La soprendente vida de Roberto Lañas Vallecilla: el mismo Edgar Hoover anunció su arresto
Seminarista y amante, espía nazi y reo de silla eléctrica, murió como portero en la cartuja de Jerez
El protagonista de esta increíble historia, que recoge el blog de temática cartuja Cartusia Lover, es Roberto Lañas Vallecilla, nacido el 30 de agosto de 1908 una buena familia de Cali (Colombia). Católico, estudió primero en los maristas y luego en los franciscanos, donde empezó el noviciado en la Porziuncola de Bogotá.
Seminarista, amante, espía
Estaba a punto de ser ordenado sacerdote y empezar una vida eclesiástica cuando ganó una beca y se trasladó a vivir a Italia, al Instituto Sapienza de los franciscanos, donde habría coronado su sueño. Entusiasmado con esta nueva experiencia estudió con gran provecho y aprendió inglés, francés, italiano, ruso, griego y latín.
Su vocación crecía desmesuradamente, como su sabiduría. Pero aparecieron los imprevistos de la vida…
Los dos extremos, inicial y final, en la vida de Roberto Lañas Vallecilla. Arriba, la iglesia de la Porciúncula en Bogotá, que tuvo adosada entre 1924 y 1980 una casa de estudios de Teología. Abajo, la cartuja de Jerez de la Frontera (Cádiz), un impresionante conjunto monumental construido entre los siglos XV y XVII.
Un día los jóvenes del seminario tuvieron que salir y llevar a cabo su obra por la calle ofreciendo fruta a los viandantes. En esa ocasión el joven y guapo Roberto, alto, rubio y con una atractiva sonrisa, conoció a una joven siciliana de la que se enamoró hasta el punto de abandonar el seminario y renunciar a su vocación.
Volvió a su patria, con gran desconsuelo de su familia, amargada por esa nefasta decisión, por renunciar a causa de un amor efímero.
Los primeros tiempos el joven, gracias a sus conocimientos de los idiomas, encontró trabajo como recepcionista en un hotel de Cali, pero pronto decidió volver a Europa y, concretamente, a París. En la capital francesa se inscribió en la Sorbona para estudiar Ciencias Políticas, pero en 1938 se trasladó a Ginebra donde trabajó como intérprete.
Roberto ganaba dinero y podía vestirse de manera elegante. En su tiempo libre empezó a frecuentar locales nocturnos, donde se dio a conocer por su atractivo y su clase. Fue en este contexto que se le acercaron y le reclutaron los servicios secretos nazis que, interesados por su conocimiento de idiomas, le ofrecieron prestar servicio como espía en los Estados Unidos, con el fin de que les proporcionara informaciones secretas.
El arma, la seducción; la pena, la silla eléctrica
El joven colombiano aceptó el delicado encargo y en septiembre de 1940 desembarcó en Estados Unidos. En total fueron seis los espías reclutados por los nazis que operaron en territorio americano. En Nueva York, gracias a la fascinación que ejercía, a su elegancia y a su fina dialéctica, Francisco supo entrar en los círculos más ricos y exclusivos conociendo a personalidades importantes. Esto le permitió seducir a diversas mujeres de las cuales conseguía informaciones militares secretas, de las que informaba a los nazis en Europa. Pero su actividad de espionaje fue descubierta a causa de una denuncia hecha directamente al FBI por una modelo, Audrey Roncovieri, que Roberto había contratado como secretaria; ésta se había enamorado de él sin ser correspondida y, al descubrir su actividad, le denunció.
Acusado de organizar una red de espionaje y de connivencia con el régimen hitleriano, Lañas estuvo en búsqueda y captura entre 1941 y 1943. Obligado a huir y a vivir escondido, pudo cambiar de identidad gracias a la ayuda de los nazis, haciéndose pasar por Gabriel Reyes. Con este nuevo nombre continuó su deshonesta actividad, pero de nuevo fue una mujer, que como vemos tuvieron una importancia fundamental en su vida, la que dio fin a esta historia de espionaje. Fue descubierto por su nueva novia, hija de un contralmirante de la Marina de los Estados Unidos, Charles E. Rosendahl, gracias a la cual había conseguido saber valiosos secretos militares.
La noticia, del 8 de agosto de 1943, dice que el mismo Edgar Hoover, director del FBI, fue quien anunció la detención de Roberto Lañas. Al parecer, usaba tinta invisible para pasar información a los alemanes a través de cartas, y cobraba desde Lisboa. En las cartas habría transmitido a los nazis que Estados Unidos había fabricado 7000 aviones entre julio de 1940 y marzo de 1941, transfiriendo 4000 de ellos al Reino Unido.
