Sábado, 02 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Una familia en misión: «Los que más nos entienden son quienes no practican o ni siquiera creen»

Agencia SIC

Daniel y Clara, del Camino Neocatecumenal, enviados en misión a Suecia.
Daniel y Clara, del Camino Neocatecumenal, enviados en misión a Suecia.
Daniel y Clara son un matrimonio normal, pertenecen al Camino Neocatecumenal. Tienen cuatro hijos y residen en Badajoz. Los hace especiales que dejan todo y se marchan de misiones a Suecia. Daniel ha dejado su trabajo como ejecutivo por otro en una empresa de limpieza en la que ganará 500 euros

-¿Cómo surge en vosotros la vocación misionera?
-Daniel: Siempre hemos tenido una inquietud, pero fue en octubre del año pasado cuando fuimos a una convivencia. En esa convivencia se pide que si alguien está llamado a esta vocación, que se ponga a disposición de la Iglesia. Más adelante participamos en una convivencia de familias en Italia en la que tomaban parte todas las familias del Camino Neocatecumenal del mundo que han mostrado su disponibilidad para marchar a misiones. Allí estábamos 400 familias junto a varios obispos y arzobispos. En ese encuentro se ponen en un cesto los destinos, los lugares del mundo donde los obispos han pedido al Papa que vayan matrimonios a evangelizar, y se sortea el destino de cada matrimonio. A nosotros nos tocó Suecia, un matrimonio de Coria-Cáceres irá a Suiza y otro de Plasencia, a China. Una vez que sale el destino nosotros tenemos que aceptar y de esa manera se van formando las distintas misiones.

-Clara: En todo este proceso hay un trabajo de discernimiento por nuestra parte, pero también por parte de la Iglesia. De hecho hay mucha gente que muestra su disponibilidad y no es invitada a la misión o que en un principio deciden marchar pero tras un periodo de discernimiento no van. En un principio había 700 o 800 familias dispuestas, de las que quedamos la mitad.

-Hubo una celebración de envío de todos a la misión por parte del Papa y otro en vuestra iglesia particular, ¿no es así?
-Daniel: Sí, el 6 de marzo nos reunimos todos en el Aula Pablo VI y el papa Francisco hizo el envío a las 400 familias. Luego, el 10 de julio, se realizó una ceremonia de envío en nuestra diócesis, concretamente en la parroquia de Jesús Obrero, en Badajoz, donde nos reunimos, que estuvo presidida por el Arzobispo, don Celso.

-Clara: Esta ceremonia significa que no vamos por nuestra cuenta y riesgo, sino que nos envía la Iglesia y vamos en su nombre.

-Para marcharos tenéis que dejar aquí muchas cosas, entre ellas un cargo de alto nivel bien remunerado.

-Daniel: Yo estaba trabajando como gerente de la compañía médica ASISA en Badajoz y provincia. En marzo le comuniqué a la empresa que tenía esta decisión tomada, que nos íbamos a Estocolmo en misión y que fueran buscando a alguien si lo estimaban conveniente. Ellos agradecieron el gesto de haber avisado con tiempo.

-¿Ya tienes trabajo en Suecia?
-Daniel: Sí, en una pequeña empresa de limpieza, que es lo que me ha permitido también conseguir los papeles suecos. Ganaré 500 euros, que no nos dará ni para pagar el piso, pero Dios proveerá. Precisamente ahora estamos buscando la casa.

-Ese fue el primer testimonio que disteis, el testimonio en la empresa. ¿Qué te dijeron los jefes y los compañeros?
-Daniel: Nos han sorprendido los mensajes de persona de Madrid, de gerentes de otros lugares de España. La verdad es que ha producido impacto. Sea todo para gloria de Dios, no para gloria nuestra. A mí me sorprendió mucho la reacción de los jefes, no me la esperaba.

-¿Qué te dijeron los jefes?

-Daniel: Yo me esperaba que me iban a decir de todo, que estaba loco… Vete tú a saber. Sin embargo, me dijeron que nos admiraban, que rezarían por nosotros… Eso me sorprendió, incluso me reafirmó en que lo que estábamos haciendo no era ninguna tontería.

-Vuestros amigos, vuestras familias, ¿cómo reaccionaron?

