Gabriel Martínez
Era comunista, ladrón y drogadicto, pero el amor de una mujer le llevó a Dios... hoy es catequista
También pudo sanar de sus dependencias y vicios a la luz del testimonio que encontró de la mano de su futura esposa
Tiene 52 años, y le conocen como Gabi Martínez. Está casado con Angela, con quien tienen “cuatro hijos en la tierra y cinco en el cielo”, parte precisando al programa televisivo español “Cambio de Agujas” este economista, converso por la mediación de su amada esposa…
Éste es su testimonio contado en primera persona:
Comunista y admirador de Santiago Carrillo
«Yo nací en La Roda, un pueblo de Albacete y mis padres… pues no eran practicantes, mi padre era empresario. Nací el ’62 y por motivos de la crisis de esos años nos vinimos el sesenta y cinco aquí a Torrent y ahí empezó el Señor a actuar en mi vida. Eso creo. La verdad por entonces no me di cuenta, lo he visto más tarde.
»Sucedió que llegamos un poco entrado el curso de estudios y no encontrábamos plaza en ningún colegio público… Mi padre no quería que yo estudiase en colegios de curas. Para él nada con la fe católica, era ateo, aunque luego al final de su vida tuvo una historia de conversión también muy bonita. Bueno también era comunista, su ídolo era Santiago Carrillo y aquí en Valencia pudo potenciar esto pues se unió con otras personas del partido; de hecho fue uno de los cofundadores aquí de la organización sindical Comisiones Obreras. Trabajaba en muchas de las actividades relacionadas con esto… en imprentas, editoriales. Bueno, por supuesto no me llevaba a misa ni me hablaba de Dios, al contrario.
La Biblia en una biblioteca comunista
»Fue muy curioso, así lo veo ahora, porque finalmente al no encontrar plaza en ningún sitio, mi padre tuvo que matricularme en un colegio concretamente de Monjas Trinitarias. Bueno… así fue como aunque mis padres no tenían ningún interés en que yo supiera algo de la religión, pues al año siguiente todos los chicos comenzaban a prepararse para la Primera comunión y yo decidí que no me iba a quedar sin tomar yo también la comunión. Bueno, después de la Primera Comunión no volví a aparecer por la Iglesia, ni tampoco mis padres me llevaron, ni yo supe nada más de la fe… Pasados unos años, también de una forma muy curiosa, estando en la calle jugando con unos amigos en un momento no sé cómo me ví solo y golpeé la pelota, esta se fue lejos y fue a dar a las puertas de una vivienda pequeña. Me agaché a recoger la pelota y cuando me incorporo delante de mí había un señor, vestido de negro, muy alto, o eso me pareció (ríe) ,vamos que era un cura. Yo me le quedé mirando con mi pelota en la mano y él me pregunta si me apetecía pasar que allí había otros niños jugando. Bueno, quizás movido un poco por la curiosidad acepté, entré y en una sala había como unos treinta niños sentados en unos pupitres y bueno, me senté allí con ellos. Bueno allí el cura venga que nos hablaba de Dios y ya me explicaron luego que era para prepararse a la confirmación… Me dijo el cura al salir que si quería seguir, debía venir al día siguiente con una Biblia.
»Llegué a casa y no recuerdo si expliqué mucho o poco lo sucedido, pero la cuestión fue que buscando en la biblioteca de mi padre, inmensa, que teníamos con libros de muchos filósofos, de Lenin, de Marx, pues había –no sé cómo- una pequeña Biblia. Estaba feliz. Con ella acudí al día siguiente. Aquél tiempo, hora u hora y medio que nos lo pasábamos con el cura aquél, lo recuerdo como muy hermoso. Yo gozaba aprendiendo de Dios. Él se sirve siempre de pequeños detalles y a mí me enamoraba el sólo hecho de poder leer la Biblia con ese papel fino, delicado. Bueno, la cuestión es que al poco tiempo me confirmé.
