La historia de vocación de Pablo Francisco Gutiérrez, becado por Fundación CARF
Dijeron a su madre que el bebé moriría, rezaron a San Francisco... y ahora estudia Teología en Roma
Pablo Francisco Gutiérrez es un joven argentino de 25 años, religioso de la congregación Miles Christi. Acaba de llegar a Roma para estudiar el Bachiller de Teología en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, gracias a la ayuda de la Fundación CARF.
Esta fundación no sólo apoya la formación de sacerdotes y seminaristas diocesanos de todo el mundo, sino que también ayuda a los estudios de miembros de congregaciones religiosas, especialmente algunas de más reciente creación. Fundación CARF busca que sus becados tengan una preparación académica adecuada para servir a la Nueva Evangelización.
Un pueblo argentino con devoción a San Francisco de Asís
Pablo Francisco explica la historia de su vocación religiosa. "Nací en Villa Elisa, un pueblo que se sitúa en el partido de la Plata, en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Cuando era niño, había muy pocas casas, era mucho más pequeño que ahora. Toda mi familia es una familia de fe. Soy el tercero de seis hermanos. Mi madre, Cristina, de quien nos viene a todos la fe, mi padre, Luis, tres hermanos varones y tres hermanas... todos están muy entregados al apostolado".
Villa Elisa, explica, tuvo una fuerte presencia franciscana. La parroquia es un antiguo convento franciscano, que tiene en frente el colegio san Francisco de Asís, "todo a cargo ahora de nuestra congregación". "Todas las personas de Villa Elisa eran muy devotas del santo de Asís", señala.
Aseguraron a la madre que el bebé moriría
"Cuando mi madre estaba embarazada de mí, tuvo una pancreatitis muy peligrosa y los médicos le aseguraron que perdería el bebé que esperaba. La comunidad rezó especialmente a san Francisco, y la operación se llevó a cabo un 8 de diciembre, día de la Inmaculada. Gracias a Dios, la operación salió superando toda expectativa y el niño, que era yo, estaba completamente sano", explica el joven religioso.
"El mismo médico no pudo explicar este suceso y le dijo a mi madre que había sido un milagro. También contamos con las oraciones del primo de mi madre, sacerdote en Rosario, quien desde que comenzó la operación hasta el día de mi nacimiento, celebró la Santa Misa todos los días pidiendo por mí", detalla.
"Siempre tuve la convicción de que la Madre de Dios me había preservado desde aquel momento para su Hijo, y, en lugar de morir, vivir para servir a Dios. Por eso, estoy convencido que este milagro fue el comienzo de mi vocación", añade.
Una madre que encamina a la familia
«Debo decir que toda la familia debe a mi madre el haber recibido la fe. Ella misma convirtió a mi papá, ya casados, y supo encaminar bien a todos sus hijos. Comencé a los tres años en el colegio san Francisco, y desde allí recuerdo que siempre quise ser sacerdote. Incluso, de lo cual ahora me río, recuerdo que jugaba a celebrar la Misa en mi habitación… usaba una mesa como altar, y una vieja mesita de luz como sagrario".
No es la única vocación en la familia. "En este momento, un tío mío, sacerdote hermano de mi madre, estaba haciendo un curso en esta misma universidad. A su vez también un primo de mi madre, del cual hablé antes, sacerdote en Rosario, Argentina".
Desde los 8 a los 17 años, Pablo Francisco se relacionó con el grupo Halcones de la Cruz del Sur, ligado a la congregación Miles Christi, que estaban frente a su casa.
Allí ofrecían "sana alegría cristiana, con una sólida vida de piedad y fuertes lazos de buenas amistades. Gracias a este grupo, me acerqué a la congregación, comencé a llevar una vida de piedad más seria, con dirección espiritual y ejercicios espirituales que hacíamos anualmente. Y fue allí donde recibí el llamado de Dios".
"Mi madre siempre nos decía: 'ustedes tienen que ir a un grupo católico… el que quieran. Pero acá no se quedan, tienen que formarse'. Ahora le agradecemos muchísimo, mis hermanos y yo, esta exigencia".
Ejercicios espirituales a los 15 años
"En 2013, cuando tenía 15 años, realicé unos ejercicios espirituales, un retiro espiritual de silencio, inspirado en el método de san Ignacio. Allí vi con claridad que Dios me estaba llamando ya desde niño, pero ahora, con mucha mayor intensidad. Recuerdo todas las preguntas de entonces… sobre todo ¿por qué a mí? ¿qué pasará con la gente con la que hago apostolado, mis amigos, etc.? Y Dios mismo se encargaba de responder por mí. En el fondo era temor de qué pasaría, y vi que era necesario un acto de fe y de confianza en Dios. Fue un saltar al vacío, darle a Dios un cheque en blanco. Si en verdad tanto quiero mi casa, mi familia, amigos, etc. es más seguro que se encargue Él".
Con un amigo perteneciente a Halcones y otros compañeros, unas diez personas, iban cada jueves al hospital de niños de la Plata, a la sección de Oncología, para hacer apostolado con los niños con cáncer. "Luego, cada viernes, hacíamos media hora de adoración al Santísimo, y luego compartíamos una merienda entre nosotros", recuerda de su adolescencia.
La vida religiosa
Entró en vida religiosa en Miles Christi en 2015, estudiando Humanidades y Filosofía en su casa de formación de Luján, a unos pocos kilómetros del santuario de la Virgen de Luján. "Luego realicé el noviciado allí mismo, y culminé con los votos y la toma de hábito, un 11 de febrero de 2021, Nuestra Señora de Lourdes, junto con los hermanos Agustín y Mariano de Miles Christi, que estudian conmigo en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, ellos también gracias a la ayuda de la Fundación CARF".
Realizó sus prácticas apostólicas en la provincia de San Luis, en Argentina, una región pobre pero con pobladores cercanos y de fe fuerte y sencilla. Trabajó con niños y con universitarios.
"Íbamos con los jóvenes a distintos lugares, a veces pueblos, otras capillas en las sierras, donde andábamos mucho tiempo por caminos de tierra en medio de las sierras para llegar a alguna casa desconocida, donde vivía gente para rezar con ellos y buscar acercarlos a Dios", detalla. También organizaron un coro polifónico y dieron dos conciertos.
¡Estudiar en Roma!
"Me faltaba aún estudiar la Teología para poder ser ordenado", explica. La beca de CARF le facilitaba ir a estudiar a Roma.
"Doy gracias a Dios por esta gracia tan grande de poder estudiar Teología en el centro de nuestra fe, Roma. Y deseo de corazón poder responder a esta gracia tan grande que me da el Señor con generosidad, dándome de lleno al estudio de la ciencia de Dios, aquí en esta universidad de la Santa Croce. También quiero agradecerles especialmente a todos los que hacen posible que yo pueda terminar mi formación sacerdotal, especialmente a todos los hermanos y hermanas de la Fundación CARF-Centro Académico Romano Fundación, y asegurarles su presencia en mis oraciones", asegura. Y no le falta su agradecimiento a San Francisco de Asís, por su protección, incluso antes de nacer.