Acaba de cumplir 100 años y es el más mayor de la diócesis de Málaga
Consejo de cura centenario: "No se cansen de ser tontos. Buscar sólo a Dios, ser tonto del mundo"
El presbítero más longevo de la diócesis de Málaga nos recibe en su residencia de la parroquia San Patricio leyendo tranquilamente el periódico y con muy buen humor. “Todos los días leo La Razón, es mi forma de estar ‘razonablemente’ informado”, afirma jocoso don Francisco Acevedo.
El pasado 1 de agosto, cumplió 100 años. ¿Algún truco?
Yo no he hecho nada especial. He comido tres veces al día, he tenido una salud normal, alcohol no he tomado...
¿Ni tabaco?
Sólo me he fumado un cigarrillo en mi vida. El maestro de mi pueblo nos había hablado siempre en contra del tabaco. Pero un día, uno de mis hermanos mayores me dio un cigarro y el maestro me pilló fumándomelo por la calle. Me siguió y me dijo: “¡Te lo vas a tragar!”. Me llevé tal susto que ya el tabaco desapareció de mi vida para siempre.
También lo cuidan muy bien su sobrina, su comunidad, el párroco actual, Adrián Troncoso...
Me cuidan súper bien y yo me dejo querer.
Después de un siglo de vida ¿Qué le queda por hacer?
Dice san Pedro: “Sed sobrios y vigilad, porque el demonio como un león rugiente anda alrededor buscando a quién devorar”. Me queda resistir al demonio, pero no es fácil. Al demonio no le interesan los curas santos y es un peligro no tomarse esto en serio.
¿De cuál de sus destinos guarda un recuerdo especial?
En todas partes he estado bien, pero el Seminario era para nosotros una gran familia. Santa Teresa decía a sus monjas: “Esta casa es un cielo, si le hay en la tierra, pero para quienes se contentan de sólo contentar a Dios”. Eso nos lo hizo aprender de memoria el director espiritual del Seminario que era un hombre de Dios, don José Soto Chuliá.
Como decano del clero malagueño ¿Algún consejo a los curas?
Que no se cansen de ser tontos. Tratar de ser ciego, sordo, mudo, tonto, tonto y medio, de todo lo que les rodea. Buscar sólo a Dios, ser tonto del mundo.
¿Ha pensado en su epitafio?
No lo he pensado. ¿Para qué?
¿Cómo le gustaría entonces que le recordaran?
Muerto el perro, se acabó la rabia (ríe). Ya hemos terminado nuestra misión. Nuestra misión no es cosechar laureles. Me gustaría pasar desapercibido.
¿Qué es para usted la oración?
¡Todo! “Sin mí no podéis nada”, “Orad sin descanso”, “Vigilad y orad para no caer en tentación”... Es una guardia permanente.
Algunos pueden pensar que quita tiempo para hacer cosas
Esos no saben qué es ser cristiano. No son cristianos. Puede que sean herederos de algo que han oído, pero no conocen a Jesús. Si lo conocieran, lo buscarían.
¿Qué pide usted en la oración?
A la Virgen le pido paz: “Reina de la paz ruega por nosotros”; y fidelidad: “Virgen siempre fiel, ruega por nosotros”. No se me cae de la boca. Y no hay nadie con más paz que yo.
Ha conocido nueve papas ¿Qué le parece Francisco?
El Papa que necesitamos.
Ha sido un placer charlar con usted.
Igualmente. ¡Y no os olvidéis de pedir por el Seminario!
El pasado 1 de agosto, cumplió 100 años. ¿Algún truco?
Yo no he hecho nada especial. He comido tres veces al día, he tenido una salud normal, alcohol no he tomado...
¿Ni tabaco?
Sólo me he fumado un cigarrillo en mi vida. El maestro de mi pueblo nos había hablado siempre en contra del tabaco. Pero un día, uno de mis hermanos mayores me dio un cigarro y el maestro me pilló fumándomelo por la calle. Me siguió y me dijo: “¡Te lo vas a tragar!”. Me llevé tal susto que ya el tabaco desapareció de mi vida para siempre.
También lo cuidan muy bien su sobrina, su comunidad, el párroco actual, Adrián Troncoso...
Me cuidan súper bien y yo me dejo querer.
Después de un siglo de vida ¿Qué le queda por hacer?
Dice san Pedro: “Sed sobrios y vigilad, porque el demonio como un león rugiente anda alrededor buscando a quién devorar”. Me queda resistir al demonio, pero no es fácil. Al demonio no le interesan los curas santos y es un peligro no tomarse esto en serio.
¿De cuál de sus destinos guarda un recuerdo especial?
En todas partes he estado bien, pero el Seminario era para nosotros una gran familia. Santa Teresa decía a sus monjas: “Esta casa es un cielo, si le hay en la tierra, pero para quienes se contentan de sólo contentar a Dios”. Eso nos lo hizo aprender de memoria el director espiritual del Seminario que era un hombre de Dios, don José Soto Chuliá.
Como decano del clero malagueño ¿Algún consejo a los curas?
Que no se cansen de ser tontos. Tratar de ser ciego, sordo, mudo, tonto, tonto y medio, de todo lo que les rodea. Buscar sólo a Dios, ser tonto del mundo.
¿Ha pensado en su epitafio?
No lo he pensado. ¿Para qué?
¿Cómo le gustaría entonces que le recordaran?
Muerto el perro, se acabó la rabia (ríe). Ya hemos terminado nuestra misión. Nuestra misión no es cosechar laureles. Me gustaría pasar desapercibido.
¿Qué es para usted la oración?
¡Todo! “Sin mí no podéis nada”, “Orad sin descanso”, “Vigilad y orad para no caer en tentación”... Es una guardia permanente.
Algunos pueden pensar que quita tiempo para hacer cosas
Esos no saben qué es ser cristiano. No son cristianos. Puede que sean herederos de algo que han oído, pero no conocen a Jesús. Si lo conocieran, lo buscarían.
¿Qué pide usted en la oración?
A la Virgen le pido paz: “Reina de la paz ruega por nosotros”; y fidelidad: “Virgen siempre fiel, ruega por nosotros”. No se me cae de la boca. Y no hay nadie con más paz que yo.
Ha conocido nueve papas ¿Qué le parece Francisco?
El Papa que necesitamos.
Ha sido un placer charlar con usted.
Igualmente. ¡Y no os olvidéis de pedir por el Seminario!
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