De familia budista, lloró al morir Juan Pablo II
«Nunca le oré a Buda; siempre era ´Querido Dios´»: CaLee, su esposo e hijos se bautizan este sábado
Durante la Misa de Vigilia de Cuaresma en la Catedral de la Magdalena en salt Lake City (Utah, EEUU) CaLee Przybylski, su esposo y sus cuatro hijos serán bautizados en la Iglesia Católica.
Este es el último paso en el viaje que comenzó cuando era niña y llegó a Utah junto a sus padres como refugiados procedentes de Laos.
La familia practicaba el budismo y asistían al templo budista para ocasiones especiales.
“Estaba bien, pero no sentía que recibia la guía que necesitaba ya que no hay ninguna enseñanza”, explica CaLee.
Ella sentía una conexión con Dios.
“Aún de muy joven sentía esa urgencia de hincarme antes de ir a dormir al pie de mi cama y orar”, explica CaLee. “Recuerdo que nunca le oré a Buda; siempre era ´Querido Dios’.
Esa relación siguió revelándose cuando creció y se casó.
Embarazada con su primer hijo trabajaba un turno por la noche en una empresa de una ciudad con abundantes noticias de crímenes violentos.
Una noche su hermana se retrasó en recogerla. Los demás empleados ya se habían ido y CaLee sintió miedo, así es que comenzó a orar a Dios y en unos minutos su hermana llegó.
“Solo sé que en el momento que yo más lo necesitaba y tenía tanto miedo sentí que Él llegó y me la envió”, explica CaLee.
Cuando escuchó las noticias de la muerte del Papa Juan Pablo II, no pudo dejar de llorar aunque sabía muy poco acerca de él.
Mientras vivía en Colorado comenzó a asistir al curso preparatorio RCIA [rito de iniciación católica para adultos] pero por diversas circunstancias no pudo terminarlo.
Durante esos años, su primer matrimonio terminó. Se volvió a casar. Su padre falleció.
Regresó a Utah con su familia cuando su esposo fue destinado al extranjero en la Marina y decidió prestarle atención al llamado del Espíritu Santo.
En una búsqueda en Internet de “Iglesias Católicas en Utah”, encontró la Catedral de la Magdalena y decidió visitarla.
“Recuerdo que cuando entré por la puerta sentí que yo no era digna. Sabía que había cosas en mi vida que necesitaba confesar, que necesitaba ser perdonada, que necesitaba apoyo, y que necesitaba respuestas”, explica CaLee.
Se sentó en un banco, dirigió su mirada al Crucifijo en el altar y sintió una tristeza abrumadora ante el sacrificio de Cristo, pero también sintió un alivio.
“Sabía que eso era lo correcto, sabía que poder ser perdonada estaba a mi alcance. Me sentí bendecida por tener un esposo, por tener una familia, por tenerlo todo. Aún con el fallecimiento de mi padre, finalmente desarrollé un sentido de perdón a mí misma. No estoy enojada con Dios. Dios me envió a mi papá para enseñarme cosas buenas para mí y para ser mejor y ser la persona que debía ser y que puedo ser para honrarlo”.
Su esposo y sus hijos apoyaron su decisión de asistir a las clases de RCIA; su madre le dijo que hiciera lo que la hiciera feliz. “Con esa respuesta supe que era lo correcto”, dijo CaLee, que trabaja a tiempo parcial y se encuentra estudiando para obtener un título universitario a través de la Universidad de Phoenix. También enseña catecismo a alumnos de 3ero. grado en la Catedral de la Magdalena.
Cuando comenzó a asistir a Misa, invitó a sus hijos a ir con ella. Y lo hicieron. “Mi hija mayor me dijo que cuando entró en la Catedral sintió ese sentimiento y sabía que estaba en el camino adecuado”, explica CaLee.
Un poco mas tarde su esposo acudió a una clase de RCIA y más adelante se unió al programa. Durante la Vigilia Pascual toda la familia será bautizada y todos, menos el hijo de 5 años, recibirán su primera comunión.
La historia de CaLee es remarcable en cuanto a lo rápido que aceptó la fe católica, dijo el diácono Dodge, quien ha estado involucrado con el RICA durante 20 años.
“Es muy raro en mi experiencia en el RCIA de la Catedral de la Magdalena que un catecúmeno traiga a toda su familia”, dijo el diácono Dodge. Además muchas personas que preguntan sobre la fe tienen por lo menos una cultura cristiana, mientras que CaLee tenía preguntas muy básicas sobre la fe católica.
Sin embargo, ella ya tenía una vida establecida de oración, lo que muchos catecúmenos principiantes no tienen, explica el diacono.
CaLee dice que espera con ansias la Vigilia Pascual ya que será capaz de unirse al resto de su familia parroquial recibiendo la Eucaristía. “Siento que voy a estar completa”, dice.
