James Conley, obispo de Lincoln, pequeña diócesis pero a la cabeza en vocaciones
Clara, valiente y didáctica explicación de un obispo sobre el catolicismo y la ofensiva de género
El obispo de Lincoln (EEUU), monseñor James Conley se caracteriza por su claridad y por la determinación de anunciar el Evangelio sin miedo, siempre con la verdad y el amor por delante. Y los frutos son visibles.
Pese a ser el pastor de una de las diócesis más pequeñas del país su voz es respetada y escuchada. De las 193 diócesis de Estados Unidos esta pequeña sede de Nebraska es la 141ª por población, la 131ª por número de católicos, la 102ª por porcentaje de católicos. Sin embargo, pese a tener apenas 95.000 católicos en su diócesis supera la treintena de seminaristas y está a la cabeza en número de vocaciones por católico.
Esta determinación que tantos frutos eclesiales produce también la aplica monseñor Conley en la conocida como batalla cultural. Lo ha hecho estos días también a través de una carta titulada “La verdad nos hará libres”, donde habla de manera clara y desde una perspectiva católica de la cuestión de género, trans y LGTB.
El obispo de Lincoln es miembro de Comité de Laicos, Matrimonio, Vida Familiar y Juventud de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, lo que le ha permitido tener una visión de primera mano de muchos de los problemas que azotan a la sociedad occidental.
El ataque al matrimonio
“Todos sabemos que el matrimonio tradicional entre un hombre y una mujer, que se comprometen el uno al otro en un vínculo inquebrantable de amor, está siendo atacado en nuestra cultura actual”, explica monseñor Conley.
En 2015 se aprobó en Estados Unidos el mal llamado matrimonio entre personas del mismo sexo. Y en estos momentos se está produciendo una gran ofensiva –afirma- de “una ideología que acepta que somos libres de elegir nuestro propio género e incluso alterar físicamente nuestro cuerpo del sexo biológico que recibimos al nacer”.
El obispo James Conley, con un grupo de sacerdotes y diáconos recién ordenados en su diócesis.
De este modo, el obispo de Lincoln recalca la verdadera enseñanza evangélica: “aquellos que se encuentran confundidos acerca de su propio género e identidad, algo conocido como disforia de género, merecen nuestra misericordia y compasión. Debemos ser lentos para juzgar y rápidos para mostrar misericordia a cualquiera que esté luchando por comprender el significado de su vida y su propia identidad”.
Amar al pecador y odiar el pecado
Y añade un aspecto muy importante: “pero la misericordia sin verdad es un tipo falso de misericordia, un mero sentimentalismo. Y la verdad sin piedad es un dictado frío y cruel que no reconoce las luchas y la debilidad de nuestra humanidad caída”.
Para ello, recuerda una cita muy conocida: "debemos amar al pecador pero odiar el pecado".
En esta carta el prelado insiste en que no se puede “negar la verdad sobre la persona humana, lo que sabemos que es verdad de Dios y de las enseñanzas de la Iglesia. La diferencia sexual no es un accidente de Dios o un defecto, es un regalo que nos ayuda a acercarnos unos a otros y a Dios”.
Con respecto a estas personas que se identifican con otro sexo, monseñor Conley afirma que “es una realidad complicada que necesita ser abordada con sensibilidad y verdad” pues “cada persona merece ser escuchada y tratada con respeto; es nuestra responsabilidad responder a sus preocupaciones con compasión, misericordia y honestidad”.
Lo más perjudicados son, a su juicio, los niños cuando se les dice irresponsablemente que pueden “cambiar” su sexo cuando se les hormona y se trastoca su desarrollo futuro provocando incluso en ellos la infertilidad para su etapa adulta.
“Los padres merecen una mejor orientación sobre estas importantes decisiones, e instamos a las instituciones médicas a respetar el principio médico básico de ‘primero, no hacer daño’”, agrega el obispo.
Tiene muy claro además que “la ideología de género daña a las personas y las sociedades al sembrar confusión y dudas”.
"Sana antropología cristiana"
“Las leyes que buscan elevar la orientación sexual y la identidad de género como clases protegidas socavan este hecho básico de nuestra biología humana. En lugar de proteger contra la discriminación injusta, estas políticas consagran una falsa comprensión de la persona humana en nuestras estructuras legales”, denuncia.
Ante una situación como la que se encuentra Occidente el obispo Conley cree que la “felicidad y la santidad humana se basan en una sana antropología cristiana que reconoce la verdadera dignidad de toda persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. Y el don de nuestra sexualidad humana se vive en toda su belleza y esplender en el santuario sagrado del matrimonio, matrimonio abierto a la nueva vida humana”.
Para concluir su carta recuerda las palabras de Jesús que recoge San Juan en su Evangelio: “la verdad os hará libres”. Estas palabras de Cristo –insiste el obispo “llaman a los cristianos de todas las épocas a abrazar la verdad de quienes somos. Estamos llamados no sólo a vivir estas verdades en nuestras parroquias y hogares, sino que estamos llamados a vivirlas en la plaza pública para el bien común”.