El páter Doñoro y sus niños del Hogar Nazaret, bendita sacudida para la fe acomodada de Occidente

Ignacio María Doñoro de los Ríos es un auténtico vendaval que movido por su amor a Dios es capaz de hacer cualquier cosa por cumplir su voluntad. Ésta pasó por dejar su querido cargo de capellán de la Guardia Civil para abandonar España y adentrarse en el Amazonas peruano para fundar el Hogar Nazaret. Allí le esperaban los numerosos “niños crucificados” que ha ido rescatando de la calle, de familias pobres y desestructuras, de la esclavitud de las minas o de los abusos sexuales.

Este sacerdote los considera los favoritos del Señor, los “pequeños” de los que hablaba en el Evangelio, y por ello sería capaz de bajar hasta el mismísimo infierno a rescatar a uno de estos niños si fuera necesario. Con una fe ciega y radical en la providencia de Dios y con Cristo Eucaristía y la Virgen como centro de su vida y la de los niños que acoge ha logrado levantar de la nada una impresionante obra llamada Hogar Nazaret. Allí estos niños no son sólo cuidados, alimentados y educados sino que ante todo se les muestra el amor que Dios tiene por ellos y que el Cielo es el lugar al que están llamados y al que deben aspirar como objetivo principal en sus vidas.

El padre Doñoro, Premio ReL 'Impulso Misionero' 2018, acaba de publicar hace unos días un nuevo libro. Se titula El secreto es Jesús, de la editorial Nueva Eva, y es un gran complemento del anterior, El fuego de María, editado en 2020.

Este nuevo libro es un testimonio en primera persona de fe vivida, con ejemplos concretos de cómo Dios acontece tanto entre los niños del Hogar Nazaret como en él mismo durante sus años en la Guardia Civil y el Ejército tanto en la lucha contra ETA como en misiones internacionales. Son anécdotas e historias experimentadas durante años por este sacerdote que pueden hacer reír y llorar al lector, pero que sobre todo muestran la actuación de Dios y la apuesta de don Ignacio Doñoro por la “radicalidad evangélica”.

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Su lectura también es una sacudida a la fe en muchos casos acomodada de Occidente, donde unos niños sencillos y pobres pueden ofrecer un ejemplo de algo que ellos viven con naturalidad día a día.

En conversación con Religión en Libertad, el padre Doñoro profundiza en este ejemplo que sus “niños crucificados” pueden ofrecer al mundo. Los resume en tres puntos fundamentales:

1. "Lo que importa es el cielo”: este es el aspecto central que se vive en el Hogar Nazaret. El páter explica que “de nada sirve tener, que nos reconozcan, no vale la pena tener incluso doctorados si luego al final fracasamos y vamos al infierno. Lo que importa es ganarse el cielo, y se gana el cielo día a día, en las cosas pequeñas, en vivir en gracia. Y esto lo tienen clarísimo los niños del Hogar Nazaret”.

2. "Vivir el hoy”: En el Hogar experimentan cada día y en todos los aspectos las palabras de Jesús: “no os preocupéis por el mañana, porque cada día tiene su afán”. La Providencia es la máxima de esta obra desde el primer día, ya sea para comer o conseguir construir los edificios. “Vivimos el presente, el pasado no se puede cambiar, el futuro es incierto, pero cuando se puede ser feliz es hoy. Ser felices en las cosas ordinarias y cotidianas. Ser felices porque Dios hoy me tiene preparada una gran sorpresa”.

3. "Nosotros no podemos, pero con Él sí podemos”: esta frase es repetida constantemente por los niños del Hogar Nazaret. “Somos seres limitados, pero con Dios podemos, con Jesús en la Eucaristía, teniéndole a Él en centro claro que podemos, y con una Madre que se preocupa hasta de los más pequeños detalles, también podemos”, explica el sacerdote de origen vasco.

Los valores castrenses aplicados a la vida de fe

El padre Doñoro también habla de los valores que durante tantos años ha vivido en la Guardia Civil y el Ejército como capellán y que le han servido para aumentar su fe y poder levantar el Hogar Nazaret. “Hay muchos aspectos de la vida castrense que van forjando un estilo. El honor, la obediencia, la lealtad, la constancia, la gloria o la generosidad me han ido forjando y configurando y los he ido teniendo en mi corazón para crear el Hogar Nazaret”, afirma.

En la actualidad hay más de 300 niños acogidos en el Hogar Nazaret.

El ‘páter’ explica a Religión en Libertad estos valores castrenses aplicados a la fe:

1. La generosidad. Para este sacerdote es el principal de todos. “El militar es capaz de dar la vida por aquellos incluso que te miran mal, que te persiguen, incluso por aquellos que te quieren matar. Esto lo aprendí, fue una constante, en la Guardia Civil”, cuenta Doñoro que recuerda el Evangelio: ‘no hay más amor que el que da la vida por sus amigos. Amad a vuestros enemigos’. En su opinión, “esta generosidad debe traducirse primero en el amor a Dios, dárselo todo a Dios y darlo todo por los demás, especialmente siendo beneméritos, generosos, arriesgados, generosos hasta el final”.

