El padre Mateo Koo de la diócesis de Shangai
Treinta años en campos de trabajo por ser de la Legión de María: hoy es cura y perdona
Mateo Koo es un cura de la diócesis de Shangai que encadenó 30 años en campos comunistas de reeducación, básicamente por ser católico.
Recientemente ha estado en Roma donde ha podido hablar con periodistas de su experiencia de muchos años sin libertad.
Le arrestaron en 1955, cuando llevaba sólo dos años de seminarista.
"Era la fiesta del cumpleaños de Nuestra Señora, llegaron los funcionarios y arrestaron a sacerdotes, profesores y seminaristas", explica.
"Mi crimen era ser miembro de la Legión de María. Me uní a la Legión de María en la escuela superior. Y por eso me dieron una primera sentencia de cinco años, sin juez, sin abogado..."
El padre Mateo Koo a su paso por Roma
El odio comunista a la Legión de María
Habrá quien se asombre de que siendo seminarista se recurriese a otra acusación para castigarle, como su pertenencia a la Legión de María. Pero es que este movimiento mariano, fundado en Irlanda por el laico Frank Duff en 1921, se había extendido por China como la pólvora.
En un país enorme donde el clero siempre sería escaso, la Legión de María se extendía formando líderes laicos. Johanna Hsiao, una laica menor de 30 años, fue encarcelada en 1951 porque había fundado en el norte de China 362 grupos o células de la Legión (llamados "presidios", que en latín significa "fortalezas").
En 1949 Mao creó la República Popular de China. En ese momento había en el país 3.000 curas extranjeros y 2.350 religiosas extranjeras para atender unos 4 millones de católicos. Mao empezó a deportar curas. Cinco años después, sólo quedaban en China 22 curas extranjeros... y 18 de ellos estaban en prisión. De los 2.500 curas chinos, uno de cada cinco estaba encarcelado.
La Legión de María, con sus laicos que se reunían en casas para la oración y la formación y con un compromiso fuerte, era especialmente odiosa al régimen comunista, no tanto por sus cifras (espectaculares desde el punto de vista europeo, pero menores en la enorme china) sino porque impedía crear una iglesia paralela dócil al sistema comunista. Con su vocabulario lleno de alusiones romanas (estandartes, legiones, presidios...) la propaganda comunista enseguida la presentó como "imperialismo romano". La persecución contra ella fue especialmente dura... incluyendo al joven seminarista Koo.
Libro clásico del misionero Juan Schütte que estudia
la propaganda comunista china contra la Legión
de María, presentada como militares romanos con armas
"Niega ser contrarrevolucionario"
Después de unos pocos años en el campo de reeducación, cambió el gobierno en China y llevaron a Koo a un juicio... sólo para acusarle de "negarse a admitir que es un contrarrevolucionario" y "negar que la Legión de María es una organización contrarrevolucionaria". Y le sentenciaron a otros 3 años.
En el campo de trabajo tenía que fabricar ladrillos, hacer agujeros en el suelo... tareas físicas agotadoras.
Pero anímicamente estaba bien, porque en su mismo equipo había otro seminarista y cuando podían rezaban juntos el Rosario.
Un día el otro seminarista le pasó una nota animándole a rezar por el Papa. Los guardianes la descubrieron y condenaron a Koo otros 7 años de trabajos forzados.
Frío y hambre casi mortal
Cuando ya llevaba 10 años de arresto, lo transfirieron a un campo bastante peor, en la gélida región de Qinghai, junto al Tíbet. Además del frío, durante 3 años el país sufrió una hambruna terrible. "No teníamos nada para comer, mi salud empeoró y empeoró". Se quedó en los huesos, no podía ni levantarse ni trabajar. Durante un año y medio pensó que iba a morir así. Pero tomó fuerzas suficientes como para presentarse a ayudar con los enfermos... donde había algo más de comida. Así capeó esa época. Recobradas sus fuerzas, pasó luego otros 10 años triturando cereales.
Puesto en "libertad"
Y después se acabó su pena "oficial". Ya no era un prisionero. Ahora era un ciudadano más... obligado por las autoridades a quedarse igualmente en el mismo campo, haciendo el mismo trabajo y con la misma comida, pero con la diferencia de que ahora recibiría una diminuta paga, "que en tres días se acababa". Y así siguió en el campo como mano de obra semi-esclava, cumpliendo un total de 30 años.
Pero había otra diferencia en su periodo de semi-libertad. Coincidió dos años con su obispo, el obispo Fan de Shanghai, también en "reeducación" (aquí en ReL contábamos sus recientes funerales). El obispo Fan ordenó sacerdote a su antiguo seminarista, después de tantos años, en una capillita, a escondidas. Por fin, podía ser cura.
Un congreso de supervivientes
Ahora que hay más libertad, Koo espera con ilusión un congreso el 8 de septiembre de 2015 en que con motivo de los 60 años de abrirse el primer campo de reeducación se reunirán ex-presos y supervivientes llegados de todo el mundo para contar sus vivencias.
El padre Koo perdona a los captores y guardianes. Y señala algunas mejorías en China. Por ejemplo, el año pasado un cura celebró misa en una fábrica china, algo completamente ilegal. "Llegó la Policía y dispersó a la gente, pero no arrestaron a nadie. Hace 30 o 40 años, quizá habrían detenido a los asistentes. Estamos contentos. Podemos hablar con los funcionarios", dice.