Mentalidad radical
»A partir de la confirmación volví a desaparecer de la Iglesia… nadie me invitó a hacer nada. Luego cuando tenían unos quince o dieciséis años comencé a estudiar en el Instituto y a tener amistades que eran militantes radicales de izquierda… también creo que de tanto escuchar a mi padre pues fui teniendo yo también adhesión a la ideología marxista. En ese tiempo lideré una huelga estudiantil siendo parte de las Juventudes Maoístas (vinculados a la Organización Revolucionaria de Trabajadores, también Maoísta). Iba por las calles de Torrent y los pueblos de alrededor los domingo por la tarde vendiendo nuestro periódico que era La Estrella Roja… organizábamos charlas para captar nuevos militantes, íbamos a manifestaciones, nos enfrentábamos con los antidisturbios.
»Con mis amigos veíamos bien muchas cosas que eran… es que teníamos vínculos con partidos de extrema izquierda, ETA y grupos satélite alrededor de ETA. Llegamos a hacer cosas que -aunque gracias a Dios no involucraron costo de vida para nadie- aún no se pueden decir.
Vida muy liberal y sexo libre...
»Llevaba una vida muy liberal vinculado también con lesbianas, homosexuales, drogadictos, pero siempre con un trasfondo ideológico cultural. Creo que Dios me libró de practicar la homosexualidad, puesto que yo estaba vinculado en un medio donde su práctica no se veía mal… También pensábamos en el sexo libre donde incluso un amigo podía compartir a su esposa con otro amigo y nadie se alteraba por esto. De hecho por entonces tenía bastantes problemas con personas de otras ideologías, bueno, precisamente con las que ahora voy a misa.
Una mujer cambia su vida
»Salíamos por las noches con pasamontañas y pintábamos en las puertas de las parroquias escribíamos aquello de “La religión es el opio del pueblo”. Yo por entonces creía eso. Para mí todo el que vivía de la fe era como un drogadicto, alguien a quien le habían lavado el cerebro y necesitaba de la fe cual droga para poder sobrevivir olvidándose de realidades como los pobres y de las libertades.
»Bueno al igual que de forma sorprendente apareció una Biblia en mi casa, una tarde estando con el grupo de amigos llegó una chica que yo no conocía. A mí ella me interesó, entonces averigüé de su vida y supe que iba a misa, cosa que me descolocó. Pienso que Dios conociéndome y sabiendo que me gustaban las cosas arriesgadas, novedosas, ir al límite de todo, pues dijo: Toma, aquí está una chica creyente en mí, de la que te vas a enamorar.
»Nada, empezamos a salir, fueron tres años muy duros. Yo intentaba sacarla de su fe y estaba seguro que algún día dejaría esa tontería de ir a misa todos los domingos. Ella trabajaba además en una tienda de ropa y tenía horarios extensos. Más de alguna vez cuando fui a buscarla las nueva de la noche , que era el horario de salida los sábado, tenía que acompañarla hasta la parroquia y después regresar a buscarla cuando salía de la misa y recién entonces tenían tiempo para nosotros. Recuerdo cuántas noches me la pasé intentando darle argumentos para que dejase su fe, pero no había forma. Incluso algunas cosas me llamaban la atención. Y no me refiero a que cuando íbamos por la calle daba dinero a los pobres sin importarle mis protestas de que mejor sería buscarle trabajo a esa persona. Me refiero a que ella nunca le veía una doble intención a la gente, ni tampoco andaba viendo la maldad. Y yo me decía… esta mujer es de otro mundo realmente.
»Uno de los peores momentos con ella fue cuando una semana me avisó que el fin de semana no nos podríamos ver porque debía ir a ver al Papa… Juan Pablo II llegaba al aeropuerto y ella estaría allí. ¡Me daba plantón por el Papa!, era demasiado.
Catequesis sólo por amor
»Alguien en el grupo de los Neocatecumenales –con quienes ella hacía su camino de fe- le dijo que si yo no participaba con ella del creer en Dios, mejor sería que dejara su relación conmigo. Y ella me lo contó, agregando que para solucionar esto yo debía asistir a unos encuentros con catequistas… de lo contrario terminaría su relación conmigo. Yo le respondí que mejor sería dejar nuestra relación y así ocurrió.
