Carlos Jiménez: «Recibí una educación religiosa y sigue siendo referencia en mi vida»
Antes de su retirada de las canchas, el ala-pivot Carlos Jiménez fue jugador del Estudiantes y del Unicaja Málaga y de la selección española de baloncesto, con la que disputó 170 partidos y alcanzó, entre otras glorias, el título mundial de Japón en 2006 y la plata olímpica de Pekín en 2008.
Carlos Jiménez concedió recientemente una entrevista a Encarni Llamas para la página web de la diócesis de Málaga:
-En su carrera deportiva, ¿a quién se ha agarrado en las dificultades?
-He acudido a las referencias más cercanas, como son los padres, la familia y los amigos. Es muy importante tener a tu alrededor un entorno muy estable para hacer frente a esos malos momentos. Yo me considero afortunado porque creo que recibí una buena educación y una buena cultura deportiva en mi colegio, que después las he continuado en mi vida profesional y es algo de lo que me siento agradecido. A todas estas personas siempre las tengo en mente a la hora de valorar las cosas que he podido conseguir.
-¿En qué colegio estudió usted?
-En el Colegio San Viator de Madrid, un centro educativo confesional regentado por la Congregación de los Clérigos de San Viator. Y la verdad es que estoy muy contento. Allí estuve hasta los 18 años, siempre dando prioridad a los estudios y complementándolos con el deporte, hasta que la vida me llevó a tomar una decisión. Pero siempre he vivido en un entorno estable, con los pies en el suelo, haciendo todo de una forma natural. El colegio, particularmente, me ayudó muchísimo.
-La solidaridad, el bien del equipo, el bien común, son algunos de los valores que se pueden ver en el deporte que usted practica, el baloncesto.
-Pues sí, pertenezco a un deporte de equipo y creo que la solidaridad es algo que siempre he puesto en práctica. Al menos he intentado que sea algo de lo que se pueda dar ejemplo. El rendimiento siempre tiene que ser global. Tenemos que entender que todo lo que hagamos depende también de nuestro entorno y afecta a nuestro entorno. Por otro lado, ser solidarios con los demás es un ejercicio de honestidad ante lo que la sociedad nos va aportando. En mi caso, me siento un privilegiado por estos años que he jugado al baloncesto y ahora me veo en la obligación de responder a esta suerte participando, por ejemplo en actuaciones solidarias con quienes menos tienen.
-De ahí su participación en la carrera solidaria de Entreculturas: “Corre por la educación”, en la que se recaudaron fondos para crear colegios en El Congo.
-Me parece muy buena idea unir dos causas importantes en la sociedad, como son el deporte y la cultura, que van siempre muy ligadas y que, en este caso, han conseguido coordinar con esta iniciativa. Una carrera muy abierta a todo tipo de personas, con diferentes recorridos. Una forma maravillosa de llegar a todos los grupos de la sociedad.
-¿Dónde se encuentra Dios en su vida?
-Recibí una educación religiosa y para mí es una de las referencias que sigo teniendo en mi vida. Es cierto que no le dedico el tiempo que debería, pero, a mi manera, Dios está siempre presente.
Carlos Jiménez concedió recientemente una entrevista a Encarni Llamas para la página web de la diócesis de Málaga:
-En su carrera deportiva, ¿a quién se ha agarrado en las dificultades?
-He acudido a las referencias más cercanas, como son los padres, la familia y los amigos. Es muy importante tener a tu alrededor un entorno muy estable para hacer frente a esos malos momentos. Yo me considero afortunado porque creo que recibí una buena educación y una buena cultura deportiva en mi colegio, que después las he continuado en mi vida profesional y es algo de lo que me siento agradecido. A todas estas personas siempre las tengo en mente a la hora de valorar las cosas que he podido conseguir.
-¿En qué colegio estudió usted?
-En el Colegio San Viator de Madrid, un centro educativo confesional regentado por la Congregación de los Clérigos de San Viator. Y la verdad es que estoy muy contento. Allí estuve hasta los 18 años, siempre dando prioridad a los estudios y complementándolos con el deporte, hasta que la vida me llevó a tomar una decisión. Pero siempre he vivido en un entorno estable, con los pies en el suelo, haciendo todo de una forma natural. El colegio, particularmente, me ayudó muchísimo.
-La solidaridad, el bien del equipo, el bien común, son algunos de los valores que se pueden ver en el deporte que usted practica, el baloncesto.
-Pues sí, pertenezco a un deporte de equipo y creo que la solidaridad es algo que siempre he puesto en práctica. Al menos he intentado que sea algo de lo que se pueda dar ejemplo. El rendimiento siempre tiene que ser global. Tenemos que entender que todo lo que hagamos depende también de nuestro entorno y afecta a nuestro entorno. Por otro lado, ser solidarios con los demás es un ejercicio de honestidad ante lo que la sociedad nos va aportando. En mi caso, me siento un privilegiado por estos años que he jugado al baloncesto y ahora me veo en la obligación de responder a esta suerte participando, por ejemplo en actuaciones solidarias con quienes menos tienen.
-De ahí su participación en la carrera solidaria de Entreculturas: “Corre por la educación”, en la que se recaudaron fondos para crear colegios en El Congo.
-Me parece muy buena idea unir dos causas importantes en la sociedad, como son el deporte y la cultura, que van siempre muy ligadas y que, en este caso, han conseguido coordinar con esta iniciativa. Una carrera muy abierta a todo tipo de personas, con diferentes recorridos. Una forma maravillosa de llegar a todos los grupos de la sociedad.
-¿Dónde se encuentra Dios en su vida?
-Recibí una educación religiosa y para mí es una de las referencias que sigo teniendo en mi vida. Es cierto que no le dedico el tiempo que debería, pero, a mi manera, Dios está siempre presente.
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