Capellán de hospital en Málaga: «Las olas del coronavirus han sido muy duras, la última sobre todo»
En julio de 2021, Ramón Burgueño cumplirá 25 años como sacerdote, por los que solo puede “agradecer, agradecer y agradecer”. Nació en Madrid en 1968, reside en Málaga y es capellán de hospital. Explica a la diócesis de Málaga cómo ha enfrentado en primera persona la pandemia del Covid-19 junto a los más perjudicados por la crisis.
Capellán de hospital en pandemia
Como capellán de hospital, Burgueño relata unos meses de mucho trabajo. “Apenas he podido estar en casa, y cuando lo hacía es porque estaba malo”.
“Toda la época del confinamiento, más las sucesivas olas, han sido muy duras. Esta última sobre todo. Quizás no nos hemos dado cuenta de la incidencia porque no estábamos encerrados en casa, pero en el hospital hemos estado muy mal”.
El sacerdote explica que pasaba días enteros sin salir del hospital, viendo enfermos y acompañando a sanitarios. “Ha sido duro. Se ha recibido bien porque había más medios, pero ha sido duro. Hay ganas de descansar un poco”, reconoce.
Cristo, sentido y compañero de camino
“Para mí Jesús es el sentido y compañero de camino, alguien que se identifica tanto conmigo que no puedo imaginar la vida sin Él. Y no por ser sacerdote, esto es para todo cristiano, para todo bautizado. Y en mi caso, vivido en el ministerio, en el servicio a los demás en la Iglesia como sacerdote”. Lo que más valora, “tener esa experiencia de que el Señor y yo somos uno”.
“Al volver al mirada atrás después de 25 años de sacerdocio, si me miro a mí, veo las limitaciones, las carencias, pero si miro al Señor, veo la obra grande que ha hecho en mí y en un montón de personas”
Un capellán de ciudad
Después de ordenarse en 1996 en Toledo, “estaba acostumbrado a una vida muy cosmopolita, y al ordenarme en un contexto rural, me di cuenta de que no era lo mío”, explica a la Diócesis de Málaga.
Por eso, “cuando me propusieron venir a Málaga me dijeron que me iba a encantar, porque el malagueño es alguien muy abierto. Y ciertamente, estoy feliz”, admite. “Será por la apertura del mar que nos abre también a todos los corazones”.
Recibió la fe de su madre y su abuela
Ante todo, se define como un sacerdote agradecido. “No somos nada y recibimos todo”, dice. Entre otras personas, “a mi madre y a mi abuela, y sobre todo al Señor, porque fue una cosa entre Él y yo. La fe se la debo a ellas, y la vocación al Señor, porque poco a poco se fue abriendo camino como horizonte de sentido y de esperanza”.
Si tuviese opción de dar marcha atrás en su decisión, no lo duda. “No hay mejor vida que esta. Si volviese a nacer, volvería a ser sacerdote”.
En 2009, Canal Memoranda publicó un reportaje sobre la labor de Ramón Burgueño como capellán de hospital