Y sin embargo, el padre Koo no puede acceder a su obispo, que es el joven Mateo Ta Daqin, en arresto domiciliario desde que -el mismo día que fue consagrado obispo- se permitió criticar el control del Estado sobre la Iglesia.
Recientemente ha estado en Roma donde ha podido hablar con periodistas de su experiencia de muchos años sin libertad.
Le arrestaron en 1955, cuando llevaba sólo dos años de seminarista.
"Era la fiesta del cumpleaños de Nuestra Señora, llegaron los funcionarios y arrestaron a sacerdotes, profesores y seminaristas", explica.
"Mi crimen era ser miembro de la Legión de María. Me uní a la Legión de María en la escuela superior. Y por eso me dieron una primera sentencia de cinco años, sin juez, sin abogado..."
El padre Mateo Koo a su paso por Roma
El odio comunista a la Legión de María
Habrá quien se asombre de que siendo seminarista se recurriese a otra acusación para castigarle, como su pertenencia a la Legión de María. Pero es que este movimiento mariano, fundado en Irlanda por el laico Frank Duff en 1921, se había extendido por China como la pólvora.
En un país enorme donde el clero siempre sería escaso, la Legión de María se extendía formando líderes laicos. Johanna Hsiao, una laica menor de 30 años, fue encarcelada en 1951 porque había fundado en el norte de China 362 grupos o células de la Legión (llamados "presidios", que en latín significa "fortalezas").
En 1949 Mao creó la República Popular de China. En ese momento había en el país 3.000 curas extranjeros y 2.350 religiosas extranjeras para atender unos 4 millones de católicos. Mao empezó a deportar curas. Cinco años después, sólo quedaban en China 22 curas extranjeros... y 18 de ellos estaban en prisión. De los 2.500 curas chinos, uno de cada cinco estaba encarcelado.
La Legión de María, con sus laicos que se reunían en casas para la oración y la formación y con un compromiso fuerte, era especialmente odiosa al régimen comunista, no tanto por sus cifras (espectaculares desde el punto de vista europeo, pero menores en la enorme china) sino porque impedía crear una iglesia paralela dócil al sistema comunista. Con su vocabulario lleno de alusiones romanas (estandartes, legiones, presidios...) la propaganda comunista enseguida la presentó como "imperialismo romano". La persecución contra ella fue especialmente dura... incluyendo al joven seminarista Koo.
Libro clásico del misionero Juan Schütte que estudia
la propaganda comunista china contra la Legión
de María, presentada como militares romanos con armas
"Niega ser contrarrevolucionario"
Después de unos pocos años en el campo de reeducación, cambió el gobierno en China y llevaron a Koo a un juicio... sólo para acusarle de "negarse a admitir que es un contrarrevolucionario" y "negar que la Legión de María es una organización contrarrevolucionaria". Y le sentenciaron a otros 3 años.
En el campo de trabajo tenía que fabricar ladrillos, hacer agujeros en el suelo... tareas físicas agotadoras.
Pero anímicamente estaba bien, porque en su mismo equipo había otro seminarista y cuando podían rezaban juntos el Rosario.
Un día el otro seminarista le pasó una nota animándole a rezar por el Papa. Los guardianes la descubrieron y condenaron a Koo otros 7 años de trabajos forzados.
Frío y hambre casi mortal
Cuando ya llevaba 10 años de arresto, lo transfirieron a un campo bastante peor, en la gélida región de Qinghai, junto al Tíbet. Además del frío, durante 3 años el país sufrió una hambruna terrible. "No teníamos nada para comer, mi salud empeoró y empeoró". Se quedó en los huesos, no podía ni levantarse ni trabajar. Durante un año y medio pensó que iba a morir así. Pero tomó fuerzas suficientes como para presentarse a ayudar con los enfermos... donde había algo más de comida. Así capeó esa época. Recobradas sus fuerzas, pasó luego otros 10 años triturando cereales.
Puesto en "libertad"
Y después se acabó su pena "oficial". Ya no era un prisionero. Ahora era un ciudadano más... obligado por las autoridades a quedarse igualmente en el mismo campo, haciendo el mismo trabajo y con la misma comida, pero con la diferencia de que ahora recibiría una diminuta paga, "que en tres días se acababa". Y así siguió en el campo como mano de obra semi-esclava, cumpliendo un total de 30 años.
Pero había otra diferencia en su periodo de semi-libertad. Coincidió dos años con su obispo, el obispo Fan de Shanghai, también en "reeducación" (aquí en ReL contábamos sus recientes funerales). El obispo Fan ordenó sacerdote a su antiguo seminarista, después de tantos años, en una capillita, a escondidas. Por fin, podía ser cura.
Un congreso de supervivientes
Ahora que hay más libertad, Koo espera con ilusión un congreso el 8 de septiembre de 2015 en que con motivo de los 60 años de abrirse el primer campo de reeducación se reunirán ex-presos y supervivientes llegados de todo el mundo para contar sus vivencias.
El padre Koo perdona a los captores y guardianes. Y señala algunas mejorías en China. Por ejemplo, el año pasado un cura celebró misa en una fábrica china, algo completamente ilegal. "Llegó la Policía y dispersó a la gente, pero no arrestaron a nadie. Hace 30 o 40 años, quizá habrían detenido a los asistentes. Estamos contentos. Podemos hablar con los funcionarios", dice.
Y sin embargo, el padre Koo no puede acceder a su obispo, que es el joven Mateo Ta Daqin, en arresto domiciliario desde que -el mismo día que fue consagrado obispo- se permitió criticar el control del Estado sobre la Iglesia.
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