Compañero de los beatos mártires oblatos, con 96 años el padre Olegario sigue activo como misionero
El padre Olegario Domínguez (96), español, es uno de los muchos sacerdotes que llegaron a Paraguay para misionar. El 10 de marzo celebró 70 años de consagración.
Domínguez nació el 6 de marzo de 1920, en León, España. El pasado 10 de marzo recordó 70 años de sacerdocio. De andar lento pero seguro, aún mantiene una gran lucidez. Celebra los sacramentos y sigue enseñando en el Seminario Mayor Nacional de Paraguay donde tiene las asignaturas de Sacramentos y Ecumenismo.
Actualmente vive en el Seminario de los Oblatos de María, del barrio Santa Ana de Asunción. Allí, en medio de los libros, comentó que un 4 de setiembre de 1980 llegó al Paraguay como misionero.
El padre general de los Oblatos le comentó que había un puesto para ir de misión a América Latina; le preguntó cuál era el país, a lo que el superior contestó: Paraguay. Le pidió que pensara si iría a ese país. “Y mi respuesta no se hizo esperar porque ya estaba decidido y vine aquí cuando tenía 60 años”, expresó.
La Guerra Civil
Recordó que en España trabajó en la formación de los seminaristas, pero un día tuvo una terrible noticia: el asesinato de cuatro de sus compañeros oblatos. Otros conocidos suyos también fueron fusilados en esos duros tiempos. Se calcula que en esa época, alrededor de 1936, unos 7.000 religiosos fueron asesinados. Domínguez relató que sus compañeros martirizados son actualmente beatos.
[Hay 22 oblatos mártires beatificados de esa persecución; su historia se puede leer en este enlace; la ceremonia de beatificación, aquí. Nota de ReL].
Comentó que él se salvó porque estaba de vacaciones en la zona de León, donde no gobernaba el comunismo. La peor parte se la llevaron sus compañeros que vivían en Madrid, donde estaban expuestos a la revolución.
Hubo dos etapas: una en la que varios religiosos fueron supuestamente procesados, mientras en la otra, inmediatamente eran fusilados. El seminario de la congregación que funcionaba en Madrid se convirtió en una cárcel y de allí fueron llevados a otra cárcel para ser fusilados.
El argumento comunista era que los religiosos eran peligrosos y había odio hacia los consagrados. No se podía portar ninguna insignia religiosa. Agregó que esa fue la época de persecución en España.
En Paraguay: ilusión y jóvenes
Preguntado cómo encontró el Paraguay cuando llegó en 1980, indicó que el ambiente político no era bueno. “Vine con mucha ilusión. Encontré una Iglesia que estaba creciendo con gente joven y niños. Había mucha esperanza para la evangelización y la gente acogió el mensaje y me hizo sentir parte de la familia”, remarcó.
Su primer destino fue el noviciado que funcionaba en Colonia Independencia, donde había novicios de toda Latinoamérica. Cuando se cerró esa casa fue comisionado al Seminario de los Oblatos, que funciona en el barrio Santa Ana.
Consultado acerca de cómo ve actualmente que Europa esté dejando de lado la religión, indicó que cada año que iba a España notaba “el retroceso” y atribuyó ese hecho al socialismo que impuso el secularismo y por consiguiente la pérdida de la fe. Cree que es reversible esa situación, pero para eso se debe como nunca evangelizar.
Mencionó que ese relativismo llegó también al Paraguay con la globalización y ante esa situación la salida es la evangelización con el testimonio de vida.
“Aquí la gente del campo estaba sana en su fe, pero cuando llegó a la ciudad se transformó y por eso hay que evangelizar y hablar de Dios. Debemos anunciar el evangelio de vida y que el laico sea un auténtico cristiano, solo así se ganará terreno”, resaltó.
También se refirió a la situación actual del Paraguay y dijo que la visita del papa Francisco ha hecho mucho bien: animó a los jóvenes y hay más conciencia de que los paraguayos deben desterrar la corrupción de la sociedad. Agregó que el Pontífice alentó a vivir intensamente la fe y hay que seguir luchando para dejar de lado la corrupción y en esa tarea no hay que tirar la toalla.
Camino vocacional
¿Qué recomendaría un sacerdote de 96 años y 70 de consagración a un joven que piensa en la vida consagrada? Su respuesta es que la vocación se lleva adelante con mucha paciencia porque solo en el camino uno se da cuenta de que vale la pena ser sacerdote.
