De joven, se alejó de Dios; una enfermedad lo hizo pensar
Le amenazaron de muerte y tuvo que dejar Colombia: hoy en Canadá es diácono y ayuda a los emigrantes
Arismendy Lozada era un conocido periodista en Caquetá (Colombia), su ciudad natal. Estar al borde de la muerte por una enfermedad le acercó a la fe y a la vocación para servir al Señor. Pero, estando implicado en las negociaciones entre las FARC y el Gobierno, un día le amenazaron poniendo una pistola sobre su mesa y tuvo que abandonar el país. En Canadá experimentó lo que significa ser un inmigrante pobre... y eso le ayuda hoy para servir a otros inmigrantes, ahora como diácono católico en Quebec. Su testimonio llamó la atención del "San Francisco Católico", el periódico de la arquidiócesis californiana de San Francisco en español.
Cuando se alejó de Dios
“De niño yo era católico, como todo el mundo. De pequeño fui monaguillo. Pero luego me fui alejando de Dios, iba a la iglesia a veces”.
De adulto, trabajaba como periodista y tenía prestigio en Colombia. Mantenía una radio en su pueblo. Un día un sacerdote contactó con él para proponerle retransmitir una Misa, oferta que se vio obligado a aceptar. “Me dije a mí mismo que me haría perder dinero, pero le dije sí para que me dejara tranquilo “, explica. Este sacerdote sería después su director espiritual.
Fue a partir de caer enfermo cuando Arismendy se replanteó recuperar la fe que tenía de niño y que había ido descuidando. Hospitalizado, contrajo en una transfusión de sangre la hepatitis C. La cirrosis casi lo mata.
Estar al borde de la muerte le acercó al Señor y le ayudó a descubrir su vocación e incluso se planteó entrar en el seminario.
No fue hasta después de su enfermedad cuando comenzó su verdadera búsqueda. “Empecé a preguntarme, ¿quién soy?, ¿dónde estoy?, ¿por qué estoy aquí? Y un día, me pregunté lo que Dios quería de mí”.
Estas preguntas le llevaron a un proceso en el que pasó de ser un católico normal a un católico comprometido hasta el punto, cuenta “de llegar a entrar en el seminario".
Le amenazaron con una pistola
Lozada se implicó en esa época en un servicio político. Fue Consejero de Paz para las conversaciones entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC).
A partir de ese momento recibió amenazas constantes. “Los de las FARC y los paramilitares me amenazaban porque les pedí que abandonaran las violaciones de los derechos humanos, porque la vida humana es la más importante, sea cual sea el contexto. Ya un día me dijeron: ‘usted es un objetivo militar’”.
La situación empeoraba cada vez más. “Un día un hombre vino a verme a mi oficina. Estábamos hablando, y de repente, puso una pistola en la mesa y me amedrentó: ‘Usted tiene 72 horas para abandonar el país. Si le encontramos después de eso, usted es un hombre muerto’”, recuerda el diácono Lozada.
El 29 de abril del 2003 se vio obligado a emigrar a Canadá junto a su mujer y su hija. Al llegar a ese país se instaló en la ciudad de Quebec.
Llegó con una gran ilusión, pero la euforia de los primeros días se desvaneció rápidamente tras cerciorarse de su nueva realidad, resumida en el choque cultural, las dificultades de aprendizaje del francés y los problemas financieros a los que tuvo que enfrentarse.
A pesar de que recibió préstamos estudiantiles para estudiar Servicio Social en la universidad, el dinero no era suficiente para mantener a su familia. Después de buscar trabajo y ser rechazado varias veces, terminó dedicándose al oficio de la limpieza.
“La primera noche que empecé con el trabajo encontré que los baños estaban en muy mal estado. Me eché a llorar y dije: ‘Señor, ¿qué estoy haciendo aquí?’ Pero después de una segunda y una tercera noche, empecé a dar gracias al Señor: ‘Gracias, a causa de esto voy a tener dinero para alimentar a mi familia”, explicó emocionado.
Diácono en Canadá
El año que dejó Colombia fue el momento en que iba a ser ordenado diácono. Tenía todos sus papeles, y tras una reunión con el cardenal de Quebec, Marc Ouellet le volvió a poner en camino.
“Cuando me reuní con el cardenal Ouellet, me esperaba que fuera un hombre frío, pero él me tomó con sus brazos y dijo:. ‘bienvenido a casa.’ Esta fue la diferencia para mí “, relata Lozada.
El cardenal Ouellet – que vivió por un tiempo en Colombia – hizo de Arismendy Lozada un agente de pastoral para los hispanos de Quebec, lugar donde todavía sigue ejerciendo su ministerio de la Palabra. Hay unos 6.000 hispanos en la zona, pero sólo unos 300 asisten a la misa dominical en español.
Por eso, dice Lozada “nuestro objetivo es la integración, no el tener un ministerio entre nosotros mismos y convertirse en un gueto. Lo llamamos un ministerio ‘de paso’.”
Un inmigrante que ayuda a otros inmigrantes
De todas las experiencias vividas, recuerda algunas que fueron especialmente duras. En agosto, una pareja colombiana de su comunidad, Julián Esteban Muñetón Vásquez, de 29 años, y su esposa, Ingrid Zamorano embarazada de 8 meses, de 30 años, murieron en un accidente de coche cuando fueron golpeados por un conductor ebrio.