»Bueno, pasados unos meses le llame y le dije: A ver Ángela, dime, ¿cómo era eso de ir con unos catequistas para que podamos seguir con lo nuestro? Me dijo que era ir un par de noches durante un mes y medio…
»Bueno, fui a escuchar estas catequesis. Eran tres matrimonios con el párroco. Y bueno, aquello a mí me encandiló.
»Me agradó que no entramos en el templo sino a un salón. Yo no podía ingresar al templo pues me recordaba a esa Iglesia a la que yo había atacado tanto. También me sentí cómodo con las personas… eran matrimonios que se veían normales. Luego ellos hablaron de un Dios que no era el que yo conocía, de una Iglesia que no era como yo me la estaba imaginando…no era la del poder, sino la madre. Una y otra y oitra de las palabras que allí se dijeron lograron que yo sintiera que deseaba seguir en esto. Así comencé a formar parte de una comunidad en la Parroquia de la Sagrada familia. Así inicié mi itinerario de fe.
De comunista a catequista
»Mi vida cambió radicalmente. Los primeros años todo eran encuentros con mis antiguas amistades… muchos de ellos intentando convencerme que me había metido el opio hasta las venas. Empecé luego a ser catequista de las mismas comunidades. En la comunidad eran personas como yo y estábamos en un empeño de querernos, amarnos, compartir nuestras experiencias, rezar los unos por los otros, escuchar la palabra de Dios, compartirla, vivir la eucaristía… y participar en ella.
»Bueno, y dejé de robar, que no lo había contado hasta ahora. Sí, porque puesto que yo venía de una familia humilde, en casa cuando necesitaba algo como no había dinero me las ingeniaba para robarlo y me convertí en un experto de robos en supermercados, grandes almacenes.
»También dejé de fumar hachís, de tomar anfetaminas que las usaba para ir de fiesta.
»Luego me casé, nos abrimos a la vida… tenemos cuatro hijos vivos y otros cinco que fallecieron por abortos espontáneos que tuvo mi mujer. Rezamos en familia y esto también ayuda mucho con los hijos. Bueno, vital es la Santísima Virgen. Yo hablo con la Virgen como cuando de pequeño hablaba con mi Madre. Cuando yo necesitaba algo se lo decía a mi madre, porque sabía que ella tenía la autoridad para darme lo que necesitaba o bien ella podía conseguir de mi padre la autorización o solución».
Éste es su testimonio contado en primera persona:
Comunista y admirador de Santiago Carrillo
«Yo nací en La Roda, un pueblo de Albacete y mis padres… pues no eran practicantes, mi padre era empresario. Nací el ’62 y por motivos de la crisis de esos años nos vinimos el sesenta y cinco aquí a Torrent y ahí empezó el Señor a actuar en mi vida. Eso creo. La verdad por entonces no me di cuenta, lo he visto más tarde.
»Sucedió que llegamos un poco entrado el curso de estudios y no encontrábamos plaza en ningún colegio público… Mi padre no quería que yo estudiase en colegios de curas. Para él nada con la fe católica, era ateo, aunque luego al final de su vida tuvo una historia de conversión también muy bonita. Bueno también era comunista, su ídolo era Santiago Carrillo y aquí en Valencia pudo potenciar esto pues se unió con otras personas del partido; de hecho fue uno de los cofundadores aquí de la organización sindical Comisiones Obreras. Trabajaba en muchas de las actividades relacionadas con esto… en imprentas, editoriales. Bueno, por supuesto no me llevaba a misa ni me hablaba de Dios, al contrario.
