Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Claire Ly, filósofa camboyana en el Meeting de Rímini

Los jemeres rojos mataron a su marido y hermanos: cuando se hizo católica, consiguió perdonar

Claire Ly, camboyana, superviviente del genocidio de los Jemeres Rojos y conversa a Jesucristo
Claire Ly, camboyana, superviviente del genocidio de los Jemeres Rojos y conversa a Jesucristo

L.Marcolivio/Zenit/ReL

Claire Ly es una camboyana que del budismo se convirtió al catolicismo, después de haberse salvado del genocido de los Jemeres Rojos durante la dictatura de Pol Pot, (19751979), en la que fue exterminada un cuarto de la población camboyana.

Mataron a su familia

Ly, entonces una joven profesora de filosofía, vio morir a muchos de sus familiares más cercanos: su padre, sus hermanos, incluso su marido, fueron asesinados por este régimen.

Su pensamiento fue: “¿Por qué justamente me sucede todo esto a mí?”

Claire explicó su proceso de acercamiento a la fe cristiana a la agencia Zenit y también a los asistentes al Meeting de Rímini, el evento anual del movimiento Comunión y Liberación,  que concluyó el sábado 24 de agosto en esta ciudad italiana. 

"Cuando perdí todo, fui llevada a las plantaciones de arroz, perdí todos los puntos de referencia, perdí a mis amigos y mi vida tomó otro sentido. Cuando se pierden los puntos de referencia ya no sabemos quienes somos: la pérdida de identidad es la cosa más dura", explica esta profesora de filosofía, que entonces era budista. 

El Dios occidental, y el silencio
"En mi primera etapa comenzé a insultar cotidianamente al Dios de los occidentales. Consideraba que Occidente sustancialmente era el responsable de mi tragedia. Pero un día, en las plantaciones de arroz, bajó un silencio que por primera vez me hizo percibir que mi dolor era también el de los otros", recuerda.
 
"La segunda etapa se cumplió en 1980. Yo estaba ya en Francia como refugiada política. Comencé a leer el Evangelio y descubrí que ¡Jesucristo era un mendicante, como yo! Esto me dio mucho ánimo".

"La tercera etapa y definitiva fue descubrir la Eucaristía. Fijé la mirada sobre la Hostia y sentí la llamada de Dios, de rodillas, delante de mi debilidad de mujer. En este momento dije: sí, quiero ser discípula de Jesús. Y 1983 fue el año de mi bautismo".



Claire Ly asegura: "No he sido yo quien elegió el cristianismo. Es Jesús quien me ha llamado. La única cosa que he hecho es responder a la llamada de Jesucristo. El punto más fuerte de nuestra religión es este Dios que vino a encontrarnos". 

La clave: un Dios que se hizo hombre
Desde su balcón como asiática, filósofa y antigua budista quiere señalar algo: "Nuestra fe cristiana está fundada en la Encarnación, en Dios que se hizo hombre. Esto es lo específico de la religión cristiana aunque tanto cristianos se hayan olvidado de ello".

Claire Ly también habla de una de las enseñanzas más duras del cristianismo: el perdón de los enemigos, incluso de aquellos que han matado a nuestros familiares y seres queridos.

"Cuesta mucho perdonar a los Jemeres Rojos", admite sinceramente. Pero Jesucristo y el Padrenuestro marcan el camino hacia el perdón.

El escándalo del perdón
"Partiré desde un hecho vivido con mi hija. Fuimos al lugar donde mis hermanos, mi padre y mi marido, habían sido asesinados. Mi hija no conoció a su padre porque estaba en cinta de dos meses cuando sucedió la tragedia. Nos acompañaban en ese lugar unos amigos budistas. Ellos recitaron una enseñanza de Buda, que dice que los hechos malos serán castigados, pero que al mismo tiempo es necesario que esos hechos sucedan.
Mi hija y yo recitamos el Padre Nuestro: “Padre, perdónanos como hemos perdonado a quien nos ha ofendido”. Y en ese momento nos preguntamos si habíamos perdonado a los Jemeres Rojos. Y nuestra respuesta fue: no, no lo hemos hecho".
 
Pero Claire veía con claridad que "el perdón es el corazón de la vida cristiana".

"Entonces le dije a mi hija que teníamos que mirar a Jesús en la Cruz. Él no dijo: “Yo os perdono”, sino "Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. Mi hija y yo entonces le dijimos al Padre: “Padre, aquí estamos, somos mujeres débiles, nos sentimos incapaces de perdonar los Jemeres, pero los ponemos en tus manos”. Ofrecimos por lo tanto nuestras debilidades y a nuestros verdugos en las manos del Padre". 

Fe fuerte, no sociológica
Viviendo en Francia, considera que más que un abandono de la fe, en el país hay un abandono de la práctica sociológica.



Ella cree que ahora "los franceses están viviendo una fe como adhesión a Jesucristo: este hecho nos hace salir de la religión sociológica. Cristo nos llamó a ser la sal de la tierra, los cristianos son la sal y tienen que levantar el gusto de la sociedad. La Iglesia en Francia está llamada a ser el sal de la sociedad, es necesario que ella acepte la idea de que no debe gobernar, porque el nuestro es un Dios que acompaña, como hace Jesús en el camino de Emaús". 
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