(Traducido al español por Laura Vallejo para iCatholic.org; en la revisión de ReL hemos optado por referirnos a la protagonista por el nombre, CaLee, en vez de por el apellido polaco de casada)
Este es el último paso en el viaje que comenzó cuando era niña y llegó a Utah junto a sus padres como refugiados procedentes de Laos.
La familia practicaba el budismo y asistían al templo budista para ocasiones especiales.
“Estaba bien, pero no sentía que recibia la guía que necesitaba ya que no hay ninguna enseñanza”, explica CaLee.
Ella sentía una conexión con Dios.
“Aún de muy joven sentía esa urgencia de hincarme antes de ir a dormir al pie de mi cama y orar”, explica CaLee. “Recuerdo que nunca le oré a Buda; siempre era ´Querido Dios’.
Esa relación siguió revelándose cuando creció y se casó.
Embarazada con su primer hijo trabajaba un turno por la noche en una empresa de una ciudad con abundantes noticias de crímenes violentos.
Una noche su hermana se retrasó en recogerla. Los demás empleados ya se habían ido y CaLee sintió miedo, así es que comenzó a orar a Dios y en unos minutos su hermana llegó.
“Solo sé que en el momento que yo más lo necesitaba y tenía tanto miedo sentí que Él llegó y me la envió”, explica CaLee.
Cuando escuchó las noticias de la muerte del Papa Juan Pablo II, no pudo dejar de llorar aunque sabía muy poco acerca de él.
Mientras vivía en Colorado comenzó a asistir al curso preparatorio RCIA [rito de iniciación católica para adultos] pero por diversas circunstancias no pudo terminarlo.
Durante esos años, su primer matrimonio terminó. Se volvió a casar. Su padre falleció.
Regresó a Utah con su familia cuando su esposo fue destinado al extranjero en la Marina y decidió prestarle atención al llamado del Espíritu Santo.
En una búsqueda en Internet de “Iglesias Católicas en Utah”, encontró la Catedral de la Magdalena y decidió visitarla.
“Recuerdo que cuando entré por la puerta sentí que yo no era digna. Sabía que había cosas en mi vida que necesitaba confesar, que necesitaba ser perdonada, que necesitaba apoyo, y que necesitaba respuestas”, explica CaLee.
Se sentó en un banco, dirigió su mirada al Crucifijo en el altar y sintió una tristeza abrumadora ante el sacrificio de Cristo, pero también sintió un alivio.
“Sabía que eso era lo correcto, sabía que poder ser perdonada estaba a mi alcance. Me sentí bendecida por tener un esposo, por tener una familia, por tenerlo todo. Aún con el fallecimiento de mi padre, finalmente desarrollé un sentido de perdón a mí misma. No estoy enojada con Dios. Dios me envió a mi papá para enseñarme cosas buenas para mí y para ser mejor y ser la persona que debía ser y que puedo ser para honrarlo”.
Su esposo y sus hijos apoyaron su decisión de asistir a las clases de RCIA; su madre le dijo que hiciera lo que la hiciera feliz. “Con esa respuesta supe que era lo correcto”, dijo CaLee, que trabaja a tiempo parcial y se encuentra estudiando para obtener un título universitario a través de la Universidad de Phoenix. También enseña catecismo a alumnos de 3ero. grado en la Catedral de la Magdalena.
Cuando comenzó a asistir a Misa, invitó a sus hijos a ir con ella. Y lo hicieron. “Mi hija mayor me dijo que cuando entró en la Catedral sintió ese sentimiento y sabía que estaba en el camino adecuado”, explica CaLee.
Un poco mas tarde su esposo acudió a una clase de RCIA y más adelante se unió al programa. Durante la Vigilia Pascual toda la familia será bautizada y todos, menos el hijo de 5 años, recibirán su primera comunión.
La historia de CaLee es remarcable en cuanto a lo rápido que aceptó la fe católica, dijo el diácono Dodge, quien ha estado involucrado con el RICA durante 20 años.
“Es muy raro en mi experiencia en el RCIA de la Catedral de la Magdalena que un catecúmeno traiga a toda su familia”, dijo el diácono Dodge. Además muchas personas que preguntan sobre la fe tienen por lo menos una cultura cristiana, mientras que CaLee tenía preguntas muy básicas sobre la fe católica.
Sin embargo, ella ya tenía una vida establecida de oración, lo que muchos catecúmenos principiantes no tienen, explica el diacono.
CaLee dice que espera con ansias la Vigilia Pascual ya que será capaz de unirse al resto de su familia parroquial recibiendo la Eucaristía. “Siento que voy a estar completa”, dice.
(Traducido al español por Laura Vallejo para iCatholic.org; en la revisión de ReL hemos optado por referirnos a la protagonista por el nombre, CaLee, en vez de por el apellido polaco de casada)
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