La Biblia en una biblioteca comunista
»Fue muy curioso, así lo veo ahora, porque finalmente al no encontrar plaza en ningún sitio, mi padre tuvo que matricularme en un colegio concretamente de Monjas Trinitarias. Bueno… así fue como aunque mis padres no tenían ningún interés en que yo supiera algo de la religión, pues al año siguiente todos los chicos comenzaban a prepararse para la Primera comunión y yo decidí que no me iba a quedar sin tomar yo también la comunión. Bueno, después de la Primera Comunión no volví a aparecer por la Iglesia, ni tampoco mis padres me llevaron, ni yo supe nada más de la fe… Pasados unos años, también de una forma muy curiosa, estando en la calle jugando con unos amigos en un momento no sé cómo me ví solo y golpeé la pelota, esta se fue lejos y fue a dar a las puertas de una vivienda pequeña. Me agaché a recoger la pelota y cuando me incorporo delante de mí había un señor, vestido de negro, muy alto, o eso me pareció (ríe) ,vamos que era un cura. Yo me le quedé mirando con mi pelota en la mano y él me pregunta si me apetecía pasar que allí había otros niños jugando. Bueno, quizás movido un poco por la curiosidad acepté, entré y en una sala había como unos treinta niños sentados en unos pupitres y bueno, me senté allí con ellos. Bueno allí el cura venga que nos hablaba de Dios y ya me explicaron luego que era para prepararse a la confirmación… Me dijo el cura al salir que si quería seguir, debía venir al día siguiente con una Biblia.
»Llegué a casa y no recuerdo si expliqué mucho o poco lo sucedido, pero la cuestión fue que buscando en la biblioteca de mi padre, inmensa, que teníamos con libros de muchos filósofos, de Lenin, de Marx, pues había –no sé cómo- una pequeña Biblia. Estaba feliz. Con ella acudí al día siguiente. Aquél tiempo, hora u hora y medio que nos lo pasábamos con el cura aquél, lo recuerdo como muy hermoso. Yo gozaba aprendiendo de Dios. Él se sirve siempre de pequeños detalles y a mí me enamoraba el sólo hecho de poder leer la Biblia con ese papel fino, delicado. Bueno, la cuestión es que al poco tiempo me confirmé.
Mentalidad radical
»A partir de la confirmación volví a desaparecer de la Iglesia… nadie me invitó a hacer nada. Luego cuando tenían unos quince o dieciséis años comencé a estudiar en el Instituto y a tener amistades que eran militantes radicales de izquierda… también creo que de tanto escuchar a mi padre pues fui teniendo yo también adhesión a la ideología marxista. En ese tiempo lideré una huelga estudiantil siendo parte de las Juventudes Maoístas (vinculados a la Organización Revolucionaria de Trabajadores, también Maoísta). Iba por las calles de Torrent y los pueblos de alrededor los domingo por la tarde vendiendo nuestro periódico que era La Estrella Roja… organizábamos charlas para captar nuevos militantes, íbamos a manifestaciones, nos enfrentábamos con los antidisturbios.
»Con mis amigos veíamos bien muchas cosas que eran… es que teníamos vínculos con partidos de extrema izquierda, ETA y grupos satélite alrededor de ETA. Llegamos a hacer cosas que -aunque gracias a Dios no involucraron costo de vida para nadie- aún no se pueden decir.
Vida muy liberal y sexo libre...
»Llevaba una vida muy liberal vinculado también con lesbianas, homosexuales, drogadictos, pero siempre con un trasfondo ideológico cultural. Creo que Dios me libró de practicar la homosexualidad, puesto que yo estaba vinculado en un medio donde su práctica no se veía mal… También pensábamos en el sexo libre donde incluso un amigo podía compartir a su esposa con otro amigo y nadie se alteraba por esto. De hecho por entonces tenía bastantes problemas con personas de otras ideologías, bueno, precisamente con las que ahora voy a misa.
Una mujer cambia su vida
»Salíamos por las noches con pasamontañas y pintábamos en las puertas de las parroquias escribíamos aquello de “La religión es el opio del pueblo”. Yo por entonces creía eso. Para mí todo el que vivía de la fe era como un drogadicto, alguien a quien le habían lavado el cerebro y necesitaba de la fe cual droga para poder sobrevivir olvidándose de realidades como los pobres y de las libertades.
»Bueno al igual que de forma sorprendente apareció una Biblia en mi casa, una tarde estando con el grupo de amigos llegó una chica que yo no conocía. A mí ella me interesó, entonces averigüé de su vida y supe que iba a misa, cosa que me descolocó. Pienso que Dios conociéndome y sabiendo que me gustaban las cosas arriesgadas, novedosas, ir al límite de todo, pues dijo: Toma, aquí está una chica creyente en mí, de la que te vas a enamorar.