El padre Olegario recomendó finalmente trabajar más en el campo de las vocaciones porque se ha descuidado esa tarea y solo acompañando a los jóvenes se llegará al objetivo.
Domínguez nació el 6 de marzo de 1920, en León, España. El pasado 10 de marzo recordó 70 años de sacerdocio. De andar lento pero seguro, aún mantiene una gran lucidez. Celebra los sacramentos y sigue enseñando en el Seminario Mayor Nacional de Paraguay donde tiene las asignaturas de Sacramentos y Ecumenismo.
Actualmente vive en el Seminario de los Oblatos de María, del barrio Santa Ana de Asunción. Allí, en medio de los libros, comentó que un 4 de setiembre de 1980 llegó al Paraguay como misionero.
El padre general de los Oblatos le comentó que había un puesto para ir de misión a América Latina; le preguntó cuál era el país, a lo que el superior contestó: Paraguay. Le pidió que pensara si iría a ese país. “Y mi respuesta no se hizo esperar porque ya estaba decidido y vine aquí cuando tenía 60 años”, expresó.
La Guerra Civil
Recordó que en España trabajó en la formación de los seminaristas, pero un día tuvo una terrible noticia: el asesinato de cuatro de sus compañeros oblatos. Otros conocidos suyos también fueron fusilados en esos duros tiempos. Se calcula que en esa época, alrededor de 1936, unos 7.000 religiosos fueron asesinados. Domínguez relató que sus compañeros martirizados son actualmente beatos.
[Hay 22 oblatos mártires beatificados de esa persecución; su historia se puede leer en este enlace; la ceremonia de beatificación, aquí. Nota de ReL].
Comentó que él se salvó porque estaba de vacaciones en la zona de León, donde no gobernaba el comunismo. La peor parte se la llevaron sus compañeros que vivían en Madrid, donde estaban expuestos a la revolución.
Hubo dos etapas: una en la que varios religiosos fueron supuestamente procesados, mientras en la otra, inmediatamente eran fusilados. El seminario de la congregación que funcionaba en Madrid se convirtió en una cárcel y de allí fueron llevados a otra cárcel para ser fusilados.
El argumento comunista era que los religiosos eran peligrosos y había odio hacia los consagrados. No se podía portar ninguna insignia religiosa. Agregó que esa fue la época de persecución en España.
En Paraguay: ilusión y jóvenes
Preguntado cómo encontró el Paraguay cuando llegó en 1980, indicó que el ambiente político no era bueno. “Vine con mucha ilusión. Encontré una Iglesia que estaba creciendo con gente joven y niños. Había mucha esperanza para la evangelización y la gente acogió el mensaje y me hizo sentir parte de la familia”, remarcó.
Su primer destino fue el noviciado que funcionaba en Colonia Independencia, donde había novicios de toda Latinoamérica. Cuando se cerró esa casa fue comisionado al Seminario de los Oblatos, que funciona en el barrio Santa Ana.
Consultado acerca de cómo ve actualmente que Europa esté dejando de lado la religión, indicó que cada año que iba a España notaba “el retroceso” y atribuyó ese hecho al socialismo que impuso el secularismo y por consiguiente la pérdida de la fe. Cree que es reversible esa situación, pero para eso se debe como nunca evangelizar.
Mencionó que ese relativismo llegó también al Paraguay con la globalización y ante esa situación la salida es la evangelización con el testimonio de vida.
“Aquí la gente del campo estaba sana en su fe, pero cuando llegó a la ciudad se transformó y por eso hay que evangelizar y hablar de Dios. Debemos anunciar el evangelio de vida y que el laico sea un auténtico cristiano, solo así se ganará terreno”, resaltó.
También se refirió a la situación actual del Paraguay y dijo que la visita del papa Francisco ha hecho mucho bien: animó a los jóvenes y hay más conciencia de que los paraguayos deben desterrar la corrupción de la sociedad. Agregó que el Pontífice alentó a vivir intensamente la fe y hay que seguir luchando para dejar de lado la corrupción y en esa tarea no hay que tirar la toalla.
Camino vocacional
¿Qué recomendaría un sacerdote de 96 años y 70 de consagración a un joven que piensa en la vida consagrada? Su respuesta es que la vocación se lleva adelante con mucha paciencia porque solo en el camino uno se da cuenta de que vale la pena ser sacerdote.
El padre Olegario recomendó finalmente trabajar más en el campo de las vocaciones porque se ha descuidado esa tarea y solo acompañando a los jóvenes se llegará al objetivo.
Comentarios