Ángel, mexicano, lleva 10 años en el apostolado Courage; cuenta su testimonio a ReL
«Courage me dio esperanza y fe»: el crecer en libertad de un joven homosexual hacia la vida casta
En 1980 el sacerdote John Harvey organizó en Nueva York la primera reunión de Courage, un apostolado católico que acompaña espiritual y fraternalmente a las personas con sentimientos homosexuales, de forma que no vivan solos, sino con amistad y acompañamiento, sus retos, proponiéndoles una vida de castidad y fraternidad. Courage plantea 5 propósitos que se leen en cada reunión:
1- Llevar una vida casta, como enseña la Iglesia Católica
2- Vivir los sacramentos y el servicio a los demás
3- Desarrollar el compañerismo con otros hermanos en situaciones similares
4- Apoyarse unos a otros en estas amistades buenas
5- Llevar una vida que sirva de buen ejemplo
Courage ya ha cumplido casi 30 años y su sede central está hoy en Bridgeport (Connecticut, EEUU), pero con presencia en muchos países. En 2005 Courage International creó una sección en lengua española en México y hoy tiene grupos en varios países hispanos. Cualquier persona interesada que hable español -en España, EEUU o Hispanoamérica- puede escribir al e-mail consultas@courage-latino.org (en México) o a oficina@couragerc.org (para la oficina internacional en español) y se le remitirá al grupo o persona de referencia de Courage más cercano. En España la diócesis de Toledo ha explorado el servicio que ofrece Courage, recibiendo un equipo que explicó su funcionamiento la semana pasada.
El testimonio de Ángel, 10 años en Courage
Entre los asistentes a la jornada pastoral en Toledo estaba Ángel, el coordinador de un Grupo de Courage que se reúne en la basílica de Guadalupe en México. Ángel, que lleva 10 años participando en este apostolado.
Ha explicado a ReL cómo dejó la vida gay y fue dando pasos hacia una vida de amistades castas, oración, sacramentos y confraternidad.
"Ya en la infancia notaba esa atracción por el mismo sexo, y lo callaba por miedo", nos explica. "Lo viví en silencio. Buscaba algún culpable, a mis padres o incluso a Dios. Le preguntaba a Dios: ¿por qué a mí? Mi familia era religiosa y no podía hablar de esto con ellos".
Al llegar a la edad adulta, se volcó en un estilo de vida gay promiscuo. Aunque acudió a algún psiquiatra, le alentaban a seguir en la práctica homosexual.
"Durante unos 10 años llevé una vida promiscua. Además de ser adicto a la pornografía, visitaba lugares físicos para tener encuentros sexuales anónimos. Durante este tiempo me alejé del todo de la Iglesia, y experimenté con otras creencias, con la santería, con la Nueva Era", recuerda.
¿Estabilidad, dinero, una sola pareja? No existe el príncipe azul
"Más adelante, pensé que necesitaba centrarme en una sola pareja, que eso me daría estabilidad. Tuve una relación de pareja estable durante un año. Teníamos dinero, un auto, trabajo estable, casa, ahora vivía en pareja. Tenía sexo cada día. Y mi familia ya sabía lo mío. Y pese a tener todo eso... ¡seguía sintiéndome vacío!", añade.
"Yo le hablaba a mi pareja del vacío que sentía, pero él me decía que él sí se sentía feliz. Cuando decidí dejarle, él pasó a la agresión, los golpes y las amenazas. Finalmente, ya me atacó con intención de matarme y llegué al hospital desangrándome por las heridas que me hizo con un vidrio cortante. En el hospital me rescató mi familia, a la que le había dicho "no os metáis en mi vida". Ellos habían permanecido siempre atentos, preocupados por mí. Aunque yo estaba lejos de casa, ellos me contactaban. Y rezaban por mí: su oración siempre me acompañó".
