¿Cómo era la relación del padre Pío con su ángel de la guarda?
Que el enemigo no me diga: "¡Yo triunfé!"
Ni exulte el opresor por mi caída,
¡Una vez que confié en vuestro amor!
Así canta el Salmo, al traernos una súplica del justo que confía en Dios. De hecho, esta oración se adecua a cualquier hombre que confía en Dios, sobre el cual llegan las dificultades del día a día de la existencia humana. Dificultades que piden de nosotros una postura de alma de quien está continuamente en el "buen combate" por amor a Dios, sobre todo por el hecho de que en nuestro entorno ronda el enemigo, como un león, buscando a quien devorar, conforme leemos en la Primera Carta de San Pedro (1Pe 5, 8).
El santo capuchino san Pío de Pietrelcina comprendió bien la realidad de la vida: Una lucha por la fidelidad a Nuestro Señor. Este varón de Dios vivió 81 años, habiendo fallecido el día 23 de septiembre de 1968. Consciente de la existencia de una realidad más real que la que nuestros sentidos perciben, se colocó en una perspectiva sobrenatural, llena de confianza y amor a Dios.
Fue especialmente agraciado con un don especial: tenía él una convivencia íntima con el Ángel de la Guarda, comenta monseñor João Clá Dias, fundador de los Heraldos del Evangelio:
"Un trazo revelador del privilegiado contacto de él con el mundo sobrenatural es la estrecha relación que mantuvo durante toda la vida con su Ángel de la Guarda, al cual él llamaba de "el amigo de mi infancia". Era su mejor confidente y consejero.
Cuando él todavía era niño, uno de sus profesores decidió poner a prueba la veracidad de esa magnífica intimidad. Para tanto, le escribió varias cartas en francés y griego, lenguas que el Padre Pío entonces no conocía. Al recibir las respuestas, exclamó estupefacto: - ¿Cómo puedes saber el contenido, ya que del griego no conoces siquiera el alfabeto?
- Mi Ángel de la Guarda me explica todo.
Gracias a un amigo como ese, junto al auxilio sobrenatural de Jesús y María, el santo puede ir acrisolando su alma en los numerosos sufrimientos físicos y morales que nunca le faltaron."¹
¿Pero cuál es la utilidad de este ejemplo del Padre Pío para nosotros, el de su amor y confianza en Jesús, María y en el Ángel de la Guarda?
La firmeza del santo propicia la convicción de cuánto debemos colocarnos en una perspectiva sobrenatural en relación a nuestra existencia. De lo contrario, ¿cómo enfrentamos tantas pruebas y la propia embestida de los poderes de las tinieblas?
De hecho, si queremos que el enemigo jamás nos diga que triunfó, ni caigamos frente a las tentaciones y contratiempos de la existencia terrena, confiemos en el amor a Jesús, María y nuestro amigo, el Ángel de la Guarda.
¡San Pío de Pietrelcina, rogad por nosotros!
Por Adilson Costa da Costa
____________________________
¹ Mons. João Clá Dias. A Companhia do Anjo da Guarda. Disponível em: http://www.arautos.org/especial/19541/Sao-Pio-de-Pietrelcina.html . Acesso em 23 set 2014.
Ni exulte el opresor por mi caída,
¡Una vez que confié en vuestro amor!
Así canta el Salmo, al traernos una súplica del justo que confía en Dios. De hecho, esta oración se adecua a cualquier hombre que confía en Dios, sobre el cual llegan las dificultades del día a día de la existencia humana. Dificultades que piden de nosotros una postura de alma de quien está continuamente en el "buen combate" por amor a Dios, sobre todo por el hecho de que en nuestro entorno ronda el enemigo, como un león, buscando a quien devorar, conforme leemos en la Primera Carta de San Pedro (1Pe 5, 8).
El santo capuchino san Pío de Pietrelcina comprendió bien la realidad de la vida: Una lucha por la fidelidad a Nuestro Señor. Este varón de Dios vivió 81 años, habiendo fallecido el día 23 de septiembre de 1968. Consciente de la existencia de una realidad más real que la que nuestros sentidos perciben, se colocó en una perspectiva sobrenatural, llena de confianza y amor a Dios.
Fue especialmente agraciado con un don especial: tenía él una convivencia íntima con el Ángel de la Guarda, comenta monseñor João Clá Dias, fundador de los Heraldos del Evangelio:
"Un trazo revelador del privilegiado contacto de él con el mundo sobrenatural es la estrecha relación que mantuvo durante toda la vida con su Ángel de la Guarda, al cual él llamaba de "el amigo de mi infancia". Era su mejor confidente y consejero.
Cuando él todavía era niño, uno de sus profesores decidió poner a prueba la veracidad de esa magnífica intimidad. Para tanto, le escribió varias cartas en francés y griego, lenguas que el Padre Pío entonces no conocía. Al recibir las respuestas, exclamó estupefacto: - ¿Cómo puedes saber el contenido, ya que del griego no conoces siquiera el alfabeto?
- Mi Ángel de la Guarda me explica todo.
Gracias a un amigo como ese, junto al auxilio sobrenatural de Jesús y María, el santo puede ir acrisolando su alma en los numerosos sufrimientos físicos y morales que nunca le faltaron."¹
¿Pero cuál es la utilidad de este ejemplo del Padre Pío para nosotros, el de su amor y confianza en Jesús, María y en el Ángel de la Guarda?
La firmeza del santo propicia la convicción de cuánto debemos colocarnos en una perspectiva sobrenatural en relación a nuestra existencia. De lo contrario, ¿cómo enfrentamos tantas pruebas y la propia embestida de los poderes de las tinieblas?
De hecho, si queremos que el enemigo jamás nos diga que triunfó, ni caigamos frente a las tentaciones y contratiempos de la existencia terrena, confiemos en el amor a Jesús, María y nuestro amigo, el Ángel de la Guarda.
¡San Pío de Pietrelcina, rogad por nosotros!
Por Adilson Costa da Costa
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¹ Mons. João Clá Dias. A Companhia do Anjo da Guarda. Disponível em: http://www.arautos.org/especial/19541/Sao-Pio-de-Pietrelcina.html . Acesso em 23 set 2014.
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