Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Esta monja quiere que hasta el último de los últimos sea tratado con dignidad

Sor Querubina estudió Derecho a los 60 años y a sus 84 sigue ayudando a pobres, presos y familias

Sor Querubina estudió Derecho a los 60 años y a sus 84 sigue ayudando a pobres, presos y familias
Esta monja comenzó a estudiar derecho con 60 años y con 84 sigue ayudando a los presos

ReL

Rosa Ketchedjian, conocida como sor Querubina, lleva una vida entera dedicada a Dios. A los 13 años ya sabía que quería ser monja y a sus 84 años sigue en primera fila ayudando a todo aquel que lo necesita. Y con este pensamiento fue cuando a una edad en la que muchos piensan en la jubilación ella decidió estudiar Derecho y abrir su propio bufete para representar a los que no tenían a nadie.

“Me gustaban las monjas porque siempre estaban alegres y contentas, siempre estaban ayudando a los demás. Yo vengo de una familia muy cristiana. Mis padres eran personas que iban siempre a la misa dominical, y antes de dormir y de comer, rezábamos. Así que la semilla de querer ayudar al prójimo ya estaba en la familia”, cuenta esta religiosa a la edición uruguaya de El País.

Una familia muy religiosa
Y es que de los ocho hermanos que son, cinco son religiosos siendo dos ellos sacerdotes y tres religiosas capuchinas, entre ellas Rosa.

Con su vocación decidida, desde la Congregación la recomendaron que primero acabara sus estudios de Magisterio y luego ingresara en el noviciado. Y así hizo. Ya como monja se siguió formando y empezó a dar clases: "Enseñaba catequesis, historia, matemática, y también daba algún curso de filosofía, pero sobre todo de astronomía ya que en esa época había pocos docentes de esa materia".



Aún hoy, varias décadas después, sigue colaborando con algunos de los centros educativos en los que impartió clase a cientos de niños.

Enseñar a estudiar a su sobrino y sus compañeros
Y fue años después cuando un día volviendo de un viaje, sor Querubina se teneró de que tanto su sobrino como algunos de sus compañeros que estaban estudiando Derecho para ser abogados habían tenido que abandonar la carrera debido a que los exámenes eran muy exigentes.

La religiosa se empeñó en ayudarles para que no perdieran su oportunidad de estudiar. “Como era profesora les enseñé a estudiar, les enseñé cómo hacer resúmenes, y así los ayudé a que continuaran estudiando”.

Así fue como fue entrando en ella la idea de comenzar a estudiar Derecho. “Dije, ¿por qué no estudio y también doy los exámenes aprovechando que tengo facilidad, que tengo tiempo y que ya estaba estudiando con ellos?”.

Licenciada en Derecho con 64 años
Tenía casi 60 años cuando se lanzó a estudiar Derecho aunque no lo tuvo fácil pues no tenía el preparatorio.

"Al año siguiente ingresé a la Facultad de Derecho y me enganché con los compañeros a los que había ayudado, di los exámenes que ya había preparado y seguí con ellos toda la carrera", narró la monja, que cuatro años después ya era abogada.

La hora octogenaria religiosa recuerda todo aquello como “una experiencia impresionante. Formamos un grupo muy lindo. Íbamos a la facultad de noche porque la mayoría trabajaba” Con los compañeros de generación hacíamos chorizadas (barbacoa) en el Liceo de Lourdes donde yo daba catequesis. Hasta el día de hoy hay personas que cuando me ven se acuerdan de mí y me cuentan que ellos iban a aquellas chorizadas. Muchas personas que eran compañeros de facultad hoy son fiscales".



Un centro jurídico para ayudar a los pobres
El siguiente paso de esta emprendedora monja fue el de abrir un estudio jurídico en el barrio de La Teja. Rápidamente empezó a llegar gente del barrio con problemas, mujeres que tenían a sus maridos en prisión, con problemas de drogas… Y así empezó también a ir a las cárceles para visitar a esos presos.

Cuando los presos la veían llegar "se acercaban como moscas". Ella, cuaderno en mano, tomaba nota de sus nombres y los delitos por los que estaban acusados. "Siempre me decían lo mismo: que ellos no habían hecho nada, que había sido otro y que estaban cumpliendo pena injustamente. Por lo general eran personas que habían cometido rapiñas, hurtos, algún que otro homicidio, y me pedían que los ayudara. Mi función, principalmente, era hablar con jueces y fiscales para intentar atenuar penas, pedir libertades o salidas condicionales", indica. Durante su carrera representó a unas 30 o 40 personas privadas de libertad.

Una idea que ya le rondaba desde décadas atrás
Pero esta iniciativa de ayudar a los presos no surgió con la creación de este bufete ya que su congregación creó en los 60 un colegio y sor Querubina era la encargada de supervisar su construcción. Y ya entonces, cuenta ella, “hablé con el fiscal del departamento y conseguí que 10 presos de la cárcel de Maldonado vinieran a trabajar en la construcción. Eran reclusos sin antecedentes serios y que tenían buena conducta. Almorzaban en el colegio y trabajaban en la obra como peones o albañiles, por lo que la construcción del liceo se hizo toda con las manos de los reclusos”.

Su edad empieza a hacer mella en ella y como ya no puede ir tanto a los cárceles intenta ayudar de otra forma y está centrando su atención en ayudar a las familias de los presos.  "Pedimos a la gente que traigan alimentos para esas familias. Hay personas que llevan muchos años en la cárcel. Y mientras tanto, ¿qué puede hacer la mujer sola con 4 hijos?", se pregunta sor Querubina.
 
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