"Me di cuenta de que la vida gay no me hacía bien. Vi que afectaba también a mi salud. El vacío que sentía era intenso y a la vida no tenía sentido. El mundo homosexual habla mucho de buscar al príncipe azul. Yo lo busqué un tiempo... ¡pero no existen los príncipes azules! Y después ya no buscaba una pareja para comprometerse, sino solo sexo anónimo. 'No sé tu nombre pero vente un rato conmigo'. Yo lo hacía, pero veía que eso me destruía".
"¿Podéis darme información? Es para un amigo..."
Hace diez años, en enero de 2009, se celebró en México el Encuentro Mundial de las Familias y Ángel sabía que Courage estaría presente en el encuentro y podría contactar con ellos en persona.
"Había leído algo sobre ellos antes. Me acerqué pidiendo información, diciendo que era 'para un amigo'. Ellos me invitaron a un retiro espiritual confidencial y anónimo, con participación de chicos que han vivido eso, en Querétaro. Allí fui, Había muchos hombres, unas pocas mujeres... y se hablaba del tema de forma muy directa".
"En algunos temas separaban a chicos y chicas en salas distintas, pero muchos temas y charlas son comunes. Nunca me dijeron 'esto [la atracción homosexual] se te va a quitar'. Lo que decían es: "lo que propone la Iglesia es empezar un proceso para llevar una vida de castidad, trabajar el compañerismo, la comunidad, el compartir y dar testimonio de vida". Me parecía muy difícil. Nadie hablaba de una "solución inmediata" a nada... pero me daba esperanza. Y, además, empecé a descubrir la fe".
Probar, rezar... y confesarse en profundidad
En sus años de promiscuidad no había ido a misa, pero sí había rezado en algunas ocasiones. Ahora veía que en la propuesta de Courage la oración era importante. Decidió probar, rezar, ir a adoración, a misa.
"Me costaba mucho animarme a confesarme, en parte porque tenía miedo a volver a reincidir, por ejemplo, en la pornografía. Por otra parte, porque en algunas ocasiones anteriores había sacerdotes que me habían dado consejos inadecuados, como "búscate una novia" o "ten un novio, pero estable". Un sacerdote me dijo: "no puedo darte la absolución". Me sentó mal pero pensé: '¿qué hago, dejo del todo la Iglesia?' Volví a acudir a ese sacerdote, que me remitió al penitenciario, quien me condujo a través de una confesión mucho más profunda, que me hizo reflexionar mucho sobre mi vida. Fue una experiencia fuerte y decisiva".
Hace diez años que empezó este proceso y ahora él ayuda otras personas. "Quizá sin este proceso hoy ya estaría muerto, no se sabe", reflexiona.
Uno se responsabiliza y va dando pasos: los hermanos ayudan
Para empezar el proceso, la persona ha de tomar la decisión, y perseverar. Los hermanos y el capellán ayudan, acompañan con amistad, compañerismo, oración, pero uno se ha de hacer responsable de su viaje. Pero vale la pena. "He visto que al compartir este viaje con otros, no orillando las dificultades, creces en compromiso y en perdón (también a uno mismo). Lo he visto en mi vida y en otras personas que abren su corazón en esta confianza que tenemos".
A las personas disgustadas con la vida gay, su vacío y sus heridas, las anima a explorar esta posibilidad, siempre con libertad. "Courage requiere un proceso personal, de compromiso libre, pero que da respuestas a lo que la persona busca. Puedo invitar a la gente a vivir este proceso, si está buscando ayuda. A veces hay gente que solo quiere ser escuchada: eso también está bien. Hay que respetar los ritmos de cada uno, los momentos que vive. Pero hay un momento en que se da cuenta uno de ese vacío..." Para todos ellos, Courage ofrece castidad, amistad, fraternidad, crecimiento, fe, cercanía a Dios...
Para contactar con Courage en español (absoluta confidencialidad):
consultas@courage-latino.org (en México) o oficina@couragerc.org (para otros países y grupos de lengua española)
Web de Courage en inglés:
https://couragerc.org
Web de Courage en español:
https://couragerc.org/?lang=es
Contacto telefónico en EEUU:
1 203 803 1564 (ext.7016)