Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Joven siria saca los colores a quienes se avergüenzan de la fe allí donde no cuesta nada tenerla

HazteOir / ReL

Mireille al Farah reivindica la alegría de la fe ante quienes se avergüenzan de ella.
Mireille al Farah reivindica la alegría de la fe ante quienes se avergüenzan de ella.
El testimonio de Mireille Al Farah, joven siria afincada en Barcelona porque no puede regresar a su país, fue uno de los platos fuertes de la jornada del sábado en el I Congreso Internacional sobre Libertad Religiosa que se está celebrando este fin de semana en Madrid, organizado por Mas Libres y con el patrocinio de HazteOir y CitizenGo.

La joven confesó que al comulgar llora por los perseguidos en su país, evocando los viejos tiempos: "Manifestábamos públicamente nuestra fe, vivíamos sin miedo, y de un día a otro nos encontramos con esta situación: atentados, secuestros, violaciones, que estés en tu casa y que te caiga encima un mortero... Los bombardeos son diarios. Con las tecnologías GPS saben localizar los barrios cristianos y seleccionarnos como víctimas. Yo he perdido a trece personas, uno de ellos mi primo Shami, que murió por caerle encima un mortero".

Los yihadistas actúan de forma precisa y selectiva para conseguir sus objetivos: "En horas de exámenes aumentan los ataques porque no quieren que la gente vaya a las Facultad ni las escuelas. Las parejas jóvenes amigas mías que son padres me dicen que no salen nunca de casa juntos a la calle, para evitar que sus hijos se queden huérfanos. Estamos muchas horas sin agua, sin luz… la gente tiene que hacer lo que puede para vivir, y eso en Damasco, que es la capital".

Algunos se ven obligados a abandonarlo todo en su forzada huida frente a la persecución, pero hay quienes optan por quedarse: "A una amiga mía, cuya familia está entre Libia y Francia, casada y con cuatro hijos, le han ofrecido de todo para que se marche y ser acogida como refugiada, pero no quiere irse: ´Soy de aquí, aquí tengo a mis hijos...´, me dice; ha dejado su trabajo y ahora forma gratis a los desempleados, para que después del conflicto encuentren un trabajo. Mi hermana está en el Líbano, ha tenido que huir sin nada. Recientemente han llegado ochocientas familias que igualmente lo han tenido que abandonar todo".

Vivir la fe... con fe

"Ante esta situación, cabe plantearse: ¿qué hago, me quedo en casa, no salgo?", se preguntó Mireille: "No, la gente ha decidido seguir viviendo, los cristianos siguen llenando las iglesias. Mis amigos me dicen: ´Prefiero morir tomando el cuerpo de Cristo que quedarme en casa ante el riesgo´. Los sacerdotes nos apoyan muchísimo para poder vivir esta opción; nos ayudan a mantener a la esperanza".

Y es que, subraya Mireille, "cuando abrazamos nuestra fe la cogemos completa, sabemos que implica asumir la persecución, pero aprendemos a luchar. Yo siempre llevo la cruz. Ser cristianos es algo que nos da fuerza. Ya nuestros mismos nombres nos identifican como cristianos".

Una esperanza que se refleja en medio del dolor que causa la muerte y la persecución: "Los funerales son para nosotros una fiesta, los celebramos como una boda, los engalanamos con flores blancas... Los mártires son como novios y novias que se entregan al cielo para unirse Cristo".

Nos piden rezar y no avergonzarnos
Mireille concluyó respondiendo a qué podemos hacer para aliviar el sufrimiento de los cristianos perseguidos en Siria y acaban con el terror que padecen: "Los jóvenes cristianos sirios os pedimos dos cosas: comunicarlo y uniros a nuestra oración. Por un lado, debemos insistir en lo que está pasando, para urgir una respuesta internacional. Pero no se puede dejar todo en manos humanas, que son falibles, y tiene que haber una intervención divina para cambiar los corazones. Por ello hemos creado una cadena de oración para rezar el rosario las 24 horas, de modo que siempre haya una persona rezando por la paz en Siria. Oraciones también para que sepamos perdonar, y oraciones por nuestros agresores. Estoy segura de que con ello esta situación podrá cambiar".

Y pidió algo más: "Pido no esconderse: la fe nos tiene que traer siempre la alegría, no la vergüenza. Me ha sorprendido llegar a Barcelona y ver la situación, nunca me he sentido sola en la iglesia, y aquí en muchas ocasiones me he sentido sola estando con gente en el mismo templo. Tenemos que pensar en lo que tenemos y no tienen los demás".
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