Lo capturaron en la habitación de la casa de la joven americana y fue arrestado. Abandonado totalmente por los nazis, Roberto fue juzgado y condenado a la silla eléctrica. Permaneció cinco años en el corredor de la muerte en espera de ser justiciado por espía, pero sus abogados, gracias a la intervención del presidente de Colombia, Alfonso López Pumarejo, consiguieron la gracia y extraditarlo.
Vida normal y regreso a los orígenes
La Providencia estaba actuando para recuperar a su oveja descarriada… De nuevo en su patria, en 1948 empezó a trabajar hasta que llegó a enseñar filosofía en la Universidad del Valle.
Diecinueve años más tarde volvió de nuevo a Europa, a Madrid, donde enseñó en la Universidad Autónoma de la capital española, lo que le permitió conocer a diversas personalidades, entre los cuales a Don Luis María de Arteche (19481979), prior de la Cartuja de Jerez de la Frontera.
El protagonista de esta historia, el primero por la izquierda, en Madrid junto a la historiadora María Cristina Navarrete y el ingeniero Alejandro Salazar. Fuente: Las 2 Orillas.
¡El plan de la Providencia estaba a punto de cumplirse! Después de una vida rocambolesca Roberto Lañas Vallecilla decidió redimirse de todos los pecados cometidos y acercarse a Dios en el aislamiento, silencio, meditación y oración de una cartuja. Una elección radical que le llevó a entrar en 1972 como hermano converso en la cartuja de la Defensión, con funciones de portero. Vivió entre los muros claustrales sin llevar jamás el hábito monástico, entre largas vigilias, oraciones, trabajos agrícolas y de carpintería, leyendo y respetando el absoluto silencio.
Roberto Lañas, en la cartuja de Jerez, en los últimos años de su vida. Allí vivió como portero, pero sin llegar a vestir el hábito ni incorporarse formalmente a la orden.
En la noche del 26 de noviembre de 1988, con ochenta años y tras haber recibido la comunión de las manos del Padre Prior, don Gerardo María Posada, tuvo un infarto de miocardio y su alma subió al cielo.
Su cuerpo fue enterrado por la comunidad en el cementerio de la cartuja. Joven con inquebrantable vocación en su juventud y con ambiciones de vida monástica, por una debilidad hacia el amor humano Roberto rompió su amor hacia Dios.
Esta fue su elección, no compartida por la Providencia que, aunque con retraso, consiguió acercar de nuevo a Dios a un hombre atraído por las pasiones materiales, pero con un íntimo anhelo de Absoluto.
Pincha aquí si quieres conocer más detalles sobre la vida de Roberto Lañas Vallecilla.
Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares).
Seminarista, amante, espía
Estaba a punto de ser ordenado sacerdote y empezar una vida eclesiástica cuando ganó una beca y se trasladó a vivir a Italia, al Instituto Sapienza de los franciscanos, donde habría coronado su sueño. Entusiasmado con esta nueva experiencia estudió con gran provecho y aprendió inglés, francés, italiano, ruso, griego y latín.
Su vocación crecía desmesuradamente, como su sabiduría. Pero aparecieron los imprevistos de la vida…
Los dos extremos, inicial y final, en la vida de Roberto Lañas Vallecilla. Arriba, la iglesia de la Porciúncula en Bogotá, que tuvo adosada entre 1924 y 1980 una casa de estudios de Teología. Abajo, la cartuja de Jerez de la Frontera (Cádiz), un impresionante conjunto monumental construido entre los siglos XV y XVII.
Un día los jóvenes del seminario tuvieron que salir y llevar a cabo su obra por la calle ofreciendo fruta a los viandantes. En esa ocasión el joven y guapo Roberto, alto, rubio y con una atractiva sonrisa, conoció a una joven siciliana de la que se enamoró hasta el punto de abandonar el seminario y renunciar a su vocación.
Volvió a su patria, con gran desconsuelo de su familia, amargada por esa nefasta decisión, por renunciar a causa de un amor efímero.
Los primeros tiempos el joven, gracias a sus conocimientos de los idiomas, encontró trabajo como recepcionista en un hotel de Cali, pero pronto decidió volver a Europa y, concretamente, a París. En la capital francesa se inscribió en la Sorbona para estudiar Ciencias Políticas, pero en 1938 se trasladó a Ginebra donde trabajó como intérprete.
Roberto ganaba dinero y podía vestirse de manera elegante. En su tiempo libre empezó a frecuentar locales nocturnos, donde se dio a conocer por su atractivo y su clase. Fue en este contexto que se le acercaron y le reclutaron los servicios secretos nazis que, interesados por su conocimiento de idiomas, le ofrecieron prestar servicio como espía en los Estados Unidos, con el fin de que les proporcionara informaciones secretas.
