda y él lo fueron asumiendo poco a poco, y pronto fueron a por un nuevo embarazo. Al cabo de un tiempo, ella estaba de nuevo embarazada.

¿Henry, de nuevo? 
Un día, él se encontraba en una reunión cuando recibió una llamada de su esposa que iniciaría el regreso del actor a la fe. Le pidió que se ausentase un momento de la sala. Cuando salió, las palabras que escuchó por el teléfono cambiaron la vida de ambos para siempre.
 
“¡Estamos esperando gemelos!”, dijo Amanda. Corbin lloró sobre el escenario de la convención al relatarlo: “Ninguno de los dos éramos cristianos entonces, ninguno de los dos creíamos en Dios… ¡y estábamos esperando gemelos! En ese momento nos persuadimos por completo de que Henry había vuelto. De que es el joven fuerte y guapo que es hoy”.
 
¿Por qué esa convicción? No había historial de gemelos en la familia, no se habían sometido a tratamiento alguno… “Así que, cuando comencé a tener fe, lo puse en el contexto de que hay algo más grande y más poderoso que nosotros”, explicó.
 
El aborto de Henry, y lo que ellos consideran su “regreso”, fueron decisivos para su conversión: “Me acercaron a Dios porque comprendí que es Dios quien controla la situación continua y maravillosamente. Y eso es lo que quiero transmitir ahora cuando hago películas”.

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