Pablo Cervera le entrevista sobre su último libro, «Para santificar el mundo»
George Weigel: son las partes «moribundas» de la Iglesia las que quieren «reinventar el catolicismo»
George Weigel (Baltimore, 1951) es un escritor y politólogo católico estadounidense. Es el autor del best-seller internacional Testigo de la esperanza, primer libro biográfico de dos sobre Juan Pablo II. Ha recibido diecinueve doctorados honoris causa, además de la cruz Pro Ecclesia et Pontifice (máxima condecoración de la Iglesia católica para quien ha demostrado un largo y excepcional servicio a la Iglesia católica o al Papa) y la Medalla de Oro Gloria Artis del gobierno polaco (otorgada a personas y organizaciones por contribuciones destacadas o protección de la cultura y el patrimonio nacional polacos). Trabaja como miembro distinguido Senior y catedrático de la Cátedra William E. Simon de Estudios Católicos en el Centro de Ética y Políticas Públicas de Washington, D.C.
Entre sus obras traducidas al español se cuentan: Biografía de Juan Pablo II: testigo de esperanza (Plaza & Janés, Barcelona 2000); El coraje de ser católico: crisis, reforma y futuro de la Iglesia (Planeta, Barcelona 2003); Política sin Dios: Europa y América, el cubo y la catedral (Cristiandad, Madrid 42005); La elección de Dios: Benedicto XVI y el futuro de la Iglesia (Ciudadela, Madrid 2006); Occidente en guerra contra el Yihadismo. El papel de la fe y la razón (Palabra, Madrid 2009); Cartas a un joven católico (Cristiandad, Madrid 2006); La verdad sobre el catolicismo (Cristiandad, Madrid 2009); Juan Pablo II. El final y el principio (Planeta, Barcelona 2011).
Querido George, aquí me tienes de nuevo. Hace tres años te entrevistaba con ocasión de la publicación en España de tu libro El próximo papa. Terminaba aquellas líneas diciendo: «Espero que me hagas trabajar de nuevo». No has tardado. A principio de este año sugerí a la Ediciones Cristiandad traducir tu libro Santificar el mundo. El legado vital del Concilio Vaticano II y a comienzos de julio me ofrecieron que lo tradujera yo. Así que pasé todo julio con este trabajo que ahora sale a la luz.
He disfrutado traduciéndolo. Hace casi cuatro décadas mi tesis doctoral trató del Concilio Vaticano II y me zambullí en las Actas y en toda la bibliografía del momento. He revivido muchas cosas.
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-¿Otro libro sobre el Vaticano II, a más de sesenta años de distancia de aquel acontecimiento? Para los que invocan un Vaticano III les digo que todavía hay mucho que exprimir en sus textos, descubrir y poner en práctica…
-Tienes toda la razón. A la Iglesia siempre le toma la mayor parte de un siglo para «digerir» un concilio ecuménico, por lo que estamos a solo el 60% del camino hacia la plena puesta en práctica del Vaticano II. ¡Así que no hay necesidad de un Vaticano III!
-¿Por qué este libro? ¿Por qué ahora? ¿Qué circunstancias o interés por tu parte lo han propiciado?
-El sexagésimo aniversario de la apertura del Concilio parecía un buen momento para revisar las tres cuestiones más importantes sobre el Vaticano II: por qué era necesario, cuál era la intención de Juan XXIII para el Concilio y qué enseñó realmente el Vaticano II. Me ha impresionado el número de jóvenes adultos católicos serios y fervientes que no tienen idea de las respuestas a esas tres preguntas, y espero que el libro les sea de especial utilidad.
-El libro se publicó en Estados Unidos hace un año pero sale ahora en España. ¿Tiene algo que decir el libro (Concilio Vaticano II) al Sínodo? ¿Tiene algo que aprender todavía el Sínodo del Concilio?
-El proceso sinodal hasta ahora parece haber sido un ejercicio global de charloteo amplio sobre lo que la gente encuentra mal en la Iglesia. Haría bien en recuperar el cristocentrismo -la centralidad de Cristo- del Vaticano II. La misión de la Iglesia es predicar y dar testimonio de Cristo, no de sí misma.
-Sacrosanctum Concilium, Dei Verbum y Lumen Gentium fueron el esqueleto del Concilio. Como en un leit motiv, tus páginas destacan el cristocentrismo y carácter evangelizador del Concilio, así como las raíces del mismo en la intención y mensaje de Juan XXIII.
-Al igual que Hans Urs von Balthasar, Juan XXIII comprendió que la Iglesia de la Contrarreforma era una gran «operación de salvamento» que había completado su trabajo. El eclesiocentrismo de la Contrarreforma -la defensa de la Iglesia como institución-, tenía que complementarse con un cristocentrismo renovado: un nuevo énfasis en el Señor resucitado como centro de la historia y del cosmos. Las partes vivas de la Iglesia universal en el siglo XXI son aquellas que han devuelto a Cristo al centro de su proclamación y testimonio.
-Los obispos de hoy, los padres sinodales ya no pertenecen a la generación del Concilio. ¿Hay desinterés hacia el Vaticano II? ¿Es algo lejano? Sin embargo, cuando se leen los textos rezuman, si no actualidad, sí mucha vivacidad, más autenticidad que muchos de los documentos de hoy.
-Tienes toda la razón: los textos conciliares tienen una riqueza bíblica y teológica que no se encuentra tan a menudo hoy en día. Por eso es tan importante volver a leer -¡o leer por primera vez!- los textos profundos del Vaticano II. En un mundo occidental cada vez más ateo, Dei Verbum en particular habla a nuestro momento histórico y cultural: no estamos solos; Dios ha hablado en nuestra historia, y su Palabra vino entre nosotros, llena de gracia y verdad, señalándonos la verdad acerca de Dios y la verdad acerca de nosotros mismos.
-San Juan Pablo II y Benedicto XVI, testigos de vanguardia del Concilio e intérpretes autorizados, ya no están con nosotros. ¿Quién puede prolongar su hermenéutica?
-El Concilio continúa siendo estudiado y asimilado por los mejores teólogos de la Iglesia de hoy, y su trabajo informa a los obispos, sacerdotes y laicos que están haciendo el trabajo de la Nueva Evangelización. Juan Pablo II y Benedicto XVI -dos hombres del Concilio- dieron al Vaticano II su interpretación autorizada; las partes vivas de la Iglesia universal son aquellas que han abrazado esa «lectura» del Vaticano II, mientras que las partes moribundas de la Iglesia son aquellas que continúan insistiendo erróneamente en que el Vaticano II fue llamado a reinventar el catolicismo según el espíritu de la época. La Iglesia está llamada a convertir la cultura, no a imitarla.
-Gracias de nuevo George. Seguro que me sigues «dando trabajo…»
-Adsum ad servire!