El arma, la seducción; la pena, la silla eléctrica
El joven colombiano aceptó el delicado encargo y en septiembre de 1940 desembarcó en Estados Unidos. En total fueron seis los espías reclutados por los nazis que operaron en territorio americano. En Nueva York, gracias a la fascinación que ejercía, a su elegancia y a su fina dialéctica, Francisco supo entrar en los círculos más ricos y exclusivos conociendo a personalidades importantes. Esto le permitió seducir a diversas mujeres de las cuales conseguía informaciones militares secretas, de las que informaba a los nazis en Europa. Pero su actividad de espionaje fue descubierta a causa de una denuncia hecha directamente al FBI por una modelo, Audrey Roncovieri, que Roberto había contratado como secretaria; ésta se había enamorado de él sin ser correspondida y, al descubrir su actividad, le denunció.
Acusado de organizar una red de espionaje y de connivencia con el régimen hitleriano, Lañas estuvo en búsqueda y captura entre 1941 y 1943. Obligado a huir y a vivir escondido, pudo cambiar de identidad gracias a la ayuda de los nazis, haciéndose pasar por Gabriel Reyes. Con este nuevo nombre continuó su deshonesta actividad, pero de nuevo fue una mujer, que como vemos tuvieron una importancia fundamental en su vida, la que dio fin a esta historia de espionaje. Fue descubierto por su nueva novia, hija de un contralmirante de la Marina de los Estados Unidos, Charles E. Rosendahl, gracias a la cual había conseguido saber valiosos secretos militares.
La noticia, del 8 de agosto de 1943, dice que el mismo Edgar Hoover, director del FBI, fue quien anunció la detención de Roberto Lañas. Al parecer, usaba tinta invisible para pasar información a los alemanes a través de cartas, y cobraba desde Lisboa. En las cartas habría transmitido a los nazis que Estados Unidos había fabricado 7000 aviones entre julio de 1940 y marzo de 1941, transfiriendo 4000 de ellos al Reino Unido.
Lo capturaron en la habitación de la casa de la joven americana y fue arrestado. Abandonado totalmente por los nazis, Roberto fue juzgado y condenado a la silla eléctrica. Permaneció cinco años en el corredor de la muerte en espera de ser justiciado por espía, pero sus abogados, gracias a la intervención del presidente de Colombia, Alfonso López Pumarejo, consiguieron la gracia y extraditarlo.
Vida normal y regreso a los orígenes
La Providencia estaba actuando para recuperar a su oveja descarriada… De nuevo en su patria, en 1948 empezó a trabajar hasta que llegó a enseñar filosofía en la Universidad del Valle.
Diecinueve años más tarde volvió de nuevo a Europa, a Madrid, donde enseñó en la Universidad Autónoma de la capital española, lo que le permitió conocer a diversas personalidades, entre los cuales a Don Luis María de Arteche (19481979), prior de la Cartuja de Jerez de la Frontera.
El protagonista de esta historia, el primero por la izquierda, en Madrid junto a la historiadora María Cristina Navarrete y el ingeniero Alejandro Salazar. Fuente: Las 2 Orillas.
¡El plan de la Providencia estaba a punto de cumplirse! Después de una vida rocambolesca Roberto Lañas Vallecilla decidió redimirse de todos los pecados cometidos y acercarse a Dios en el aislamiento, silencio, meditación y oración de una cartuja. Una elección radical que le llevó a entrar en 1972 como hermano converso en la cartuja de la Defensión, con funciones de portero. Vivió entre los muros claustrales sin llevar jamás el hábito monástico, entre largas vigilias, oraciones, trabajos agrícolas y de carpintería, leyendo y respetando el absoluto silencio.
Roberto Lañas, en la cartuja de Jerez, en los últimos años de su vida. Allí vivió como portero, pero sin llegar a vestir el hábito ni incorporarse formalmente a la orden.
En la noche del 26 de noviembre de 1988, con ochenta años y tras haber recibido la comunión de las manos del Padre Prior, don Gerardo María Posada, tuvo un infarto de miocardio y su alma subió al cielo.
Su cuerpo fue enterrado por la comunidad en el cementerio de la cartuja. Joven con inquebrantable vocación en su juventud y con ambiciones de vida monástica, por una debilidad hacia el amor humano Roberto rompió su amor hacia Dios.
Esta fue su elección, no compartida por la Providencia que, aunque con retraso, consiguió acercar de nuevo a Dios a un hombre atraído por las pasiones materiales, pero con un íntimo anhelo de Absoluto.
Pincha aquí si quieres conocer más detalles sobre la vida de Roberto Lañas Vallecilla.
Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares).
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