El P. Drabble, cura villero argentino, en Barcelona: Cottolengo, Sagrada Familia y su testimonio
El Padre Eduardo Drabble es un sacerdote villero que trabaja desde el año 2007 con los vecinos del barrio Padre Carlos Mugica de Retiro en Buenos Aires. Allí crearon el Hogar de Cristo al darse cuenta de la gran problemática que se vivía en esos barrios donde reina la droga. Impulsados por el Papa Francisco intentan día a día transformar el barrio y alejarlo de la exclusión social.
El P. Drabble visitó Barcelona para impartir, el pasado domingo 28 de febrero, la última de las tres conferencias cuaresmales que han tenido lugar en la Basílica de la Purísima Concepción. Església de Barcelona ha tenido ocasión de entrevistarlo.
-¿Cómo ha sido su visita por Barcelona? ¿Qué le ha parecido la ciudad?
-La verdad es que la experiencia ha sido muy interesante, es la primera vez que vengo a Barcelona y en pocos días he tenido la posibilidad de vivir varias experiencias pastorales y visitar algunos lugares. Destaco que estuve en el comedor que tienen las hermanas de la caridad de Teresa de Calcuta al lado de la parroquia de San Agustín con toda la gente, también en el Cottolengo celebrando la misa y compartiendo con las hermanas y los chicos de ese lugar y sobre todo la posibilidad de ver la Sagrada Familia que siempre había visto en imágenes o documentales y poder ver todo lo que hay detrás, la persona de Gaudí, la teología y todo lo que me explicaban es muy interesante.
-¿Cómo fue la comida con el Arzobispo de Barcelona? ¿De qué estuvieron hablando y cuáles fueron sus impresiones?
-Me gustó mucho el encuentro con el padre Juan José, yo ya había leído algunas cosas de él antes de venir y al saber que él forma parte de la comisión pastoral social del episcopado de España y que sacaron el documento de la Iglesia servidora de los pobres que habla un poco de las nuevas pobrezas, la exclusión social y estas realidades, me parece que está muy en sintonía y tenemos la misma mirada y perspectiva de hacia donde tenemos que mirar como iglesia, esto me gustó mucho. Es una persona muy humilde y eso creo que es una característica de los pastores con olor a oveja como le gusta decir a Francisco creo que uno puede percibir eso con el diálogo como pastor, como sacerdote y hoy en la función de obispo y de tener que acompañar a una comunidad.
-¿Cómo se podría trasladar el trabajo que hacéis en el barrio Padre Carlos Mugica de Retiro en una gran ciudad como es Barcelona?
- Es importante tener la mirada de una iglesia presente, de una iglesia que acompaña, que desde el barrio y con los vecinos del barrio se plantea cuáles son los desafíos concretos que tienen, con una mirada paciente, de esperanza y en comunión con la iglesia y con su pastor. Donde cada uno puede encontrar su lugar, cuidando la vida desde los más pequeños con catequesis, los adolescentes, los jóvenes para saber qué desafíos se les presenta. Nosotros en Buenos Aires tenemos muchos desafíos y gracias a la gente los hemos descubierto.
»El tema de la droga es un tema muy difícil para nosotros y aquí, en Barcelona, se tendrán que ver cuáles son los desafíos. Enriquece mucho poder verlo en comunión y es importante que los jóvenes de la archidiócesis tengan muy presente estas realidades de periferia y estas circunstancias, pero no solamente para ir a dar una mano o un servicio, sino para comprometerse en profundidad desde la propia realidad, profesión, vocación y de qué manera uno puede incidir y acompañar en conjunto con la gente del barrio un proyecto de iglesia y también un proyecto social.
Vídeo en YouTube de EsglesiaBarcelona.cat con algunas de las declaraciones del padre Drabble desde Barcelona e imágenes de la Sagrada Familia
-¿Cómo llegó usted a ser un cura villero?
-Antes de entrar en el seminario ya había tenido alguna experiencia pastoral como joven de parroquia en un trabajo en barrios, en villas, en el interior, a través de las misiones y trabajos que se realizan en general y esto me ayudó mucho a madurar mi vocación sacerdotal. Esto fue lo que de alguna manera me mostró Dios. Una vez dentro del seminario, en los últimos años, nuevamente me surgió la posibilidad de experimentar ser pastor en las periferias. Finalmente nuestro arzobispo nos dio la oportunidad de quedarnos en las villas y formar parte de un equipo de curas de las villas que ya hace más 50 años que tiene presencia en la capital federal.
»A mí me entusiasmó mucho por todo lo que me enriqueció el trabajo pastoral, con la realidad de la gente, desde los más pequeños a los más mayores, el barrio en sí y todo lo que despliega y enriquece la religiosidad popular porque también hay gente que viene de diferentes lugares de nuestro país y de los países limítrofes.
-¿Cuando llego allí se encontró un cierto recelo o distancia en la gente que vivía allí al no conocerle?
-La gente en las villas y en los barrios es muy religiosa. La figura del sacerdote es una figura de puente y de encuentro con Dios, con lo cual, lo sagrado lo cuidan, lo valoran y lo respetan muchísimo. Por eso uno tiene que tener el mismo cuidado y por eso se tiene que entrar humilde.
-¿Qué retos se encuentra en su trabajo en las villas?
-La exclusión social es el principal problema social en nuestro país Y sobre todo en las periferias. Hay muchas cosas que se dan fruto de esa exclusión y entre ellas el problema de la droga. Cuando en un barrio uno tiene la posibilidad de estudiar, de trabajar, de hacer deporte, talleres, tener actividades recreativas, entre otras, la vida se llena de sentido. Cuando eso no está uno lo trata de llenar con otras cosas. Allí es cuando nosotros descubrimos que teníamos que tener una tarea importante en el cuidado, en la prevención y en la asistencia sobre todo en los jóvenes. Estos son el primer reclamo del barrio ya que las madres venían a pedir ayuda para sus hijos y nosotros teníamos que encontrar ese camino.
-¿Cómo vive usted la Misericordia en su día a día?
-Creo que la invitación de manera especial del Papa Francisco este año, nos ayuda a tomar más conciencia que tiene que ser concreto y real el intento de vivir la Misericordia todos los días y que tiene un rostro concreto que es Jesucristo de Nazaret, y que en nuestros hermanos y hermanas se manifiesta de una manera muy real. Salir al encuentro de la Misericordia de Dios es primero reconocer en uno que Dios es bondadoso y fiel, que nos perdona, que nos entiende, que nos escucha y después ese mismo perdón poder llevarlo a los demás y sobre todo a los más cercanos y a los que más nos cuesta llegar.
-¿Es fácil ver la Misericordia en el rostro de los más necesitados?
- No es fácil vivirla porque requiere un esfuerzo grande para bajar y ser humilde y esto nos cuesta a todos y puede que a los sacerdotes más. Por eso es un pedido permanente, ser humildes y descubrir en la riqueza del otro esta invitación a vivir juntos la Misericordia. Entre los más necesitados está claro que Dios nos regala esa enseñanza y pedagogía permanente que es que cuando uno da, recibe.
-¿Cómo estáis tratando el tema del año de la Misericordia?
-A mí, en este momento, me toca estar en una parroquia-santuario, San Cayetano de Liniers (www.sancayetano.org.ar) que es el Santo del pan y del trabajo nacional y entonces tenemos, como en muchos lugares de aquí, la Puerta Santa. Ésta abre un espacio de Misericordia y de perdón muy grande y en los santuarios el tema de la confesión, de la reconciliación, donde el encuentro con el santo y con la gracia que el santo trae es muy importante.