Madre Manuela: «La vida contemplativa busca el bien definitivo del hombre, su propia salvación»
La Madre Manuela Gómez Muñoz es natural de Priego de Córdoba. Al haber terminado sus estudios de Biología y, tras una intensa búsqueda de la voluntad de Dios, experimentó la llamada de Dios a una vida de especial consagración. A los 26 años ingresó en el monasterio de las Concepcionistas de Hinojosa del Duque (Orden de la Inmaculada Concepción -Concepcionistas Franciscanas-, fundada por Santa Beatriz de Silva en 1489), y después de una década en esta casa nos cuenta su experiencia.
-¿Qué pasó en su vida para que se consagrara a Dios?
-Pasó Dios. Y lo hizo poniendo en mí una inquietud, un interrogante. Aunque exteriormente todo iba bien, interiormente no dejaba de preguntarme a qué estaba destinada, qué estaba llamada a vivir, por qué sentía esa especie de insatisfacción en todo lo que me iba sucediendo -había terminado mis estudios de Biología y me preparaba las oposiciones…-. Me preguntaba si todos los proyectos que yo había imaginado, coincidían en realidad con lo que Dios había pensado para mí. Buscando respuestas -sin saberlo- pasé por varios grupos: Juventudes Marianas, Mies y finalmente el Camino Neocatecumenal. Entré en el monasterio unos días después de cumplir los 26 años.
-¿Qué recuerdo tiene del día de su consagración?
-Un pensamiento, una certeza interior que me decía: "Este lugar es la tierra donde Dios te planta para que crezcas y des fruto”.
-¿Cómo suele explicar la vida contemplativa tan difícil de entender para un mundo utilitarista?
-La vida contemplativa busca el bien definitivo del hombre que es su propia salvación. Se puede, y se debe, trabajar por buscar el bien exterior pero ¿cómo llegar al interior? El corazón sólo cambia cuando se encuentra con el amor de Dios. Jesucristo rezaba antes de llevar a cabo una misión importante como por ejemplo antes de elegir a los discípulos; gracias a esta oración ellos pudieron responder. Nosotras nos unimos, o mejor, prolongamos esta oración de intercesión de Cristo al Padre por la vida del hombre.
-¿Qué le pide a Dios cada día para desempeñar su servicio?
-Estar abierta, dejarme llevar por el Espíritu.
-Un recuerdo de su vida consagrada que jamás olvidará…
-Las largas conversaciones, llenas de “luz”, durante mi tiempo de formación.
-Cuando habla de su fundadora ¿cuál es el detalle de su vida que más le llama la atención?
-Siempre hablo de su belleza física, de su protagonismo en la Corte y del lujo y riqueza que le rodeaba. Hoy podríamos decir que era famosa, con mucho dinero y atractivo. Algo muy valorado por el mundo. Ella lo dejó todo; se cubrió el rostro -no quería ya ser vista de nadie, sólo de Dios-, salió de la Corte y empezó a vivir pobremente. Esto siempre me recuerda la fugacidad de todo y el valor de lo único que permanece.
-¿Qué hace un día normal…?
-Cada día se ordena entorno al Cuerpo de Cristo que está expuesto durante el día y la noche. Nuestros días tratan de asemejarse al ambiente de la Virgen María en Nazaret, entorno a Jesús, en relación con Él. A partir de aquí todo lo demás, la verdad es que dentro del relativo orden siempre hay alteraciones. Se marca como primordial en el horario el rezo de la Liturgia y la oración personal; el resto, es más variable según las circunstancias, aquí se incluyen el trabajo comunitario y los oficios propios de la casa que se reparten de forma rotativa; además del estudio, lectio, ensayos, visitas al locutorio, recreos, acontecimientos imprevistos como… responder a una entrevista para Iglesia en Córdoba…
-Lo más bonito de ser consagrado es…
-Poder servir a Dios.
-¿Qué pasó en su vida para que se consagrara a Dios?
-Pasó Dios. Y lo hizo poniendo en mí una inquietud, un interrogante. Aunque exteriormente todo iba bien, interiormente no dejaba de preguntarme a qué estaba destinada, qué estaba llamada a vivir, por qué sentía esa especie de insatisfacción en todo lo que me iba sucediendo -había terminado mis estudios de Biología y me preparaba las oposiciones…-. Me preguntaba si todos los proyectos que yo había imaginado, coincidían en realidad con lo que Dios había pensado para mí. Buscando respuestas -sin saberlo- pasé por varios grupos: Juventudes Marianas, Mies y finalmente el Camino Neocatecumenal. Entré en el monasterio unos días después de cumplir los 26 años.
-¿Qué recuerdo tiene del día de su consagración?
-Un pensamiento, una certeza interior que me decía: "Este lugar es la tierra donde Dios te planta para que crezcas y des fruto”.
-¿Cómo suele explicar la vida contemplativa tan difícil de entender para un mundo utilitarista?
-La vida contemplativa busca el bien definitivo del hombre que es su propia salvación. Se puede, y se debe, trabajar por buscar el bien exterior pero ¿cómo llegar al interior? El corazón sólo cambia cuando se encuentra con el amor de Dios. Jesucristo rezaba antes de llevar a cabo una misión importante como por ejemplo antes de elegir a los discípulos; gracias a esta oración ellos pudieron responder. Nosotras nos unimos, o mejor, prolongamos esta oración de intercesión de Cristo al Padre por la vida del hombre.
-¿Qué le pide a Dios cada día para desempeñar su servicio?
-Estar abierta, dejarme llevar por el Espíritu.
-Un recuerdo de su vida consagrada que jamás olvidará…
-Las largas conversaciones, llenas de “luz”, durante mi tiempo de formación.
-Cuando habla de su fundadora ¿cuál es el detalle de su vida que más le llama la atención?
-Siempre hablo de su belleza física, de su protagonismo en la Corte y del lujo y riqueza que le rodeaba. Hoy podríamos decir que era famosa, con mucho dinero y atractivo. Algo muy valorado por el mundo. Ella lo dejó todo; se cubrió el rostro -no quería ya ser vista de nadie, sólo de Dios-, salió de la Corte y empezó a vivir pobremente. Esto siempre me recuerda la fugacidad de todo y el valor de lo único que permanece.
-¿Qué hace un día normal…?
-Cada día se ordena entorno al Cuerpo de Cristo que está expuesto durante el día y la noche. Nuestros días tratan de asemejarse al ambiente de la Virgen María en Nazaret, entorno a Jesús, en relación con Él. A partir de aquí todo lo demás, la verdad es que dentro del relativo orden siempre hay alteraciones. Se marca como primordial en el horario el rezo de la Liturgia y la oración personal; el resto, es más variable según las circunstancias, aquí se incluyen el trabajo comunitario y los oficios propios de la casa que se reparten de forma rotativa; además del estudio, lectio, ensayos, visitas al locutorio, recreos, acontecimientos imprevistos como… responder a una entrevista para Iglesia en Córdoba…
-Lo más bonito de ser consagrado es…
-Poder servir a Dios.
Comentarios