Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Alberto Núñez era directivo de Gas Natural hasta que ingresó en la Compañía de Jesús

Era un exitoso ejecutivo del Ibex 35, su hermano murió y Dios apareció: hoy es sacerdote en Madrid

Alberto Núñez, jesuita
Alberto Núñez encontró su vocación al sacerdocio en el seno de la Compañía de Jesús

J. Lozano / ReL

Alberto Núñez era un hombre de éxito. Tenía un puesto de alto ejecutivo en una multinacional, era reconocido en el ámbito empresarial y bursátil, ganaba mucho dinero y tenía un chalet en una de las localidades más caras de Madrid. Y sin embargo, un día decidió dejar esta vida que le absorbía para entregar su vida entera a Dios. Decidió ingresar en la Compañía de Jesús y el 16 de diciembre de 2016 fue ordenado sacerdote por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro.

Este madrileño nacido en 1967 recibió la ordenación en el mismo lugar en el que estudió: la Universidad de Comillas. Durante esos años en los que se licenció en Derecho y Ciencias Económicas y se doctoró en Ingeniería Industrial quedó un poso de la espiritualidad jesuita que años más tarde le hizo dar un vuelco radical a su vida.

Una vida de éxito como directivo de Gas Natural

En su vida laboral llegó a alcanzar lo que muchos jóvenes soñaban, alcanzar puestos de ejecutivo de una multinacional. Durante una década trabajó en Bolsa y en banca de inversión, primero en Societé Générale y más tarde en BBVA, donde llegó a ser Responsable de Análisis paneuropeo del Sector Estratégico y en 2005 se incorporó a Gas Natural Fenosa como Director Corporativo de Estrategia.

Lo tenía todo humanamente hablando pues tenía capacidad de decisión en una gran empresa con miles de trabajadores y se relacionaba con otros ejecutivos de las compañías punteras. Pero justo en ese tiempo se produjo un acontecimiento muy duro en el que pudo ver a Dios claramente.

Alberto Núñez con el cardenal Osoro

Alberto Núñez fue ordenado sacerdote por el cardenal Osoro, arzobispo de Madrid


A su único hermano le detectaron un cáncer fulminante que provocó su muerte en pocos meses dejando tres hijos de cuatro años, de dos y un bebé prácticamente recién nacido. “La víspera que mi hermano muriera sentí un amor tan tremendamente profundo, una presencia tan ardiente que no podía venir sino de Dios. Eso me hizo comprender que la vida y la muerte no son sino parte de un proceso muchísimo más grande. En consecuencia, mi vida no podía seguir siendo la que había sido”, explicaba Alberto Núñez.

El cambio se iba produciendo en su vida

A partir de ese momento comenzó una búsqueda interior en él que le llevaría a discernir qué hacer con su vida.  Él mismo confesaba que ya en ese momento “empezaba a intuir que no podía seguir viviendo como hasta entonces, absolutamente entregado a los negocios y a ganar dinero. Por un lado tenía que ocuparme de mi madre y de mis tres sobrinos, que se habían quedado huérfanos, y por el otro quería comprobar si lo que sentía se consolidaba o era algo pasajero”.

El trabajo y su buena posición ya no le llenaban de la misma manera a pesar de que “era el puesto que siempre había soñado”. En una carta publicada en El Confidencial, Núñez escribía que  “siempre he perseguido con ahínco realizar un buen trabajo, pero comprobaba que las más de las veces sus frutos son amargos: el predominio del corto plazo, el tener que cerrar muchas veces los ojos y el corazón ante realidades de la vida y el no tener tiempo para nada ni para nadie distinto del trabajo”.

"La certeza experimentada" de la existencia de Dios

Y por ello, proseguía, se planteó que “sólo tenía sentido trabajar en un proyecto en el que al final del camino profesional o vital uno pudiera pensar que la vida –la única que tenemos- ha merecido la pena. En paralelo, mi creencia en la existencia de un Dios que se realiza en el Amor ha ido creciendo poco a poco hasta convertirse en una certeza experimentada”.

Esa experiencia de la que hablaba llevó a Alberto a “enriquecer mi actividad profesional con otras”. Y así empezó a hacer un voluntariado acudiendo un día por semana a un centro psiquiátrico de los hermanos de San Juan de Dios, más tarde comenzó a estudiar por las noches Teología en la Universidad de Comillas y más adelante dio un paso más grande dejando su chalet y mudándose al Pozo del Tío Raimundo, uno de los barrios más pobres de Madrid, para vivir con los jesuitas y ayudar a jóvenes necesitadas donde comenzó un proceso de discernimiento.

Estar con los últimos le llenaba más que el poder

“Poco a poco fui confirmando que el contacto con la gente que sufría me procuraba una satisfacción mucho más profunda que mi trabajo. Descubrí además que el poder tiene sus propias dinámicas y que están muy alejadas de la experiencia de fe y amor”.

En ese momento de su vida todas las piezas del puzle comenzaban a encajar y en esta composición estaba Dios y no el mundo empresarial por lo que decidió ingresar en la Compañía de Jesús y en el trabajo “al principio se pensaron que me iba a una ONG, pero cuando les dije que iba a ingresar en una orden se quedaron atónitos”.

Alberto Núñez, sacerdote jesuita

Numerosos compañeros de trabajo decidieron acompañar a Alberto Núñez el día de su ordenación

Compañeros de su antiguo trabajo quisieron acompañarle

De eso hace ya siete años y una vez ordenado fue precisamente elegido responsable de Pastoral Universitaria de la Universidad Pontificia de Comillas, la misma en la que él estudió.

A su ordenación acudieron varios directivos del Ibex 35 con los que todavía mantiene el contacto así como numerosos sacerdotes, entre ellos el provincial de España, Francisco José Ruiz Pérez o el ex propósito general de la orden, Adolfo Nicolás.

Osoro: Acoge "el don y la misión"

En la ordenación, el cardenal Osoro invitó a Alberto Núñez a acoger el “Don y la Misión, la posibilidad de ir a todos los hombres como Pablo para regalar el rostro de Dios que se había hecho hombre”.

Además, el arzobispo de Madrid indicó que el nuevo sacerdote ha recibido una llamada que conlleva el “don de salir” por lo que le pidió: “no le pongas límites a las búsquedas, no pongas fronteras ni a nada ni a nadie (…) sé un sacerdote que escucha las situaciones reales en las que viven los hombres porque son a los que nos pide el Señor que vayamos, y entremos en ellas, pidiendo permiso”.

Testimonio que Alberto Núñez ofreció en Antena 3 en 2011

 

Artículo adaptado y actualizado del original publicado en ReL en diciembre de 2016

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