-Clara: Mayoritariamente, nos apoyan. Lo que más me ha sorprendido es que los que más nos entienden son la gente que no practica o que ni siquiera cree. Esos son los que más nos entienden, incluso les ayuda. Compañeros de mi marido vienen de fuera a propósito para hablar con nosotros, se piden el día libre y se hacen el viaje, incluso gente en el supermercado que se ha enterado… Mira, yo compro mucho por Internet y alguna vez he comentado que me tenía que marchar y, fíjate que la gente no pregunta, pero sí se han interesado y han dado pie a hablarles. Ha habido vendedores que se nos han puesto a llorar por teléfono cuando les hemos explicado, por ejemplo, que no nos interesaba la oferta en telefonía que nos estaba haciendo porque nos marchábamos, se me han puesto a llorar y me han contado su vida, que están fatal… La gente está muy necesitada de Dios. Incluso gente muy crítica con la fe y con nosotros mismos, a los que invitamos a la celebración del envío en Badajoz, allí estaban, con lágrimas en los ojos pidiéndonos que rezáramos por ellos. Ya nos dijo el Papa que Dios nos pondría a esta gente en nuestro camino.

-Os vais a final de mes. Ahora estáis de mudanza, habéis vendido el coche y regalado casi todo lo que teníais como un gesto más de entrega, disponibilidad y libertad.
-Clara: Decidimos darlo todo a la gente necesitada y vender el coche porque no nos lo podemos llevar. Allí necesitaremos un coche, pero Dios proveerá. Me ha costado mucho dar mis cosas, pero también ha sido una liberación que nos ha llenado de paz. Te das cuenta de todas las cosas a las que estamos atados. Yo estoy muy feliz, muy contenta y, a veces, tengo cierto miedo.

-Mucha gente se preguntará por los niños. ¿Cómo os planteáis esto?

-Clara: Me ha sorprendido su reacción. Son niños muy maduros. En el colegio son muy solidarios y mi enfermedad (tengo fibromialgia) los ha ayudado mucho a madurar, a valorar las cosas y a ayudarse entre ellos. Me decían: si tú estás enferma y necesitas ayuda, por lo menos tienes a Dios, pero esa gente que no tiene familia ni nadie que le ayude y está enferma o que no conoce a Dios y se muere y no sabe que existe el cielo… Los que más nos ayudan realmente son nuestros hijos.

-Daniel: Muchas veces intentamos, como padres, evitar el sufrimiento a nuestros hijos, pero te das cuenta de que no pasa nada porque se den cuenta de que puede haber sufrimiento, que puede haber una enfermedad. Eso los hace fuertes. Lo importante es que vean que Dios está ahí, que te ayuda y que todo se puede superar. Ellos están contentos, van con ilusión, saben que van a un sitio donde tendrán que aprender el idioma, pero como te digo están contentos.

-¿No tenéis problemas para escolarizarlos?
-Daniel: No, en cuanto lleguemos, como tenemos ya el número sueco, se escolarizan inmediatamente.

* * *
Aunque Suecia fue hasta el año 2000 un estado confesional luterano, lo cierto es que es uno de los países más ateos del mundo. La comunidad católica es muy reducida, con poco más de 40 parroquias y alrededor de 140.000 fieles de un total de 9 millones y medio de habitantes que tiene el país, aunque está creciendo muy notablemente en los últimos años. El desarrollo económico es muy elevado, pero la sociedad está muy desestructurada y se da un alto índice de suicidios.

Ese es el paisaje que se encontrarán Daniel y Clara. Preguntados cómo va a ser su vida allí, Daniel afirma que “el obispo de Estocolmo quiere que vayamos a vivir a Tyreso, que es un pueblo a 14 kilómetros de la capital. El obispo lo que quiere es que se formen pequeñas comunidades o pequeños núcleos que se acerquen a la gente a Jesucristo. Viviremos cuatro familias misioneras (las otras son una familia de Málaga, otra catalana y otra que viene de Italia) junto a nosotros va también un sacerdote. Vamos allí, aprendemos a empezar de cero, tendremos que aprender el idioma lo antes posible”.

Preguntados por lo que harán en qué consiste su misión, Daniel asegura que, “como no hay iglesias, celebraremos la Eucaristía en nuestras casas. Es un trabajo inicialmente de presencia, la gente ve que en nuestras casas pasan cosas. La experiencia de otras familias misioneras es que mucha gente se acerca y se inician en la fe, se bautizan y esos son los milagros que ves, por los que te das cuenta de que lo que hacemos sirve para algo”.

Clara afirma que “muchas veces la gente comparte con nosotros vivencias aunque no se convierta, pero sienten un apoyo moral en momentos de soledad o situaciones trascendentes de su vida en los que nosotros los acompañamos. Nosotros somos un instrumento de barro que llevamos la gracia de Dios, pero Él es el que decide, el que elige cuándo tiene uno que convertirse. A lo mejor en ese momento ese hermano no vive la fe pero el día de mañana sí, yo ya no lo sé. Dios sabe cómo encontrarse con cada uno. Todo esto -concluye- tiene sentido desde la fe, si lo miras desde la razón y de que todo se acaba cuando te mueres, entonces no. Estamos muy felices”.
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