“Julian e Ingrid iban a la misa en español”, dijo. “Eran un ejemplo de integración. Un año después de su llegada, ambos tenían un trabajo. En septiembre pasado, se suponía que debían comenzar la universidad.”
Ahora, como inmigrante y diácono que trabaja con inmigrantes, anima a todos a ser generosos con los refugiados que llegan de Oriente Medio a Canadá.
“Cuando tenemos amor se vence el miedo. Esto es lo que debemos tener: amor al prójimo para acogerle como a un hermano”, propone.
Cuando se alejó de Dios
“De niño yo era católico, como todo el mundo. De pequeño fui monaguillo. Pero luego me fui alejando de Dios, iba a la iglesia a veces”.
De adulto, trabajaba como periodista y tenía prestigio en Colombia. Mantenía una radio en su pueblo. Un día un sacerdote contactó con él para proponerle retransmitir una Misa, oferta que se vio obligado a aceptar. “Me dije a mí mismo que me haría perder dinero, pero le dije sí para que me dejara tranquilo “, explica. Este sacerdote sería después su director espiritual.
Fue a partir de caer enfermo cuando Arismendy se replanteó recuperar la fe que tenía de niño y que había ido descuidando. Hospitalizado, contrajo en una transfusión de sangre la hepatitis C. La cirrosis casi lo mata.
Estar al borde de la muerte le acercó al Señor y le ayudó a descubrir su vocación e incluso se planteó entrar en el seminario.
No fue hasta después de su enfermedad cuando comenzó su verdadera búsqueda. “Empecé a preguntarme, ¿quién soy?, ¿dónde estoy?, ¿por qué estoy aquí? Y un día, me pregunté lo que Dios quería de mí”.
Estas preguntas le llevaron a un proceso en el que pasó de ser un católico normal a un católico comprometido hasta el punto, cuenta “de llegar a entrar en el seminario".
Le amenazaron con una pistola
Lozada se implicó en esa época en un servicio político. Fue Consejero de Paz para las conversaciones entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC).
A partir de ese momento recibió amenazas constantes. “Los de las FARC y los paramilitares me amenazaban porque les pedí que abandonaran las violaciones de los derechos humanos, porque la vida humana es la más importante, sea cual sea el contexto. Ya un día me dijeron: ‘usted es un objetivo militar’”.
La situación empeoraba cada vez más. “Un día un hombre vino a verme a mi oficina. Estábamos hablando, y de repente, puso una pistola en la mesa y me amedrentó: ‘Usted tiene 72 horas para abandonar el país. Si le encontramos después de eso, usted es un hombre muerto’”, recuerda el diácono Lozada.
El 29 de abril del 2003 se vio obligado a emigrar a Canadá junto a su mujer y su hija. Al llegar a ese país se instaló en la ciudad de Quebec.
Llegó con una gran ilusión, pero la euforia de los primeros días se desvaneció rápidamente tras cerciorarse de su nueva realidad, resumida en el choque cultural, las dificultades de aprendizaje del francés y los problemas financieros a los que tuvo que enfrentarse.
A pesar de que recibió préstamos estudiantiles para estudiar Servicio Social en la universidad, el dinero no era suficiente para mantener a su familia. Después de buscar trabajo y ser rechazado varias veces, terminó dedicándose al oficio de la limpieza.
“La primera noche que empecé con el trabajo encontré que los baños estaban en muy mal estado. Me eché a llorar y dije: ‘Señor, ¿qué estoy haciendo aquí?’ Pero después de una segunda y una tercera noche, empecé a dar gracias al Señor: ‘Gracias, a causa de esto voy a tener dinero para alimentar a mi familia”, explicó emocionado.
Diácono en Canadá
El año que dejó Colombia fue el momento en que iba a ser ordenado diácono. Tenía todos sus papeles, y tras una reunión con el cardenal de Quebec, Marc Ouellet le volvió a poner en camino.
“Cuando me reuní con el cardenal Ouellet, me esperaba que fuera un hombre frío, pero él me tomó con sus brazos y dijo:. ‘bienvenido a casa.’ Esta fue la diferencia para mí “, relata Lozada.
El cardenal Ouellet – que vivió por un tiempo en Colombia – hizo de Arismendy Lozada un agente de pastoral para los hispanos de Quebec, lugar donde todavía sigue ejerciendo su ministerio de la Palabra. Hay unos 6.000 hispanos en la zona, pero sólo unos 300 asisten a la misa dominical en español.
Por eso, dice Lozada “nuestro objetivo es la integración, no el tener un ministerio entre nosotros mismos y convertirse en un gueto. Lo llamamos un ministerio ‘de paso’.”
Un inmigrante que ayuda a otros inmigrantes
De todas las experiencias vividas, recuerda algunas que fueron especialmente duras. En agosto, una pareja colombiana de su comunidad, Julián Esteban Muñetón Vásquez, de 29 años, y su esposa, Ingrid Zamorano embarazada de 8 meses, de 30 años, murieron en un accidente de coche cuando fueron golpeados por un conductor ebrio.
“Julian e Ingrid iban a la misa en español”, dijo. “Eran un ejemplo de integración. Un año después de su llegada, ambos tenían un trabajo. En septiembre pasado, se suponía que debían comenzar la universidad.”
Ahora, como inmigrante y diácono que trabaja con inmigrantes, anima a todos a ser generosos con los refugiados que llegan de Oriente Medio a Canadá.
“Cuando tenemos amor se vence el miedo. Esto es lo que debemos tener: amor al prójimo para acogerle como a un hermano”, propone.
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