»Nada, empezamos a salir, fueron tres años muy duros. Yo intentaba sacarla de su fe y estaba seguro que algún día dejaría esa tontería de ir a misa todos los domingos. Ella trabajaba además en una tienda de ropa y tenía horarios extensos. Más de alguna vez cuando fui a buscarla las nueva de la noche , que era el horario de salida los sábado, tenía que acompañarla hasta la parroquia y después regresar a buscarla cuando salía de la misa y recién entonces tenían tiempo para nosotros. Recuerdo cuántas noches me la pasé intentando darle argumentos para que dejase su fe, pero no había forma. Incluso algunas cosas me llamaban la atención. Y no me refiero a que cuando íbamos por la calle daba dinero a los pobres sin importarle mis protestas de que mejor sería buscarle trabajo a esa persona. Me refiero a que ella nunca le veía una doble intención a la gente, ni tampoco andaba viendo la maldad. Y yo me decía… esta mujer es de otro mundo realmente.
»Uno de los peores momentos con ella fue cuando una semana me avisó que el fin de semana no nos podríamos ver porque debía ir a ver al Papa… Juan Pablo II llegaba al aeropuerto y ella estaría allí. ¡Me daba plantón por el Papa!, era demasiado.
Catequesis sólo por amor
»Alguien en el grupo de los Neocatecumenales –con quienes ella hacía su camino de fe- le dijo que si yo no participaba con ella del creer en Dios, mejor sería que dejara su relación conmigo. Y ella me lo contó, agregando que para solucionar esto yo debía asistir a unos encuentros con catequistas… de lo contrario terminaría su relación conmigo. Yo le respondí que mejor sería dejar nuestra relación y así ocurrió.
»Bueno, pasados unos meses le llame y le dije: A ver Ángela, dime, ¿cómo era eso de ir con unos catequistas para que podamos seguir con lo nuestro? Me dijo que era ir un par de noches durante un mes y medio…
»Bueno, fui a escuchar estas catequesis. Eran tres matrimonios con el párroco. Y bueno, aquello a mí me encandiló.
»Me agradó que no entramos en el templo sino a un salón. Yo no podía ingresar al templo pues me recordaba a esa Iglesia a la que yo había atacado tanto. También me sentí cómodo con las personas… eran matrimonios que se veían normales. Luego ellos hablaron de un Dios que no era el que yo conocía, de una Iglesia que no era como yo me la estaba imaginando…no era la del poder, sino la madre. Una y otra y oitra de las palabras que allí se dijeron lograron que yo sintiera que deseaba seguir en esto. Así comencé a formar parte de una comunidad en la Parroquia de la Sagrada familia. Así inicié mi itinerario de fe.
De comunista a catequista
»Mi vida cambió radicalmente. Los primeros años todo eran encuentros con mis antiguas amistades… muchos de ellos intentando convencerme que me había metido el opio hasta las venas. Empecé luego a ser catequista de las mismas comunidades. En la comunidad eran personas como yo y estábamos en un empeño de querernos, amarnos, compartir nuestras experiencias, rezar los unos por los otros, escuchar la palabra de Dios, compartirla, vivir la eucaristía… y participar en ella.
»Bueno, y dejé de robar, que no lo había contado hasta ahora. Sí, porque puesto que yo venía de una familia humilde, en casa cuando necesitaba algo como no había dinero me las ingeniaba para robarlo y me convertí en un experto de robos en supermercados, grandes almacenes.
»También dejé de fumar hachís, de tomar anfetaminas que las usaba para ir de fiesta.
»Luego me casé, nos abrimos a la vida… tenemos cuatro hijos vivos y otros cinco que fallecieron por abortos espontáneos que tuvo mi mujer. Rezamos en familia y esto también ayuda mucho con los hijos. Bueno, vital es la Santísima Virgen. Yo hablo con la Virgen como cuando de pequeño hablaba con mi Madre. Cuando yo necesitaba algo se lo decía a mi madre, porque sabía que ella tenía la autoridad para darme lo que necesitaba o bien ella podía conseguir de mi padre la autorización o solución».
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