2. La constancia. “Es algo que también marca a la Guardia Civil, y en este caso se trata de saber que Dios lo quiere, y cuando Dios lo quiere hay que hacerlo. Y cuando se cierra la puerta, tienes que ingeniárteles para entrar por la ventana. Pero si se cierra la ventana tienes que entrar por el tejado, y aunque parezca una locura lo haces, porque Dios lo quiere. Hay que ser constantes, porque Dios lo quiere aunque los demás no lo entiendan. Ser constantes es clave para buscar la santidad”, subraya Ignacio Doñoro.

3. La obediencia. El sacerdote misionero asegura que “la milicia es jerárquica y la Iglesia por esencia, porque Dios lo ha querido así, es también jerárquica por lo que la obediencia al obispo hasta en los más pequeño, e incluso cuando te cuesta, es obedecer a la Iglesia”.

La Eucaristía y el Rosario, grandes pilares

Uno de los aspectos más llamativos del Hogar Nazaret es que el aspecto más social está totalmente entrelazado al anuncio del Evangelio. Es inseparable. La comida, el vestido y la educación no van por un lado y la misa, el Rosario y la oración por otro. Para los niños es un todo que va unido. Y así ha querido el páter Doñoro que sea desde el principio.

“En el Hogar Nazaret la Eucaristía está en el centro de la casa, pero sobre todo en el centro de nuestras vidas y nuestro corazón. Necesitamos a Jesús porque nos hemos dado cuenta que sin Jesús no somos nada”, explica el sacerdote a ReL.

En el libro El secreto es Jesús el padre Ignacio escribe: “los niños del Hogar Nazaret viven las misas con intensidad. ¡Cómo miran a Jesús! ¡Y cómo parece que se va a caer la capilla cuando levanto al Señor y gritan: ‘Señor mío y Dios mío’! ¡Cómo se arrodillan ante el Cordero de Dios! Si lo hacen así es porque saben mucho de la cruz. Saben que la cruz nos lleva a la gloria. En la Santa Misa ponen a los pies de la cruz toda su vida, con sus alegrías y sus momentos difíciles. Así, la misa se convierte en el eje de su vida, de su historia y de cada uno de sus días, porque Cristo está ahí”.

El otro gran pilar es la gran devoción a la Virgen y que queda de manifiesto con el rezo diario del Rosario por parte de todos los niños. Cuenta el páter una anécdota graciosa que se repite  mucho en el Hogar: “Cuando digo: ‘el día que dejemos de rezar el Rosario…’ responden todos los niños: ‘esta casa se hunde’”.

“El rosario es la oración de los más pequeños, de los más humildes, de los más necesitados, de los mendigos. Cuando lo rezamos, meditamos los misterios de Jesús y María y vemos el amor y predilección de Dios por cada uno de nosotros en la historia de la salvación, hasta tal punto que meditando el rosario estamos meditando nuestra propia historia. El rosario es, como el arte, espejo y ventana. Ventana porque nos abre a un mundo –la historia de la salvación de toda la humanidad-, y espejo, porque en esa historia nos vemos reflejados nosotros”, explica al respecto este sacerdote.

¿Por qué esta preferencia por los últimos?

Por último queda pendiente una pregunta al páter Doñoro y que él mismo da respuesta en este nuevo libro. ¿Por qué le atraen tanto los rotos, los mugrientos, las personas que están en la cloaca de la humanidad, los destrozados, los más débiles, los niños?

Así responde: “porque creo firmemente que la Palabra de Dios es cierta: ‘en verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicistéis’, ‘porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber…’”.

El sacerdote insiste en que “los más pobres son los preferidos de Jesús. Eso el mundo no lo entiende y no va a entenderlo nunca, porque el mundo sigue otros derroteros. Nosotros estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Buscamos las cosas de arriba. Y buscar las cosas de arriba es buscar lo pequeño, lo mugriento, lo despreciado; buscar a los encarcelados, los enfermos, los explotados, los corazones rotos…”.

Y para acabar añade: “Jesús carga con nuestra cruz. Por eso los niños del Hogar Nazaret se identifican tanto con la cruz y con María al pie de la cruz (dos de los símbolos del Hogar Nazaret). En cada misa les digo que en el Calvario no hay tiempo. Pongo el crucifijo en el centro, bien visible, y les digo que somos los nuevos discípulos de María. Nosotros, como San Juan, estamos con Ella a los pies de la cruz en ese sacrificio que Cristo ofrece al Padre”.

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