Tras una vida alejada de Dios, una necesidad llamó a su puerta
Llegó el día en el que por fin Chuck Norris se dio cuenta: «Sólo había uno a quien recurrir: Dios»
“Dijo Dios: ¡sea la luz! Y Chuck Norris respondió: Pídalo por favor”. Este es uno de los innumerables chistes que colorean la leyenda del actor karateca, héroe de la serie ‘Ranger de Texas’ y de una gran multitud de entretenidas películas de acción, cargadas de testosterona y coreografiadas refriegas que podrían calificarse de homéricas, pero que sería más acertado llamarlas “chucknorrisianas”. Lo cierto es que la web Moral y luces revela ahora que el actor confiesa haber sido un niño “tímido”, pero que atribuye su éxito deportivo y escénico a ¡Dios!
Un chico sin padre, pero con un objetivo
Carlos Ray Norris describe su infancia en el seno de una familia pobre, que bailaba al son de los antojos de su padre alcohólico. Su madre era una cristiana devota, “a prayer warrior”, una luchadora de la oración, que le repetía regularmente que “Dios tiene un plan para ti”, a pesar de la precariedad de la situación familiar.
Norris era un muchacho tímido, poco deportista, que comenzó su carrera estando enrolado en el ejército del aire en Corea. Entonces descubrió las artes marciales y despertó su pasión, por lo que obtuvo, después de ocho años de entrenamiento, el cinturón negro de octavo dan en taekwondo: era el primer occidental que lo conseguía. Tras abrir varias escuelas de artes marciales, Hollywood manifestó su interés por él y así se adentró en el rodaje de sus primeras películas.
Ascenso vertiginoso
Mientras recorría el mundo al ritmo de sus películas, Chuck Norris se fue separando progresivamente de su esposa: “La industria del entretenimiento me hizo perder de vista lo que era más importante”. Se divorció, después de treinta años de matrimonio. Luego descubrió también que tenía una hija, de una aventura extramarital.
“Mi pecado se había convertido en bendición, no podía imaginar mi vida sin mi hija y los tres nietos que me había dado”, afirma. Entre tanto, Dios no le olvidaba. Cuando su nueva esposa, Gena, estaba a punto de dar a luz a mellizos, el parto se adelantó en exceso y el actor sintió la frustración de su impotencia: “Había ganado millones de dólares durante mi vida, he sido amigo de varios presidentes, pero todo el dinero que tenía en el banco ahora no me servía para nada… Sólo había una persona a quien recurrir: Dios”. Entre los chistes que se cuentan sobre él, uno de ellos afirma que Dios tiene un retrato de Chuck Norris en su habitación, pero el actor asegura que hay algo que siempre recordará: “Jesús me ama”.
Chuck Norris, con su mujer y sus dos hijos gemelos
Dar testimonio de Jesús
Después del final feliz de este difícil embarazo, Chuck pasó a ser padre de unos mellizos perfectamente sanos, un niño y una niña. Los niños se convirtieron en su principal foco de interés y participó en un programa educativo, “Kickstart kids program”, destinado a estudiantes de secundaria. Feligrés activo de la Iglesia baptista de Prestonwood, en Dallas, no oculta sus convicciones religiosas y se muestra sorprendido de ver que hay tantos cristianos que guardan para sí mismos sus creencias.
En resumen, tal vez no sea un santo, pero como pecador, afirma alto y claro encontrarse en el bando de Jesús. Y como todo el mundo sabe, es mejor estar en el mismo bando que Chuck Norris.